viernes, junio 16, 2006

Prisas y matices (La Opinión)

No somos nadie colgándonos medallas. Los españoles, sí, pero ahora me refiero a los zamoranos. Ayer estaba merodeando por entre la información que sirven al minuto en la red, en los diarios digitales que se actualizan cada pocos minutos, y entonces hallé una noticia que, lo reconozco, me animó la mañana. Topé con varios titulares al respecto (supongo que la información provenía de agencias), y cito aquí tres de ellos: “Un queso zamorano, considerado como el mejor del mundo en un certamen americano”, “El queso Señorío de Montelarreina, elegido el mejor del mundo” y “Un queso de oveja de Lácteas Castellanoleonesas gana el concurso mundial en EE.UU.” La noticia me alegró mucho, pues he dicho varias veces que la tierra le tira a uno, y suele haber escasez de buenas noticias (no en la provincia, sino en los medios de comunicación, que sólo hablan de ella cuando la nublan las tragedias).
Quise satisfacer un poco más mi curiosidad, enterarme de los pormenores, saber dónde había sido celebrado dicho certamen. Nada más fácil, en la red, que tirar de un hilo e ir desenredando la madeja. Averigüé que el certamen se celebró en Wisconsin, y se llamaba o se llama World Championship Cheese Contest. O sea, un campeonato mundial de quesos. Hasta ahí, correcto. Pero me apeteció entrar en la página web del campeonato de quesos de Wisconsin, a ver qué contaban. En Estados Unidos proliferan los campeonatos y ferias de cualquier cosa, como el Concurso Juvenil de Cabras Pigmeas, el Campeonato de Pulsos del Medio Oeste o el Certamen Clásico de Mugidos Célebres (no me he inventado ninguno: el lector puede encontrarlos en el libro de reportajes “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”, de David Foster Wallace). No es mi intención restar méritos a un concurso americano, sólo apuntar que en aquella tierra existen campeonatos de todas las clases, desde los más vulgares y chabacanos hasta los más respetables. Navegué por la página web, que incluye un muestrario de imágenes en las que salen los miembros del jurado, con gorra, probando y analizando los quesos. Luego pinché en las clasificaciones, y pensaba ver a Zamora en primer lugar, flamante y premiada. Pero los tres premios principales correspondían a quesos de Suiza y de los Países Bajos. Después descubrí las categorías. Unas cincuenta, en total, con sus clasificaciones y los tres primeros puestos de cada una: cheddar, mozzarella, provolone, gouda, feta, queso para fundir, etcétera. Puede leerse, en dicha tabla, el nombre del producto ganador, la compañía fabricante, la región donde se elabora, el país del que proviene, la descripción y la medalla que le corresponde. Sí, y por fin allí estaba: el Señorío de Montelarreina, elaborado en Fresno de la Ribera, el mejor de su categoría, la Hard Sheep's Milk Cheeses (viene a significar, creo, “queso fuerte de leche de oveja”). Continuaba alegre, animado, pero ya no era lo mismo. No era el mejor del mundo, sino el mejor en su categoría, junto a unos ciento cincuenta quesos galardonados en primeros, segundos y terceros puestos.
Luego leí que, en Asturias, reivindicaban el queso como suyo. He aquí la razón: se hace en tierras zamoranas, pero la empresa responsable es asturiana. Cuestión de matices. Porque me habían vendido algo que no era del todo cierto, sólo una esquina de la realidad. No obstante, felicito a la empresa, lo merece; y espero que en las noticias de hoy, en papel, el error haya sido subsanado, y que esas informaciones a media luz se pierdan en la red. Supongo que la culpa obedece a las prisas, al trabajo urgente. Pero sigo pensando que no somos nadie colgándonos medallas.