domingo, septiembre 24, 2006

Independientes y luchadoras (La Opinión)

Que a nadie le quepa duda: gran parte del futuro de la literatura reside en las editoriales pequeñas e independientes, al menos en lo que se refiere a la narrativa breve y a la poesía. En cuanto a la primera, la mayoría de los libros de cuentos de autores españoles suele aparecer en esta clase de editoriales. Si uno echa un vistazo, cada año, a la lista de libros de relatos que aspiran al Premio Setenil, comprobará que muchos títulos no proceden de las grandes y populares empresas, sino de las pequeñas firmas. Editoriales independientes, luchadoras, voluntariosas, que, se huele uno, tienen más interés en la literatura de calidad que en el dinero, lo cual, lógicamente, les acarreará no menos de un disgusto y enormes pérdidas económicas. Pero ahí siguen, en la brecha. También se encargan de publicar a narradores extranjeros. Algunas, incluso, apuestan por la obra de escritores que aún no estaban traducidos en España, o cuyos cuentos no eran conocidos aquí. Sus editores viven en ciudades como Tenerife, Valladolid, Salamanca, Madrid, Barcelona o Palencia, por citar unas cuantas. Quiere decirse que el cotarro no está centralizado en la capital del reino, sino bien repartido.
Viene esta diatriba a cuento de los dos libros que acabo de recoger en Correos: “Todos nosotros” y “El puente que cruza la luna” se titulan estos dos poemarios, y están escritos por Raymond Carver y su viuda Tess Gallagher, respectivamente. Los ha alumbrado, porque sospecho que no fue un parto fácil, la Editorial Bartleby. Su labor es encomiable, y me darán la razón cuando miren su lista de títulos y autores publicados. Pepo Paz, su editor, se inclina por la poesía, aunque también publica textos en prosa. Pero volvamos a los dos poemarios de Carver y Gallagher. Su aparición supone un acontecimiento. Al primero lo ha traducido Jaime Priede y, a la segunda, Eduardo Moga. Las ediciones de ambos son bilingües, lo cual se agradece; cada poemario extranjero debería contar en este país con la posibilidad de la lectura en su idioma original. Les aseguro que no es lo mismo devorarse “La melancólica muerte de Chico Ostra”, de Tim Burton, en español que en inglés. El traductor trata de interpretar el texto, de aproximarse. Según Priede: “Una traducción no es más que una percepción, la interpretación de una partitura”. Esto, a mi entender, significa que el texto original admite diversas variantes e incluso distintos significados. Insisto en que, por ejemplo, los poemas de Burton contienen más dosis de mala leche en inglés, como dejé constancia en un viejo artículo para la revista digital Literaturas. Perdonen la digresión: estábamos con Carver y con Gallagher. Por vez primera tenemos la “Poesía reunida” del maestro que escribió las piezas breves de “Tres rosas amarillas” y “Si me necesitas, llámame”, por citar dos títulos. Existe cierta polémica por las antiguas traducciones de sus poemas en otras editoriales; y parece que ahora le hacen justicia. En cuanto a Tess, la Tess de las dedicatorias y los textos de Carver, al fin podemos conocer su poesía. Quienes ya la han leído alaban su talento. También dicen que su libro complementa el de Carver, que arroja una nueva luz sobre el escritor. En los periódicos, bitácoras y suplementos culturales habíamos leído varios poemas, en primicia.
No es conveniente dar nombres de editoriales, y menos si son pequeñas y luchan por sobrevivir. Podría haber olvidos voluntarios e involuntarios por mi parte y enfados por parte de los aludidos. Sólo recomiendo a estos dos autores, y que cada cual haga su búsqueda de esos títulos maravillosos que les están esperando en las librerías, gracias a las editoriales independientes y luchadoras.