domingo, octubre 26, 2008

On the Road

Estábamos en el aeropuerto de Barajas, esperando. Éramos tres tipos con las manos en los bolsillos: el zamorano Mario Crespo, Andrés Ramón Pérez Blanco (alias “El Kebran”, recién llegado de Illescas) y yo. La terminal cuatro, “la T4”, es el colmo de la incomodidad cuando se trata de esperar a los viajeros que aparecen por las puertas de salida, cargados de maletas y cansancio: no hay asientos, no hay un triste banco, ni una miserable silla de plástico donde apoyar el culo. Hay una barra que separa a los que llegan de los que esperan, una barra de acero frío en la que uno puede poner las manos, y algunas columnas que permiten descansar la espalda. A ambos lados hay cafeterías donde también sirven almuerzos. Pero quedan demasiado lejos de la salida. Los viajeros quieren que se abran las puertas automáticas y que, tras ellas, aparezcan los rostros de quienes aguardan su llegada. Mientras esperábamos (el vuelo se retrasó, o quizá se retrasó el reparto de equipajes), hablamos de literatura, poesía, cine.
Fuimos allí a recibir a Carla Badillo, que viene de su tierra natal, de un lugar muy lejano: Quito (o Kitu, como ella prefiere llamarlo). Unas catorce horas de avión desde Ecuador. Pero está acostumbrada, puede con todo. Por ejemplo, sus largos viajes en autobús por las tierras estadounidenses: veinte horas en bus, algo que pensé que sólo podía aguantar Charles Bukowski en esos trayectos eternos en los que le resultaba imposible hacer de vientre (lo cuenta en algunos de sus libros). No he hablado de Carla en este periódico. Somos muchos quienes seguimos su bitácora, “Mujer en Tierra Firme”. Se acaba de licenciar en Periodismo, en una facultad en la que puso las cosas claras a los profesores, en la que se atrevió a desafiar lo establecido y a convertirse en el mosquito molesto que, a pesar de todo, ha obtenido buenas notas y un diploma como mejor alumna del último curso. Escribe poemas, y prosa, y cuenta sus aventuras en su blog, y participa en danza regional, y hace fotografías y acaba de presentar en Punta Umbría su documental “Jaime Guevara. Entre cuerdas libertarias”, de unos treinta minutos de duración. Maneja varios idiomas y parece una india con rasgos de modelo. Ella misma se define así en su bitácora: “Soy la circunstancia, las lágrimas lejanas y la lucha que no muere. Advertencia: soy insomne por decisión propia, terca, anacrónica, despistada y con instintos un poco salvajes. Lo más probable es que en mi vida pasada haya sido cantante de boleros en una cantina”. Durante este verano viajó por Estados Unidos. Sola. Con veintitrés años. Echándole las agallas que a otros nos faltan. Con sus maletas, sus cámaras y sus cuadernos de apuntes. Mediante una red de contactos conoció a los supervivientes de la generación beat. Charló y se hizo fotos con Neeli Cherkovski y Linda King (biógrafo oficial y viuda de Bukowski, respectivamente), con Lawrence Ferlinghetti, con Jack Hirschman, entre otros. Bailó con tribus nativas y fue invitada a una ceremonia privada de peyote, con indios taos y navajos.
Hoy, Carla Badillo se sumará por sorpresa al recital poético “Ellas”, en un pub de Illescas. El cartel incluye a Ana Pérez Cañamares, Déborah Vukušić, Lucía Boscá, Isabel García Mellado, Leticia Vera, Coché López, Laura Rosal y María Gómez a la guitarra. Busquen sus poemas en la red, o en poemarios individuales o colectivos. Se espera que asistan otros poetas y escritores amigos por allí: David González, Vicente Muñoz Álvarez, Gsús Bonilla, Dioni Blasco, Adolfo González y Marcus Versus (y tal vez Javier Das). No pienso perdérmelo. Esto lo ha organizado Andrés Ramón, “El Kebran”. Sólo un tipo como él podía juntar a tanta buena gente.