lunes, agosto 31, 2020

Próximamente: Skippy muere



De Paul Murray. En Pálido Fuego.

Chadwick Boseman (1976 - 2020)


En Aleteia: A Beautiful Day in the Neighborhood


Cartel de Ammonite


jueves, agosto 27, 2020

Vida, de Keith Richards



Terminabas descubriendo algo sorprendente sobre América –era civilizada en los bordes, pero si te alejabas ochenta kilómetros de cualquier ciudad importante, ya fuera Nueva York, Chicago, Los Ángeles o Washington, era realmente otro mundo–. En Nebraska y lugares como esos nos acostumbramos a que nos dijeran cosas del tipo “hola, chicas”. Pero los ignorábamos. Al mismo tiempo, la gente que nos decía esas cosas se sentía amenazada por nuestra presencia, porque sus mujeres nos veían y pensaban “¡qué interesante!”. No éramos lo que tenían en su casa todos los putos días, no nos parecíamos en nada al típico redneck tragacervezas. Todo lo que nos decían los tipos era ofensivo, pero en el fondo estaban a la defensiva. Cuando entrábamos en un bar lo único que queríamos era pedir unas tortitas o una taza de café y unos huevos con jamón, pero teníamos que estar preparados para alguna que otra provocación. No nos metíamos con nadie, lo único que hacíamos era música, pero nos dimos cuenta de que en realidad habíamos atravesado unos cuantos dilemas y conflictos sociales.

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Las únicas hostilidades con base consistente que recuerdo vinieron de los blancos. Los hermanos negros y los músicos creían que éramos interesantes y extravagantes. Podíamos hablar. Era mucho más difícil conectar con los blancos porque tenías la impresión de que te veían como una amenaza. Y eso que lo único que habías hecho era preguntar:
-¿Podría usar el cuarto de baño?
-¿Eres un chico o una chica?
¿Qué ibas a hacer? ¿Mostrarles la verga?

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Empecé a tocar los acordes con afinación abierta: territorio desconocido. Se cambia una cuerda y de repente aparece todo un mundo nuevo al alcance de tus dedos. Todo lo que creías saber se había ido al carajo. A nadie se le ocurría tocar acordes menores en una afinación abierta mayor porque te obligaba a hacer algunos moños. No te queda otra que repensarlo todo desde el principio, como si tuvieras el piano afinado al revés y las notas blancas fueran las negras y viceversa.

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Pero seguramente existan un millón de razones diferentes para consumirla [la heroína]. Creo que quizá tiene que ver con subirse a un escenario. Los niveles de adrenalina y de energía son tan altos que requieren, siempre y cuando lo encuentres, un antídoto. Y yo veía la heroína como una parte de toda la historia. ¿Por qué hacerte algo así? Particularmente, nunca me gustó ser famoso. Y cuando estaba bajo el efecto de las drogas me resultaba más fácil enfrentarme a la gente. Para eso también me hubiera servido el alcohol. Esa no es toda la respuesta. También sentía que lo hacía para no ser una “estrella pop”. Lo que no me gustaba de lo que estaba haciendo era el bla bla bla. Me costaba mucho lidiar con eso y si había consumido no me resultaba tan difícil.

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No puedo desenredar los hilos del personaje que escribieron sobre mí. Interpreté el papel. Me refiero al anillo de la calavera, el kohl en los ojos y demás. ¿Es mitad y mitad? Tu personaje público, tu imagen, es esa bola que los presos tienen atada al tobillo con una cadena. La gente cree que sigo siendo un puto yonqui. ¡Dejé las drogas hace treinta años! Es una sombra demasiado larga. Sigue viéndose cuando se puso el sol. Me parece que en parte se debe a que la presión para que seas ese personaje es tan grande que uno termina convirtiéndose justamente en él. Tal vez. Por lo menos mientras puedas soportarlo. Es imposible no terminar siendo una parodia de eso que creías ser.

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Este concepto de separar es la antítesis del rock and roll, que consiste en un grupo de tipos metidos en una habitación tratando de capturar un sonido juntos. Esa mitología de mierda sobre el estéreo, el high tech y el dolby es lo contrario a la esencia de la música.

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No pensamos con mucha claridad cuando está muriéndose nuestra madre.


[Libros Cúpula. Traducción de Helena Álvarez de la Miyar. Revisión y correcciones de esta nueva edición al cuidado de Nicolás Miguelez]


Cartel de Eternal Beauty


True History of the Kelly Gang: 2 carteles



Trailer de Death on the Nile



Cartel de Death of Me


miércoles, agosto 26, 2020

Ensayo sobre el loco de las setas, de Peter Handke



Un loco de las setas ya era mi amigo desde muy pronto, si bien en un sentido diferente del que tendría en sus años posteriores o aun en los finales. Fue entonces, hacia la vejez, cuando se me ocurrió una historia sobre él, loco. No son pocas las historias sobre locos de las setas que se han escrito, por regla general –¿o incluso sin excepción?–, es el propio loco quien la escribe, describiéndose como “cazador” o en todo caso como buscador, coleccionista y naturalista. El que no solo existan esta literatura de setas, los libros sobre setas, sino una literatura en la que se habla de las setas en relación con la propia existencia sí que parece darse como un caso nuevo de los tiempos modernos, tal vez de después de las dos guerras mundiales del siglo pasado.

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El libro de setas no lo escribió nunca. Sin embargo, con el tiempo me contó algunas cosas que tenía intención de mencionar en él. Voy a intentar relatarlas ahora yo aquí, no tan entusiasmado, aunque en ningún momento “falto de entusiasmo”, curiosa palabra que actualmente se aplica como elogio a alguien que lo que hace es narrar, cosa que únicamente debería hacer, si lo que tiene que contar está profundamente impregnado y si él mismo es presa de ese entusiasmo; y luego, para colmo, lo cuenta sin estructurarlo bien, pues a diferencia de mi amigo de la infancia, y aunque ambos estudiamos la misma carrera, yo nunca llegué a ser jurista.


[Alianza Editorial. Traducción de Isabel García Adánez]

Cartel de The Nest


En Aleteia: The Way Back



Cartel de Enola Holmes


Trailer de Blackbird


martes, agosto 25, 2020

Ahora y siempre, de Ray Bradbury


De “En algún lugar toca una banda…”:

-Ya habrá oído hablar de los lirios del valle. No trabajamos, ni nos esforzamos. Igual que usted. No tiene que hacer nada, ¿no? En ocasiones, como esta noche. Pero sobre todo viaja de un lado a otro entre sus orejas. ¿No?
-¡Dios mío! –exclamó Cardiff agarrando su libreta–. Ermitaños. Solitarios. Reclusos. Docenas y docenas. ¡Son ustedes escritores!
-Puede volver a decirlo.
-¡Escritores!
-En cada habitación, desván, escobero, o sótano, a ambos lados de la calle hasta el final del pueblo.
-¿Todo el pueblo, todo el mundo?
-Todos… excepto unos cuantos analfabetos perezosos.
-Eso es inaudito.
-Ahora lo está oyendo.

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“Plumas, lápices, libretas, papel –pensó Cardiff–. Susurros de plomo o tinta. Tranquilos pensamientos de verano o tranquilos mediodías de verano”.
-Escritores –murmuró Cardiff escrutando las casas al otro lado de la calle–. Nunca tienen que levantarse y marchar. Y nadie sabe de qué color eres por correo, ni qué sexo tienes, ni si eres alto o bajo. Podría ser una compañía de gigantes, un espectáculo de enanos. Escritores. ¡Madre de Dios!

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-Santo cielo, todo encaja. Escribir es la única actividad que podría mantener a un pueblo como este, tan apartado. Como un negocio de pedidos por correo.
-Escribir es un negocio de pedidos por correo. Si quieres algo, escribes un cheque, lo envías y, antes de que te des cuenta, la compañía Johnson Smith de Racine, Wisconsin te envía lo que necesitas. Gafas con visión de 360 grados. Giroscopios. Máscaras de carnaval. Muñecas de Anita la huerfanita. Escenas de El jorobado de Notre Dame. Cartas que desaparecen. Esqueletos que regresan.
-Todas esas cosas buenas –sonrió Cardiff.
-Todas esas cosas buenas.
Se rieron juntos.
Cardiff resopló.
-Así que esto es una población de escritores.
-¿Está pensando en quedarse?
-No, en marcharme.

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-Ahora, déjame ofrecerte la explicación final de mí misma y de todos los amigos que has conocido aquí. La gran “medicina” fue descubrir que estábamos vivos y que nos encantaba. Hemos celebrado cada día de nuestras vidas. La celebración, el júbilo de adorar ese regalo, nos ha mantenido jóvenes. ¿Parece imposible? Simplemente saber que estás vivo y mirar al sol y disfrutar del clima y expresarlo en cada momento de tu existencia, eso asegura nuestra longevidad. Vivimos cada momento de nuestra existencia al máximo, y eso es una medicina magnífica. De ese modo negamos la oscuridad. Ahora piensa en lo que he dicho y háblame de tu futuro.

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De “Leviatán 99”:

Dentro del espacio silencioso y sagrado contemplamos el techo curvo y panorámico y allí vimos, flotando, las formas transparentes de hombres y mujeres largamente perdidos en el espacio. De ellos emanaban suaves murmullos, un susurro multitudinario.
-¿Y esos? ¿Por qué? –preguntó Quell.
Contemplé las formas flotantes.
-Memoriales, imágenes y voces de aquellos que han muerto y han sido enterrados para siempre en el espacio. Aquí, en el aire elevado de la catedral, al amanecer y en el ocaso, se proyectan sus sombras, se emiten sus voces, para recordarlos.

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Hemos huido de viejas voces de radio, nos hemos alejado de lunas perdidas con ciudades perdidas, nos hemos negado a compartir alegres bebidas y buenas risas con solitarios hombres del espacio, e ignorado a raros sacerdotes en busca de sus hijos perdidos. La lista de nuestros pecados se hace cada vez más larga. ¡Oh, Dios! Debo escuchar, pues, al espacio, ver qué más hay allí, qué otros crímenes podríamos cometer por ignorancia.



[Minotauro. Traducción de Rafael Marín]

Nomadland: primer cartel


Cartel de Books of Blood


En Aleteia: La estafa (Bad Education)


Cartel de Welcome to the Blumhouse


lunes, agosto 24, 2020

The Batman: primer trailer