Hace 2 horas
miércoles, abril 16, 2014
El libro de la crueldad, de Layla Martínez
máquinas bulbosas escupen sobre nosotros salvajes tumoraciones. cánceres con forma de chicle. asaltemos las facultades de medicina en un caleidoscópico intento de acabar con la actitud gerontocrática. proclamemos la muerte del arte a manos de grumos incestuosos. incendiemos los centros comerciales y sustituyámoslos por ganglios linfáticos. derribemos las instituciones ilustradas. inauguremos las instituciones hermafroditas. implantemos la juventud perpetua como régimen teocrático. instauremos el futuro infinito. no al bipedismo. no al pulgar oponible. no a las cacerías de bacterias. no a los safaris de ancianos de movilidad reducida. no al método científico. todos los métodos serán sistemáticamente abolidos. la experimentación será inútil o no será. destruyamos la estética. socialicemos las sustancias lácteas y los hologramas parpadeantemente azules. no a los animalitos sudorosos. no a las salas de fotocopias. instauremos los zoológicos de ciervos sintéticos. destruyamos la botánica. nunca nada más será clasificado. mastiquemos la apocalíptica purpurina. habitemos grotescas madrigueras. socialicemos los espasmos involuntarios. colectivicemos las infecciones sórdidas. destruyamos los libros de instrucciones y sustituyámoslos por flemas fluorescentes. derribemos la Academia. nunca nada más será analizado bajo criterios blandamente perversos. involucionemos permanentemente. conformemos una horda de obesos mórbidos. de niños perversos. constituyamos una manada de turistas violentos. instauremos el delirio grotesco. proclamemos el horror cósmico.
**
No dejéis solos a los niños
o celebrarán rituales
sádicos y crueles.
No los dejéis solos
o arañarán las paredes
con sus pequeños dientecitos
llenos de odio
y se clavarán agujas
en los genitales
y darán de comer insectos
a sus muñecas
y les arrancarán la cabeza,
No dejéis solos a los niños
o jugarán a ser adultos
y les daréis asco
y pena.
**
ANNE JOHNSON (1950 – 1988) Anne Marie Johnson fue la primogénita del matrimonio formado por Emily y Jonathan Johnson. Él tenía treinta y cuatro años. Ella diecinueve. Se quedó embarazada enseguida. Una semana después del nacimiento, Emily fue ingresada en un sanatorio mental de Providence, después de que una sirvienta encontrara al bebé amordazado y atado en su cuna. Dijo que los chillidos se le metían en la cabeza y le hacían agujeros. Que cada vez que la oría llorar notaba cómo le crecían alfileres en la vagina. Que los alfileres la hacían sangrar. Anne la maldita.
[Extracto del relato “Anne Johnson”]
[LVR Ediciones]
viernes, abril 11, 2014
Origami & Canalla
Arriba figuran los libros de autoría individual que me ha
publicado Editorial Origami. Bajo estas líneas, algunos de los libros de
Origami en los que he colaborado. Menciono esto porque seguiré publicando
algunos textos en esta editorial (de entrada, a la antología crítica sobre
David González le faltan aún tres volúmenes). Y porque me siento conforme, bien
tratado: Antonio Huerta es rápido, es atento, cumple los plazos y de vez en
cuando me llama por teléfono. No se puede pedir más. Y digo esto porque a
principios de esta semana decidí anular el contrato que había firmado con otra
editorial para que me publicaran una novela. Una editorial, además, con la que
ya había trabajado. Los motivos fueron varios: en la primera reunión me dijeron
que el libro saldría en marzo o abril de este año, lo cual no se ha cumplido; y a
partir de la firma del contrato dejaron de responder a mis mails, de modo que
durante un mes y pico estuve esperando a que me contaran cuándo iba a salir el
libro. Eso demuestra falta de interés y, si me apuran, falta de respeto hacia
el autor. Un consejo para escritores noveles: lo que importa no es que tu libro
se vaya a distribuir en Fnac y demás grandes superficies o que obtenga X reseñas… lo que importa es el
trato humano, la calidad de ese trato, que al otro lado del mail o del teléfono
haya una persona que se preocupe de verdad por ti. Eso es algo que he aprendido
con colegas como Álex Portero, Mario Crespo, Francesco Spinoglio o Vicente
Muñoz Álvarez: ellos también han sufrido palos y decepciones. No queremos
trabajar con empresas que nos traten como a ganado. Queremos colaborar con
personas de verdad. De momento, mi siguiente libro saldrá en Canalla Ediciones, que es otro
sitio en el que, en apenas dos o tres semanas, me han hecho sentir como en
casa. No me han tenido un mes esperando por la respuesta de un puto mail. No me han
tenido días comiéndome las uñas para saber, finalmente, cuándo entraremos en
imprenta. Y a veces basta con eso. Con hablar las cosas a las claras. Con responderle
al autor, con el que ya tienes un contrato: “El libro se retrasará” o “Hacemos
lo imposible” o “No sabemos cuándo podremos maquetarlo”. A veces sólo pedimos
eso. Una respuesta. Porque el silencio te mete en terrenos de incertidumbre y
eso acaba matando la paciencia de cualquiera. Pronto espero poner por aquí la
cubierta de ese nuevo libro; y, para después del verano, otro libro de la mano de Origami.
Ángeles Fósiles, de Alan Moore
A priori no me interesa demasiado (o no soy ni mucho menos un experto) el tema del ocultismo. Pero este libro no se me podía escapar: texto de Alan Moore, prólogo de Servando Rocha, traducción de Javier Calvo, edición de La Felguera, ilustración de cubierta de Mario Riviere, sin olvidar las imágenes, símbolos y cuadros que encontramos en el interior... Es decir: una baraja de ases.
Aunque, como digo, soy más bien profano en el tema, devoré el libro en unas horas. Cualquier cosa que escriba o invente Alan Moore es interesante. Es un torbellino de ideas, de pensamientos explosivos, de declaraciones que uno va anotando. Ojo, tampoco soy experto en su obra, pero joder… ahí están Watchmen, V de Vendetta, La liga de los hombres extraordinarios… No hace falta decir más. En este ensayo nos invita a un recorrido por las relaciones entre el arte y la magia, nos habla de algunas figuras emblemáticos, de magos y ocultistas y de escritores que encarnaron todas esas facetas. La edición es impecable. Los textos, también (y hace unos días me presentaron a Servando Rocha, quien está teniendo un gran éxito con su espléndido Nada es verdad, todo está permitido). Y la traducción, por supuesto, que ha sido tarea de nuestro traductor punk favorito. El libro se presenta este sábado en Madrid. Yo estaré fuera, pero si estuviera en la ciudad no me lo perdería. Aquí os dejo con tres extractos:
Si es dinero lo que queremos, ¿por qué no movemos mágicamente el culo, trabajamos mágicamente por una puñetera vez en nuestras mágicas vidas sedentarias y vamos a ver si al cabo de un tiempo han aparecido mágicamente unas cuantas monedas en nuestras cuentas bancarias? Si lo que buscamos es el afecto de algún objeto amoroso que no nos hace caso, la solución es todavía más simple: le echas unos rohypnoles en la sidra y la violas. Al fin y al cabo habrás hecho algo igualmente despreciable en el plano moral, pero por lo menos no habrás denigrado la esfera trascendental pidiéndoles a los espíritus que aguanten a la víctima los brazos y las piernas. O bien, si hay alguien que realmente creas que merece una venganza espantosa, deja de lado la Llave menor de Salomón y pégales un telefonazo a Frankie Navajas o a Big Stan.
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Si lo que hacemos no se puede considerar ni ciencia ni religión propiamente dichos, ¿acaso sería provocador sugerir que consideremos la magia un arte? ¿O incluso El Arte con mayúsculas, si les parece bien? No es que la noción carezca por completo de precedentes. Incluso puede considerarse un regreso a nuestros orígenes chamánicos, en los que la magia se expresaba por medio de máscaras, mímica y marcas en las paredes, de aquellos pictogramas que derivaron en el lenguaje escrito, que es de donde viene a su vez la conciencia. No cuesta nada imaginar que la música, la performance, la pintura, el canto, la danza, la poesía y la pantomima vienen todos del repertorio de trucos mágicos que empleaba el chamán para transformar las mentes.
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El poder del arte es inmediato, irrefutable e inmenso. Remueve la conciencia, ostensiblemente, tanto del artista como de su público. Puede cambiar las vidas de los hombres y por consiguiente cambiar la historia y la sociedad misma. Puede inspirarnos a obrar prodigios o a cometer horrores. Puede ofrecerles a las mentes flexibles, jóvenes y en expansión espacios nuevos que habitar, o bien puede ofrecer consuelo a quienes están muriendo. Puede hacer que te enamores o bien hacer trizas de un plumazo la reputación de un ídolo, dejarlo maltrecho ante sus adoradores y muerto de cara a la posteridad. Puede conjurar a los demonios de Goya y a los ángeles de Rosetti y hacerlos visibles. Es al mismo tiempo la pesadilla de los tiranos y su herramienta más poderosa.
[La Felguera Editores. Traducción de Javier Calvo]
Escena callejera
Un chiquillo ciego
con un cartel prendido al pecho.
Demasiado pequeño para estar fuera
mendigando solo,
pero allí estaba.
Este siglo extraño
con su matanza de los inocentes
su vuelo a la luna–
y ahora él esperándome
en una ciudad extraña,
en una calle donde me perdí.
Al oír que me acercaba,
sacó un juguete de goma
de su boca
como para decir algo,
pero luego no dijo nada.
Era una cabeza, la cabeza de una muñeca,
muy mordida,
la alzó para que yo la viera.
Los dos sonriéndome con una sonrisa forzada.
Charles Simic, El mundo no se acaba y otros poemas [Ed. 1999]
con un cartel prendido al pecho.
Demasiado pequeño para estar fuera
mendigando solo,
pero allí estaba.
Este siglo extraño
con su matanza de los inocentes
su vuelo a la luna–
y ahora él esperándome
en una ciudad extraña,
en una calle donde me perdí.
Al oír que me acercaba,
sacó un juguete de goma
de su boca
como para decir algo,
pero luego no dijo nada.
Era una cabeza, la cabeza de una muñeca,
muy mordida,
la alzó para que yo la viera.
Los dos sonriéndome con una sonrisa forzada.
Charles Simic, El mundo no se acaba y otros poemas [Ed. 1999]
Noé
Soy uno de esos (escasos) fanáticos del cine de Darren Aronofsky. Puede que sus filmes más logrados sean Réquiem por un sueño y Cisne negro, pero yo siento debilidad especial por El luchador y, sobre todo, por La fuente de la vida (su peli más denostada e incomprendida, que para mí es un disfrute visual y un ensayo rotundo sobre lo que significan la enfermedad, la pérdida y la incertidumbre). Noé, su nueva película, parte de un cómic escrito por él mismo. De modo que no debe verse como un filme bíblico y profundamente religioso, sino como una versión, una interpretación libre del asunto del diluvio. Tan libre que, en su primera mitad, está más próxima a los paisajes apocalípticos y a las vestimentas de La carretera y a las criaturas y batallas de El Señor de los Anillos que al "Génesis". En su segunda mitad me gusta mucho más (pero es una peli irregular, plagada de altibajos) porque el Noé que encarna con pericia Russell Crowe se convierte en un fanático, un hombre loco obsesionado con servir a Dios (o al mensaje que él ha tratado de entender) cueste lo que cueste. Ese retrato le sirve, entre líneas, para criticar los fundamentalismos religiosos, y cinematográficamente a mí me ha recordado al Allie Fox de La Costa de los Mosquitos que interpretaba Harrison Ford (otra peli rara que venero): una especie de loco empujado hacia sus propios límites para obedecer a una idea, hasta el punto de ser odiado por sus propios hijos (lo mismo sucede en Noé).
Aronofsky no es tonto, sabe que la religión está a la baja en Occidente, y por eso no encontramos en su película “La Voz de Dios” ni la mención a los 400 o 500 años que vivían aquellos hombres. Todo queda relegado a lo onírico, a lo simbólico, a la interpretación… Aunque a veces hay escenas más propias de un blockbuster en 3D que de un cineasta tan personal como Aronofsky, la película contiene ideas visuales muy potentes, y planos arrebatadores (los seres humanos que tratan de sobrevivir al diluvio, el sueño en el que Noé ve el mundo anegado por el agua y lleno de cadáveres, las siluetas de los personajes recortadas sobre fondos de color a la manera del Drácula de Coppola…). Lejos de ser redonda o perfecta, es una película interesante que no debería pasarse por alto (al menos si uno es seguidor del cineasta).
jueves, abril 10, 2014
Diario de K., de Karmelo C. Iribarren
Me gusta la literatura que se parece a los días laborables.
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Recuerdo que durante mi segunda lectura de La montaña mágica, hará cosa de una década, cada cuatro o cinco páginas no podía evitar preguntarme qué hacía yo allí arriba otra vez.
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Veo el mundo como si viviese dentro de una lágrima.
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Algunas enfermedades crónicas son como embajadas de la muerte en tu cuerpo.
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Hay gente a la que ayudas y no te lo perdona nunca.
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No hace falta morirse para ir al infierno. A veces basta con que te deje la primera novia.
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En las memorias de los escritores las ausencias suelen ser venganzas.
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Fingiendo se entiende la gente.
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El éxito me mira, y yo a él, cada uno en su sitio, respetándonos.
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En la literatura como en la vida, si vas por libre te lo harán pagar.
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¿Los intelectuales? Haciendo cola en la ventanilla donde pone Premios.
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A veces echo de menos a las novias que no tuve.
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El que no tiene nada de lo que arrepentirse no ha vivido.
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De tu bondad suelen beneficiarse en ocasiones no sólo los que no se la merecen sino los que no te la perdonan.
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Es maravilloso cuando te despiertas, abres los ojos y dices: “Cojonudo. No me he muerto”.
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“Si no votas no tienes derecho a quejarte”, me decían los mismos que ahora me recriminan que no me queje.
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Hasta la fecha, tengo una trayectoria limpia de premios.
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Cuántos amigos lo son solo hasta que tienen que demostrarlo.
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Cuesta y se sufre en el proceso, pero cuando al fin olvidas lo haces para siempre. Verás a esa persona otra vez, pero no verás a aquella. Ni su voz ni su risa te sonarán como entonces. La luz que la envolvía te parecerá ahora una luz vulgar, doméstica, de oficina. Y ese solo será el inicio del derrumbe. No lo permitas. Improvisa una disculpa y aléjate. Y llévate contigo –todo lo intacto que puedas– lo que fue vuestro y único.
[Editorial Renacimiento]
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