viernes, junio 20, 2008

Spanglish

Parece que a numerosos lectores norteamericanos no les ha gustado la costumbre del escritor dominicano afincado en USA, Junot Díaz, de utilizar el spanglish en sus libros. Cuando Gabi Martínez le preguntó cómo se había recibido su última obra, dijo: “Ante mi novela, entre los lectores anglófonos ha habido mucha hostilidad y algún apoyo. La hostilidad me asombra. Es como si algunos quisieran volver el reloj atrás, negar la realidad de que los hispanos son una parte importante de América. No hay nada que pueda hacer por esos durmientes. Sólo seguir trabajando”.
Una de las virtudes del título al que se refiere, la aclamada obra “La maravillosa vida breve de Óscar Wao”, premiada con el Pulitzer, es precisamente su apertura al lenguaje. Las páginas se contaminan, en el buen sentido, de expresiones y jerga utilizada por los latinos que viven en Estados Unidos y que han adoptado palabras inglesas pero adaptándolas a su propio ritmo y a su manera de escribirlas. Ejemplos: bróder (por “brother” o “hermano”), fokin (por “fucking” o “joder”), nerdo (por “nerd” o “friki”). Quizá el spanglish hablado en las calles suene mal, no lo sé. Pero en los libros de Junot Díaz enriquece a los personajes y a las historias, dado que uno no sólo aprende expresiones que desconocía, sino que ese empleo supone un reflejo de la realidad, de lo que se vive en los barrios de EE.UU. poblados por hispanos. Tal vez a esos lectores que menciona Díaz se les haya atragantado un hecho rotundo que se niegan a aceptar: lo latino crece a pasos de Polifemo. Lo latino está de moda: las canciones, los actores, las telenovelas, los escritores. No sé si en España se aceptará bien el spanglish de Junot Díaz. Tenemos un problema de base, que ya me canso de explicar a la gente. Y es que no sabemos la cantidad de palabras en español que utilizan los personajes de las películas norteamericanas. Y lo hacen porque son un reflejo de la realidad. A alguna gente en España le molesta que adoptemos términos anglosajones, y desconocen que en los USA ellos hacen lo mismo, pero al revés: adoptan lo hispano. Esa es una de las razones por las que siempre insisto en ver el cine en versión original subtitulada, para que el doblaje no me robe la verdad, es decir, que cuando sale en pantalla Brad Pitt en “The Mexican”, o Tommy Lee Jones en varias de sus películas, o muchos de los personajes de “Traffic”, emplean un montón de palabras en español. Y eso es intraducible. Aquí conviene evocar un ejemplo célebre. En “Pulp Fiction”, Butch (Bruce Willis) enseña frases en castellano a Fabienne (María de Medeiros) mientras están en una habitación. En el doblaje no le enseña español, para no liar a los espectadores, sino portugués, lo cual se convierte casi en una burla porque Medeiros es portuguesa. Años atrás me sentó mal que tradujeran “Don Quijote” al spanglish, pero es porque Cervantes pierde demasiado en otros idiomas.
Algunas evidencias son innegables. Y una de ellas es que el lenguaje muta, se transforma, sale de las escuelas y cae en las calles y en los bares y el pueblo lo malea y lo cambia a su antojo y acorde con sus necesidades. Por eso (y por otras razones, entre ellas el dominio narrativo, la fluidez de la prosa y la naturalidad para mezclar la historia y la cultura nerd) disfruté con “Drown (Los boys)” y con “La maravillosa vida breve de Óscar Wao”. Aprender jerga nos enriquece como lectores y ciudadanos del mundo. Ojo, eso no significa que esté de acuerdo con chorradas de la índole de “miembras” y otros dislates de lo políticamente correcto. “Miembras” no se utiliza en la calle ni en ningún sitio. Es algo forzado, y lo forzado no encaja en lo que digo.