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Pero Ébano no es el típico libro de viajes del turista que se planta en los lugares bonitos y los fotografía, sino el recuento de relatos de un hombre que se mezcla con el pueblo, habla con la gente de la calle, sufre enfermedades y peligros, cohabita en apestosas habitaciones llenas de cucarachas y mosquitos, contrae la malaria y nos va contando cómo viven los pobres, los soldados, los nómadas, los comerciantes.
Kapuscinski, uno de esos corresponsales con poco dinero en los bolsillos, aúna la historia y la anécdota para elaborar un retrato inolvidable de África, de sus guerras, sus costumbres, sus gentes, sus poblados y sus ciudades. Su prosa es ágil, sus descripciones son certeras, su habilidad para pintar una escena llena de dolor y belleza es admirable. Una obra maestra.