No hay que desanimarse si las cosas
no resultan del modo apetecido.
Alguien con mi fracaso obtendrá su éxito.
Es el raro equilibrio de la vida.
No hay que desesperarse por lo tanto.
Debe felicitarse al ganador
y explorar nuevos sitios concurridos.
Los bares y espectáculos nocturnos
son cual colmenas donde las abejas
depositan su miel lograda afuera.
La suerte es indudable que me aguarda
en un lugar que ignoro. Estoy alerta.
Y no me desanimo. Hay muchas calles
que recorrer y actividades múltiples
que no experimenté. En cualquiera de ellas
un mal es siempre un bien para otro. Un día
el mal de otro será un bien para mí.
José María Fonollosa, Ciudad del hombre: Barcelona
Hace 9 horas