Hace 6 horas
viernes, junio 12, 2015
jueves, junio 11, 2015
Esta tarde: en la Feria del Libro de Madrid
De 19:00 a 21:00 horas, junto al maestro Álex Portero, en la caseta 31 de Machado Libros. Abajo, nuestras últimas publicaciones.
miércoles, junio 10, 2015
Alfabeto, de Inger Christensen
A estas alturas todas las reseñas que habrás leído ya comentan la secuencia de Fibonacci que la autora ha empleado en este largo poemario. Por eso mismo yo no te hablaré de esto. Pero sí mencionaré la fuerza de este libro, cuyo poder de seducción es notable y su embrujo va creciendo en intensidad y va abarcando tantos temas que uno lee con fervor y con asombro estos versos sinuosos que se deslizan por la vida cotidiana, por la destrucción del mundo, por la naturaleza, los miedos, la necesidad de la escritura y todo aquello que existe y poco a poco o súbitamente deja de existir.
Alfabeto es una especie de celebración de la vida, un extenso poema dividido en partes, y éstas son demasiado largas para ponerlas aquí, de modo que tendremos que conformarnos con un par de amputaciones, para que el lector compruebe la música del poema (en gran traducción del premiado Francisco J. Uriz; y aquí van las primeras páginas):
la bomba atómica existe
Hiroshima, Nagasaki
Hiroshima 6
de agosto de 1945
Nagasaki 9
de agosto de 1945
140000 muertos
y heridos en Hiroshima
unos 60000 muertos
y heridos en Nagasaki
cifras que permanecen inmutables
en algún lugar de un verano
lejano y normal
desde entonces los heridos
han muerto, primero muchos, la
mayoría, luego menos, pero
todos; finalmente
los hijos de los heridos,
nacidos muertos, moribundos,
muchos, siempre
algunos, finalmente
los últimos; yo estoy
en mi cocina pelando
patatas; el grifo del agua
está abierto y casi
ahoga los gritos de los niños
que juegan en el patio;
los niños gritan y casi
ahogan los trinos de los pájaros
que están en los árboles; los pájaros
cantan y casi
ahogan el susurro
de las hojas al viento;
las hojas susurran
y casi ahogan
con su silencio el cielo,
el cielo que resplandece,
y la luz que casi
desde entonces se ha parecido
al fuego de la bomba atómica
un poco
**
[…] perdemos
la capacidad de
pensar en nada,
en ninguna de las cosas
del mundo como nosotros
decimos, cuando nosotros
simplemente existimos; no hay más
que decir; nosotros
garantizamos
que aniquilamos
todo, destruimos
todo, de manera que
a la primera nada
la decisiva
no se le dará permiso
para escribir poesía
como escribe el viento
en aire o agua;
no hay más que
decir; matamos
más de lo que creemos
más de lo que sabemos
más de lo que sentimos;
no hay más que
decir; odiamos;
no hay más;
[…]
[Sexto Piso. Traducción de Francisco J. Uriz]
lunes, junio 08, 2015
Los no lugares, de Marc Augé
Estos desvíos, sin embargo, no se producen sin remordimientos, como lo atestiguan las numerosas indicaciones que nos invitan a no ignorar los esplendores del terruño y las huellas de la historia. Contraste: a la entrada de las ciudades, en el espacio triste de los grandes complejos, de las zonas industrializadas y de los supermercados, están plantados los anuncios que nos invitan a visitar los monumentos antiguos. A lo largo de las autopistas se multiplican las referencias a las curiosidades locales que deberían retenernos aun cuando estamos de paso, como si la alusión al tiempo y a los lugares antiguos no fuese hoy sino una manera de mentar el espacio presente.
**
La hipótesis aquí defendida es que la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos: éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de "lugares de memoria", ocupan allí un lugar circunscripto y específico. Un mundo donde se nace en la clínica y donde se muere en el hospital, donde se multiplican, en modalidades lujosas o inhumanas, los puntos de tránsito y las ocupaciones provisionales (las cadenas de hoteles y las habitaciones ocupadas ilegalmente, los clubes de vacaciones, los campos de refugiados, las barracas miserables destinadas a desaparecer o a degradarse progresivamente), donde se desarrolla una apretada red de medios de transporte que son también espacios habitados, donde el habitué de los supermercados, de los distribuidores automáticos y de las tarjetas de crédito renueva con los gestos del comercio "de oficio mudo", un mundo así prometido a la individualidad solitaria, a lo provisional y a lo efímero, al pasaje, propone al antropólogo y también a los demás un objeto nuevo cuyas dimensiones inéditas conviene medir antes de preguntarse desde qué punto de vista se lo puede juzgar.
**
El espacio como práctica de los lugares y no del lugar procede en efecto de un doble desplazamiento: del viajero, seguramente, pero también, paralelamente, de paisajes de los cuales él no aprecia nunca sino vistas parciales, "instantáneas", sumadas y mezcladas en su memoria y, literalmente, recompuestas en el relato que hace de ellas o en el encadenamiento de las diapositivas que, a la vuelta, comenta obligatoriamente en su entorno. El viaje. El viaje (aquel del cual el etnólogo desconfía hasta el punto de "odiarlo") construye una relación ficticia entre mirada y paisaje.
**
En cierto modo, el usuario del no lugar siempre está obligado a probar su inocencia. El control a priori o a posteriori de la identidad y del contrato coloca el espacio del consumo contemporáneo bajo el signo del no lugar: sólo se accede a él en estado de inocencia. Las palabras casi ya no cuentan. No hay individualización (derecho al anonimato) sin control de la identidad.
[Gedisa Editorial. Traducción de Margarita Mizraji]
viernes, junio 05, 2015
Los reyes del jaco, de Vern E. Smith
En otro post, un poco más abajo, figura el enlace a mi reseña en Playtime; y aquí van dos pasajes de la novela:
-Hemos oído que había un montón de droga y alcohol, y un montón de pavas –dijo St Louis Murphy–. El jefe también estaba. Mira, esto que quede entre nosotros, pero, a veces, cuando se lo pasa bien, se le suelta la lengua. Sabes que es un tío simpático, ¿o no?
El hombre respondió que sí.
-Sí, es muy simpático –prosiguió St Louis Murphy–. Hasta que le dan por culo. Entonces se convierte en un auténtico cabronazo. Él cree que los que le dieron el palo tenían que saber cuándo y cómo iba a llegar la mierda, ¿sabes? Y cree que solo puede haberse chivado alguno de los que trabajan para él. Nadie está libre de sospechas, ni siquiera yo. Pero sé que el jefe, cuando va contento, suelta la lengua. Se imagina que nadie hará nada con la información, pero siempre tiene que haber algún cabrón listillo en el mundo, ¿sabes? Y los listillos hacen que los demás nos comamos marrones, ¿entiendes lo que digo? El tema es que a Buddy, mi colega del puño americano, le han contado que McDaniel estuvo hablando de sus negocios en la fiesta de Sonny. El tío que se lo ha dicho dice que había otros tres o cuatro que pudieron oírlo, además de él, claro. Y del único de quien se acuerda es de ti. ¿Qué te contó McDaniel?
**
-[…] Uno tiene que saber lo que hace, o de lo contrario, sí, cualquier tarado te enterrará. En eso te doy toda la puta razón. Así que cuando llegas a una ciudad tienes que mandar un mensaje claro, demostrarle a los hijos de puta que se entrometen en tu negocio que tú no bromeas, que si hay que pegarle un tiro a alguien no te lo piensas dos veces. Si el mensaje está claro desde el principio, entonces el trabajo es fácil. Nadie te pillará desprevenido y nueve de cada diez veces no tendrás ningún problema. Pero si nada más llegar haces el gilipollas, vas a tener marrones y es probable que te manden al otro barrio. […]
[Sajalín Editores. Traducción de Güido Sender]
-Hemos oído que había un montón de droga y alcohol, y un montón de pavas –dijo St Louis Murphy–. El jefe también estaba. Mira, esto que quede entre nosotros, pero, a veces, cuando se lo pasa bien, se le suelta la lengua. Sabes que es un tío simpático, ¿o no?
El hombre respondió que sí.
-Sí, es muy simpático –prosiguió St Louis Murphy–. Hasta que le dan por culo. Entonces se convierte en un auténtico cabronazo. Él cree que los que le dieron el palo tenían que saber cuándo y cómo iba a llegar la mierda, ¿sabes? Y cree que solo puede haberse chivado alguno de los que trabajan para él. Nadie está libre de sospechas, ni siquiera yo. Pero sé que el jefe, cuando va contento, suelta la lengua. Se imagina que nadie hará nada con la información, pero siempre tiene que haber algún cabrón listillo en el mundo, ¿sabes? Y los listillos hacen que los demás nos comamos marrones, ¿entiendes lo que digo? El tema es que a Buddy, mi colega del puño americano, le han contado que McDaniel estuvo hablando de sus negocios en la fiesta de Sonny. El tío que se lo ha dicho dice que había otros tres o cuatro que pudieron oírlo, además de él, claro. Y del único de quien se acuerda es de ti. ¿Qué te contó McDaniel?
**
-[…] Uno tiene que saber lo que hace, o de lo contrario, sí, cualquier tarado te enterrará. En eso te doy toda la puta razón. Así que cuando llegas a una ciudad tienes que mandar un mensaje claro, demostrarle a los hijos de puta que se entrometen en tu negocio que tú no bromeas, que si hay que pegarle un tiro a alguien no te lo piensas dos veces. Si el mensaje está claro desde el principio, entonces el trabajo es fácil. Nadie te pillará desprevenido y nueve de cada diez veces no tendrás ningún problema. Pero si nada más llegar haces el gilipollas, vas a tener marrones y es probable que te manden al otro barrio. […]
[Sajalín Editores. Traducción de Güido Sender]
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