Trauma, de Patrick McGrath. De próxima publicación en España (en Mondadori).
"En lo que me concierne, no soy un escritor, soy alguien que escribe…" (Thomas Bernhard)
domingo, noviembre 30, 2008
Géneros periodísticos
Titular de Europa Press: “Periodistas impartirán clases en colegios de Madrid y Cataluña para fomentar el interés, la reflexión y el espíritu crítico”. La iniciativa, si funciona (y espero que lo haga), se aplicará en otras comunidades en lo sucesivo. Lo raro es que no hayan utilizado Zamora como conejillo de indias. Los programas de fomento de la lectura de la prensa en las escuelas obedecen a la actuación conjunta de la Fundación “La Caixa”, la Asociación de la Prensa de Madrid y el Colegio de Periodistas de Cataluña. Y se dividen en dos: “Aprendamos a entender los medios de comunicación” y “La prensa en las escuelas”.
Me alegro. Llevo un tiempo creyendo que al personal se le debería enseñar a leer la prensa y a distinguir entre sus géneros. También sería deseable que hubiera un control más férreo de la ortografía, pero ya sé que hoy eso es imposible (y no señalo culpables: no tengo claro si es por el desinterés del alumnado o por carencias en los programas educativos). Es necesario que los niños aprendan a leer el periódico. Si uno va por un instituto y pregunta a los alumnos cuál es el nombre del diario local y si acostumbran a leerlo, es posible que la mayoría ni siquiera sepa responder. En este sentido, hay que aplaudir el fomento de la prensa que promueve este diario con el suplemento ZA-49, publicación del Grupo Prensa en las Aulas. Es necesario que los adultos sepan leer un periódico y descifrar sus géneros. No todos saben, y por eso se les debe enseñar a los críos en las escuelas. Parece increíble, pero de vez en cuando sostengo discusiones con gente incapaz de distinguir entre una columna y un reportaje, entre una noticia y una crónica; que confunde la subjetividad de los artículos de opinión con la objetividad de las noticias; que confunde a los redactores con los colaboradores y la velocidad con el tocino. Esto, por supuesto, no es culpa de ese puñado de lectores. Nadie nace sabiendo. Por eso repito la importancia que tiene la iniciativa de “La Caixa”.
A este respecto, y durante años, he recibido repetidas acusaciones por mis columnas por parte de quienes no sabían hacer distinciones ni tenían muy claro qué es una columna. Por ejemplo, la acusación de revelar mis gustos personales (pero cito a George F. Will: “Considerando tanto la forma como el contenido, creo que un columnista goza de mucha libertad y está obligado a utilizarla. Ese es su trabajo. (…) No puede estar constantemente cavilando qué querrán leer sus lectores. Si la columna tiene éxito, querrán leerlo a él”), de contar lo que me viene en gana (cito a F. Martínez Vallvey, que fue mi profesor: columna es “un texto en el que una persona analiza, comenta, valora, explica, interpreta un hecho o simplemente cuenta algo a los lectores”), de ser muy literario (Vidal Beneyto y León Gross entienden dos tipos de columnas, entre los que se encuentran los “textos creativos” o “literarios”), de hablar sólo de lo que conozco (J. M. Izquierdo: “El escritor de columnas habla de temas que conoce, que ha vivido y que reprocesa en forma de crítica o de guiño cómplice hacia su lector, hacia su asiduo lector. (…) podemos decir que el columnista español de nuestros días es, la mayor parte de las veces, el protagonista de sus comentarios informando poco de los hechos, de los que opina de forma muy personal. (…) nos encontramos ante textos donde se nos presentan ideologemas de sus autores, comentarios personales basados en sus experiencias personales y poca o ninguna información objetiva”) o de “llevar un diario” (Fernando López Pan: “El columnista cuenta lo que le pasa, mientras que en el resto de los artículos de un periódico se cuenta lo que pasa”).
sábado, noviembre 29, 2008
Public Enemies: primeras fotos
Michael Mann dirige esta película sobre el gangster John Dillinger. El reparto es este: Johnny Depp, Christian Bale, David Wenham, Stephen Graham, Marion Cotillard, Channing Tatum, Giovanni Ribisi, Stephen Dorff, Adam Mucci, Billy Crudup, Stephen Lang, Shawn Hatosy, Emilie de Ravin, James Russo y Leelee Sobieski.
Solamente he tratado de contar contigo
Cuando no era más que un buscador confuso,
y salía a emborracharme con los perdedores,
y recorría los bares una y otra vez,
tratando de asegurar la próxima comida,
y tomaba a quien estuviera a mi lado,
sin preguntarme quién era o qué pensaba,
y me daba lo mismo meterme en una cama o en otra,
porque lo único que necesitaba era una entrada gratis,
y cuando la conseguía podía darlo todo,
porque no me habían pedido nada a cambio,
pude darme cuenta que sólo quien ofrece algo,
llega a recibir lo que espera.
Yo solamente he tratado de contar contigo.
Nunca he querido convencerte de nada,
ni llevarte hasta la ultima montaña,
ni convertirte en algo diferente a lo que eres,
pues creo que no debes necesitar sólo a quien buscas,
sino a quien te está buscando a ti.
Ahora todo se ha quedado dormido en el camino,
yo solamente he tratado de contar contigo,
y de conseguir una entrada gratis,
para no quedarme esta noche sin ti.
Raúl Núñez, Marihuana para los pájaros
y salía a emborracharme con los perdedores,
y recorría los bares una y otra vez,
tratando de asegurar la próxima comida,
y tomaba a quien estuviera a mi lado,
sin preguntarme quién era o qué pensaba,
y me daba lo mismo meterme en una cama o en otra,
porque lo único que necesitaba era una entrada gratis,
y cuando la conseguía podía darlo todo,
porque no me habían pedido nada a cambio,
pude darme cuenta que sólo quien ofrece algo,
llega a recibir lo que espera.
Yo solamente he tratado de contar contigo.
Nunca he querido convencerte de nada,
ni llevarte hasta la ultima montaña,
ni convertirte en algo diferente a lo que eres,
pues creo que no debes necesitar sólo a quien buscas,
sino a quien te está buscando a ti.
Ahora todo se ha quedado dormido en el camino,
yo solamente he tratado de contar contigo,
y de conseguir una entrada gratis,
para no quedarme esta noche sin ti.
Raúl Núñez, Marihuana para los pájaros
Las cortinas de humo
George W. Bush está en un evento tradicional. Se reúne con los miembros de la Federación Nacional del Pavo. Cada año, antes del Día de Acción de Gracias, se perdona la vida a un pavo, criado con el suficiente mimo para que no le propine un picotazo al presidente. Bush llega y dice que este año no sólo perdona la vida a un pavo, sino a dos. Bush es magnánimo, es un buen hombre, a good man, un tipo generoso de gran corazón. Posa su mano sobre el lomo de uno de los animales, junto a los dos miembros; todos sonríen; les hacen la foto. Bush queda, así y antes de irse de la Casa Blanca, como un tipo comprensivo ante las cámaras. Mientras tanto, en Estados Unidos hay más de tres mil personas condenadas a muerte, entre ellas menores y retrasados mentales. Entre ellas el español Pablo Ibar. Un alto porcentaje de los reos condenados son de raza negra. El método de matar al preso mediante inyecciones consiste en tres pasos, y lo explican en Amnistía Internacional. Primer paso: se inyecta tiopental sódico, que provoca el coma inducido. Segundo: se inyecta bromuro de pancuronio, que paraliza todos los músculos, salvo el corazón. Tercero: se inyecta cloruro de potasio, que paraliza el corazón. No siempre el condenado muere en el tiempo previsto. En el corredor de la muerte, mientras esperan, quizá algunos tienen noticia de la generosidad del presidente de EE.UU., que este año indulta a dos pavos.
Comienza la polémica sobre la retirada de los crucifijos en los colegios. La derecha pone el grito en el cielo. Comentaristas y creadores de opinión promueven el debate. España se hunde, los rojos y los laicos la masacran. Hasta aquí hemos llegado, dicen algunos. “La cruz es un signo de la libertad, una garantía de la libertad frente al totalitarismo”, dice Juan Antonio Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal. En el Vaticano deciden perdonar a John Lennon, quien dijo aquello de “Somos más famosos que Jesucristo”: explican que fue una fanfarronada de juventud, el desliz de un chaval a quien el éxito pilló por sorpresa. En todas las cadenas, en todos los periódicos, en todas las páginas nos asaltan con ambas noticias: el debate sobre los crucifijos y el perdón a Lennon, que no sabía lo que hacía y debe ser perdonado. En la trastienda de las noticias, en ese espacio destinado a noticias menores o de poca trascendencia (y no en todos los periódicos, of course) encontramos en los mismos días el siguiente titular: “EE.UU. autoriza las demandas contra el Vaticano por abusos sexuales” y, también, “La justicia de EE.UU. acusa al Vaticano por los curas pederastas”. Existen numerosos casos de pederastia en el seno de la iglesia, pero no faltan quienes se posicionan y dicen que son casos aislados. Leemos que, desde el año pasado, la Iglesia Católica USA ha apoquinado seiscientos quince millones de dólares para resolver las condenas y evitarse los juicios de quienes abusan de niños. La noticia, sin embargo, no crea el mismo debate intelectual que los crucifijos.
El Ayuntamiento de Madrid decide endurecer sus medidas. Cierra varios locales y discotecas de la ciudad, argumentando que carecen de licencias de funcionamiento o que las que tienen no se ajustan a la situación actual de los locales. Hay que dar ejemplo tras la muerte de un chico a manos de los porteros de una discoteca. Hay que chapar lugares emblemáticos, como la Sala La Riviera, adonde iban a tocar numeras bandas españolas y extranjeras, cada año. Para desviar un poco la atención sobre el asunto de la regulación de porteros, pagan justos por pecadores. El ciudadano olvida fácilmente, y ya sólo se acuerda del cebo que le ponen en portada.
viernes, noviembre 28, 2008
Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, de Carlos Salem
Carlos Salem es un francotirador de la escritura. Dispara con bala (las palabras, certeras y bien escogidas) y acierta. En este volumen de relatos es capaz de sacarle otro partido a las 12 definiciones del diccionario de "ligar" (Ligar, en todos los sentidos), de enfrentar a dos personajes con su creador por culpa de una chica (Triángulo), de humanizar a una diosa sin bajarla del pedestal (El pedo más bello del mundo), de lograr que un caco robe muebles y objetos para entregárselos a una mujer que vive en un piso en cuyas esquinas hay demasiados huecos (El ladrón enamorado), de retratar a tres personas que quizá no tengan nada que ver entre sí para que sea el lector quien escoja las afinidades (Teselas), de concebir historias imposibles por correspondencia (La carta prometida, Tus cartas me dan la vida), de enamorar a quien sólo quiere cerrar ventanas de quien sólo desea abrirlas (Ventanas)... Historias de amor, pero no al uso. Y siempre con la maestría de Salem para el juego.
El libro se presenta esta noche en el Bukowski Club. No creo que pueda acudir pero, si te pilla cerca, ve y, al menos, compra un ejemplar: no te vas a arrepentir.
Citas. 97
La historia ha resultado ser una construcción intelectual fluida, sujeta a revisionismos, en la que un grupo determinado de individuos con acceso a grandes bases de datos dominaba a otro grupo con un grado de acceso menor. La vieja idea del “saber es poder” se ha alterado por completo desde que la memoria se puede copiar y pegar: el conocimiento se convierte en sabiduría; y la creatividad y la inteligencia, antes frustradas por la falta de acceso a las nuevas ideas, pueden florecer.
Douglas Coupland, Microsiervos
Mafiosos en Nueva Jersey
Alguien me dijo que “Los Soprano” va mejorando en cada temporada. Parece que es cierto. La segunda temporada incluye algunos nuevos personajes geniales. El más recordado quizá sea Richie Aprile (a quien interpreta David Proval, que debutó gracias a Martin Scorsese en “Malas calles”). Aprile es el hermano de Jackie, el antiguo jefe de la banda, muerto por el cáncer. Aprile acaba de salir de la cárcel y reclama lo que cree que le corresponde tras ser encerrado. Quiere sus antiguos negocios, sus participaciones en los chanchullos. Su parte del pastel. Los creadores de Richie Aprile dejan claro en su primera aparición que éste tiene algo de psicópata y de testarudo. Sin que sepamos quién es, aparece en la pizzería de “Beansie”, le reclama un dinero y, cuando éste se niega a dárselo, le rompe la cafetera de cristal en la cabeza y lo apalea delante de los clientes. Poco después lo atropellará hasta dejarlo medio paralítico. El actor que lo interpreta es una versión reducida de Al Pacino, pero en feo. Tiene el mismo aire en las facciones que Pacino (y tal vez lo imite), aunque Proval es aún más bajito, lo que confiere cierta gracia a sus riñas y enfrentamientos con Tony Soprano, situación que recuerda a las discusiones que tenían Robert De Niro y Joe Pesci en “Casino” y “Uno de los nuestros”. Richie Aprile tiene muy mala leche y es una de las piezas claves de esta segunda temporada. Es un capullo simpático.
Todo lo contrario es otra de las incorporaciones: Janice Soprano (Aida Turturro, prima del gran actor John Turturro), la hermana codiciosa de Tony. Si Richie Aprile dice las cosas a la cara y no esconde muchos secretos, salvo las ganas de convertir al nuevo jefe en fiambre, Janice es maquiavélica y se vale de sus artimañas venenosas para conseguir lo que quiere. Es un personaje irritante, que carece de la gracia que a menudo tiene Aprile, con quien forma pareja. Janice se las arregla para meter cizaña en los oídos de sus parientes. A veces incluso sentimos pena por ella, sobre todo cuando su hermano la abronca. Las broncas de Tony Soprano son legendarias. Y siempre asustan, y el personaje está cabreado en todos y cada uno de los capítulos (de ahí una de las razones para acudir al psiquiatra, pues su ira le impide tener relaciones normales con su mujer, sus hijos, su madre y sus hombres).
Hay otro personaje que aparece en esta segunda temporada y que apenas dice una palabra, pero confieso mi admiración por él. Se trata de Furio Giunta. Es el hombre perfecto para ejecutar los trabajos sucios sin proferir una queja y sin fallar. Furio tiene que partir caras, doblegar a los que no pagan y convencer a quienes se resisten. Y no suele fallar. No se cuestiona las órdenes y cumple sin rechistar. También es uno de los encargados de tirar de gatillo. Si es necesario, despedaza cadáveres para hacerlos desaparecer del mapa. A Furio lo reclutan en tierras napolitanas. Su antiguo feje era una mujer. Tony Soprano negocia con ella y se lo lleva a Estados Unidos. Furio, aunque es italiano, tiene cierto aire a Jackie Chan. Aunque en esta temporada adquieren menos protagonismo dos de los mejores personajes de la primera, es decir, la madre y el tío de Tony, sus intervenciones resultan inolvidables. Dos viejos cascarrabias que siempre andan enredando. De vez en cuando salen rostros conocidos del cine. El actor y director Jon Favreau. El psiquiatra al que encarna Peter Bogdanovich, gran director y actor ocasional. En la primera temporada salió Maria Grazia Cucinotta (a la que recordamos por “El cartero y Pablo Neruda”). A veces aparece Robert Patrick, aquel famoso villano de “Terminator 2”.
jueves, noviembre 27, 2008
Bolaño salvaje. Edición de Edmundo Paz Soldán y Gustavo Faverón
EL LIBRO
Este volumen, en edición de Edmundo Paz Soldán y Gustavo Faverón Patriau, reúne 23 textos que amplían y enriquecen la obra y la figura de Roberto Bolaño. El libro se completa con una presentación a cargo de los dos editores, con el discurso del escritor al aceptar el Premio Rómulo Gallegos, con una breve entrevista concedida en el 98 y con apéndices que contienen biografías y otros datos precisos. Los ensayos abordan la obra del autor desde diversas perspectivas: la política implícita en sus novelas, su estética y su percepción del mundo, sus influencias y sus contradicciones. Tienen la palabra tanto estudiosos como escritores amigos. El resultado es un espejo donde se refleja de modo casi completo el escurridizo Bolaño, visto desde múltiples ángulos. Bolaño salvaje se convierte en una guía imprescindible no sólo para admiradores de su obra, sino también para quienes no han leído sus cuentos, sus novelas y sus poemas y tal vez necesiten un intérprete que les alumbre el camino. Lo mejor que puede decirse del libro y sus ensayos es que uno siente la urgencia, la necesidad, de adentrarse en las obras de Bolaño que aún no conoce y de releer las que ya conocía.
EL DOCUMENTAL
El libro incluye un dvd con el documental Bolaño cercano, que sirve de complemento a los ensayos. Dirigido por Erik Haasnoot, y con una duración de 40 minutos, recoge declaraciones y conversaciones de su mujer y de sus hijos y de escritores que le acompañaron en el camino: Enrique Vila-Matas, Rodrigo Fresán, A. G. Porta y Juan Villoro. Nos ofrecen la posibilidad de conocerlo un poco más y de ver parte de su biblioteca y los cuadernos que corregía hasta la extenuación.
Retratos de nuestro tiempo
Uno de los nombres imprescindibles de los noventa fue el del canadiense Douglas Coupland. Entonces no me interesó su obra, quizá por la manoseada etiqueta de la Generación X. Quizá porque me interesaban otras cosas. Ese fue uno de mis errores, que ahora pago con creces. Es decir, hace unos años empecé a interesarme por su obra y resulta que casi toda está descatalogada o es muy difícil de encontrar. Son fáciles de encontrar las únicas que, de momento, no me interesan: “La segunda oportunidad” y “Todas las familias son psicóticas”, lo cual no significa que dentro de un mes no me dé por comprarlas y leerlas. Me ha costado meses de búsqueda (y, en algunos casos, años) hacerme con ejemplares de “Generación X”, “Polaroids”, “Planeta Champú”, “La vida después de Dios” y “Microsiervos”. Especialmente “Microsiervos”, un libro que, sin que alcancemos a comprender las razones, no se ha vuelto a reeditar y que cientos de lectores aún buscan. Conseguí un ejemplar en buen estado: una primera edición, de septiembre del noventa y seis, en una librería de viejo.
El último libro de Coupland en España es uno de sus mejores trabajos: la novela “El ladrón de chicles”. Nunca sabemos por dónde va a salir Coupland y por eso siempre nos sorprende. Tiene algo de mago con chistera llena de trucos, y suelen ser trucos fascinantes. Pero creo que ninguno me fascinó tanto (de momento, y a la espera de leer “Planeta Champú” y “jPod”) como “La vida después de Dios”. Parecido embrujo me despertó la lectura reciente de “Microsiervos”. He tardado más de diez años, así que no voy a descubrir la pólvora a estas alturas. Pero es una maravilla. Coupland es un visionario y ya lo hizo todo en ese libro. Con “todo” me refiero a retratar antes que nadie el mundo de tecnología que nos rodea, el mundo en el que ahora nos movemos: la presencia necesaria de la informática, las búsquedas en la red, los correos electrónicos, la mensajería instantánea, el influjo de algunas claves del pasado en varias generaciones (los personajes viven obsesionados con las figuras de Lego), el predominio de las marcas comerciales en nuestra vida cotidiana, el poder de las viejas series de televisión, el modo en que ahora nos preocupamos más por conservar la memoria del mundo en los ordenadores y en los discos duros antes que en construir la Historia, etcétera. Y me refiero a su habilidad para la tipografía, algo que a mí me entusiasma y que a los editores españoles parece no gustarles: distintos tamaños de letra, diversas fuentes, numerosos códigos y lenguajes, uso de numeraciones y viñetas, inserción de símbolos y otras innovaciones (en aquel momento lo eran, creo). Así, cada página es un disfrute visual, y cada capítulo un retrato de nuestro tiempo.
Si, dentro de mil años, alguien quiere saber exactamente cómo era la vida en los noventa y principios del siglo veintiuno, tendrá que recurrir a los libros de Coupland, que reflejan el mundo externo pero también el interno, el que atañe a las preocupaciones del hombre, que al fin y al cabo son parecidas a las preocupaciones del hombre de hace décadas. Y eso es lo mejor de este escritor: que el envoltorio es perfecto y retrata el mundo informático y posmoderno, pero no se queda ahí. Pues sus personajes, al final, suelen experimentar una búsqueda, anhelan un cambio y saben que lo que de verdad importa son las relaciones humanas, y no las tecnológicas. Por eso los geeks de “Microsiervos”, aunque se sirven de las herramientas digitales para entretenerse y trabajar, acaban liberándose de sus ataduras, de sus tumbas en vida, descubriendo el amor y relacionándose con otras personas. Saliendo a la luz.
miércoles, noviembre 26, 2008
Birthday
I turned 35 in Luxembourg,
Somewhere
……….....between Paris & Germany.
There is a red bridge here
Where Helen said
People commit suicide all the time,
But, I didn’s see anyone
On the rail.
I’m here shooting a film called: ….A House in the Hills.
I miss my son.
I miss my wife.
I have nightmares when I try to sleep, but
I like the fog
In the morning.
Michael Madsen, The Complete Poetic Works. Vol. I: 1995-2005
Somewhere
……….....between Paris & Germany.
There is a red bridge here
Where Helen said
People commit suicide all the time,
But, I didn’s see anyone
On the rail.
I’m here shooting a film called: ….A House in the Hills.
I miss my son.
I miss my wife.
I have nightmares when I try to sleep, but
I like the fog
In the morning.
Michael Madsen, The Complete Poetic Works. Vol. I: 1995-2005
De vuelta al Buko
Una noche de la semana pasada volví al Bukowski Club de Malasaña para leer un fragmento de un libro ajeno: “El laberinto de Noé”, de Esteban Gutiérrez Gómez. Tras la barra estaba Carlos Salem, como es habitual. Hace poco agotó la edición de la premiada “Matar y guardar la ropa”, su segunda novela en Salto de Página tras “Camino de ida”. Carlos no para. Me contó mientras nos servía unas cervezas que, en breve, va a publicar un poemario. Noticia que me agrada, pues hace meses me envió por correo electrónico algunos de sus poemas y puedo decir que son como puñetazos o como lingotazos de whisky a palo seco. Me fijé en un cartel que anunciaba la presentación de otro libro de su cosecha para este viernes por la noche, en el mismo Buko (así lo han bautizado sus parroquianos): “Yo también puedo escribir una jodida historia de amor”. Me dijo que era un libro de relatos del que acaban de salir de imprenta los primeros ejemplares. Le pregunté si tenía uno tras la barra para vendérmelo. Lo tenía. Lo compré y voy a intentar leerlo antes del viernes, aunque no prometo que pueda asistir.
Esteban Gutiérrez ya había presentado “El laberinto de Noé”, una novela de estupendos relatos, en otra ocasión. Pero esta vez quiso hacer algo especial: que los lectores acudieran al bar y leyeran su fragmento favorito. Algunas personas anunciadas en el cartel no acudieron. Yo leí el monólogo de un personaje sobre las ciudades, sobre los mercados matutinos y el embrujo propio de las calles, los bares y los edificios. En mi blog colgué otro fragmento del libro, y merecía una reseña. Pero los últimos días de la semana pasada han sido de locos, con un montón de visitas, compromisos, tensiones y otras historias. El fin de semana tuve que renunciar a invitaciones de comidas, de cenas y hasta de fiestas de cumpleaños, pero no se puede estar en todo y en Madrid existe una desventaja: no se pueden hacer planes previstos con una hora de antelación, como por ejemplo sí se pueden hacer en Zamora. Lo que no tuve tiempo (ni fuerzas) para decir del libro de Esteban lo digo aquí y ahora: es una novela muy diferente a todo lo que hayan leído. Dos personajes tejen una red de historias mientras intentan desentrañar el misterio del abuelo de uno de ellos. El abuelo no sale, pero su nombre aparece en el título. Esos dos personajes deciden retarse mediante la escritura. Escogen un tema, se dan un plazo y presentan sendos cuentos sobre ese tema. La gran virtud de Esteban es que, en cada ocasión, los dos relatos son muy diferentes entre sí, como si detrás de las páginas hubiera, en efecto, no un escritor, sino dos.
Admito que me gustan las presentaciones del Bukowski, aunque a menudo me da pereza desplazarme hasta Malasaña. Me gustan porque, al tratarse de un bar, con iluminación poco intensa, ruido de fondo y el personal tomándose un chisme, la gente está menos tiesa que en las presentaciones al uso; está menos nerviosa, más a gusto. Y, como no hay butacas, no se corre el peligro de tener a esos fulanos que van a las presentaciones a dormir. De este bar salió hace poco una antología sobre las jam sessions poéticas que suelen celebrarse los miércoles por la noche. La presentaron en Fnac, pero tampoco pude acudir. Es una buena guía para conocer numerosas muestras de la poesía joven y alternativa que se está cociendo en estos momentos. Una buena guía para descubrir autores. Nunca he ido a las sesiones de los miércoles. Prefiero no hacerlo, salvo que al día siguiente caiga en fiesta. Sé que, de ir, acabaría llegando a casa a las tantas de la mañana. Y luego cuesta madrugar.
martes, noviembre 25, 2008
Día 7: más Resaca en Madrid
Allí estaremos. Lo volveré a anunciar unos días antes. Reserva la fecha. Esta fiesta puede ser la mejor de Hank Over.
Microsiervos, de Douglas Coupland
Douglas Coupland capturó la atmósfera informática de los 90 en esta sensacional novela que cuenta la historia de varios programadores que empiezan trabajando en Microsoft y abandonan el territorio de Bill (Gates, claro) para participar en otro proyecto donde al menos puedan tener una vida propia y algo de personalidad: en Oop!, definido como una caja de construcción virtual: una caja sin fondo de piezas de tipo Lego en 3D que corre en plataformas IBM o Mac con unidades CD-ROM. Los geeks y los nerds del libro son retratados a través del diario escrito por el protagonista. Su existencia es sólo su trabajo, hasta que escapan de Microsoft y empiezan a mantener relaciones, a enamorarse, a concebir hijos, a construir algo que hasta entonces no tenían: una vida de verdad. En mi artículo del jueves hablaré más de este libro, que he tardado años en conseguir. Ahora os dejo con un fragmento:
Me he puesto a pensar en mi existencia en Microsoft, confinada, vacía de amor y de sensaciones, y me he cabreado. Ahora lo que quiero es olvidar todo el asunto y dedicarme a tener una vida propia, a estar vivo. Quiero olvidar el modo en que he hecho caso omiso de mi cuerpo, año tras año, a la búsqueda del programa, a la búsqueda de la abstracción ajena.
Hay algo en una cultura tecnológica monolítica como la de Microsoft que hace que los seres humanos se replanteen aspectos fundamentales de la relación entre el cerebro y el cuerpo, el alma y las ambiciones, las cosas y los pensamientos.
Hay algo en una cultura tecnológica monolítica como la de Microsoft que hace que los seres humanos se replanteen aspectos fundamentales de la relación entre el cerebro y el cuerpo, el alma y las ambiciones, las cosas y los pensamientos.
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Debería coleccionar el spam mal traducido que me llega con frecuencia. Copio uno de los mejores: “Hola, querida. Por favor, perdona a perturbar su precioso time.We son Tai Pingyang company.This es un company.one electrónico de los mayores mayoristas de comercio internacional principalmente en China.We vender productos eléctricos, tales como ordenador portátil, TV LCD, cámara, móvil, MP4, GPS, y así sucesivamente. Podemos ofrecer la alta calidad y precio competitivo, y todos los productos vienen con garantía internacional” (sic).
“Cinta Transportadora”
El sábado por la mañana entré en la edición digital de este periódico para ver los titulares y me llevé una grata sorpresa. El poeta y cantautor Ángel Petisme, a quien conozco de algunos proyectos comunes y de algunos fastos literarios de Madrid, había ganado el VII Premio de Poesía Claudio Rodríguez, organizado por el Florián de Ocampo. El libro se titula “Cinta Transportadora” y mezcla prosa y poesía. Me alegré mucho. Esta noticia me facilita la excusa ideal para hablar hoy de Ángel. Yo no sé si en mi ciudad la gente conoce sus discos y sus libros, pero deberían.
Recomiendo leer, por ejemplo, el último poemario que ha publicado (también incluye algunos textos en prosa): “Demolición del Arco Iris”, donde tan pronto nos introduce en Lavapiés y las calles mojadas por la lluvia como nos lleva a territorios que le sirven de denuncia o dedica páginas a la actriz Eva Mendes, una de las hembras indispensables del cine actual. Éste último es uno de mis textos favoritos del libro. Leamos un fragmento: “He caminado en sueños con Eva de la mano en una tarde lluviosa de Nueva York con su traje de tweed y su melena recogida bajo el sombrero. Eva subida en una vespa en una campaña de Revlon, Eva de rojo con un escote vertiginoso hasta el ombligo, Eva en braguitas tumbada sobre un piano blanco, Eva apoyada en un altar leyendo la prensa con sandalias atadas a las pantorrillas”. Es un libro extraño, misceláneo, en el que el autor demuestra una de sus señas de identidad: el compromiso con los desfavorecidos y con quienes han soportado las injusticias. Petisme es un tipo curtido ya en mil historias (viajes, conciertos, libros, carreteras) y sabemos que el galardón no se le subirá a la cabeza. En su blog afirmaba el otro día: “El premio es vuestro. Seguro que lo merecían más muchos de los que se presentaron, pero por una vez me tocó a mí la lotería. Gracias por estar ahí”. Siempre que me lo he encontrado en las presentaciones literarias iba a tocar la guitarra sin cobrar nada a cambio. Eso lo hace muy poca gente, y menos si tiene tantos discos a la espalda. A Petisme le pedimos que aparezca en Fnac con su guitarra para tocarse un par de temas y lo hace. O que se presente en cualquier garito de vanguardia, en el que jamás ponen los pies los chicos de la prensa, y aparece y da lo mejor de sí mismo. Lleva su guitarra, se sienta en un taburete y nos ofrece un par de canciones. Repito que eso lo hace muy poca gente sin pedir talegos. Es, además, y como otros escritores de su generación a los que conozco, un juerguista incansable. Aunque tiene once años más que yo, juro que no es fácil seguirle el ritmo. Y aunque en las fotos salga serio, con turbante en el desierto, o con cara de comprometido con causas humanitarias (y lo es, y mucho), yo aseguro que en el trato de tú a tú brilla por su humor, que es un cachondo.
Ángel recibió la noticia del premio en la misma fecha en que le dijeron que había fallecido un primo hermano suyo (así lo contó en su bitácora). Una de cal y otra de arena. A menudo viaja a países pobres para colaborar en ayuda humanitaria, y escribe en su blog cosas tan contundentes como esta: “África expoliada, ultrajada, enferma de paludismo, sida y poliomielíticos en sus sillas de ruedas devoradas por el óxido, desposeída de sus riquezas por Francia, Holanda, Portugal, Bélgica, Gran Bretaña, Estados Unidos… y ahora por sus líderes políticos revolucionarios aferrados al poder y convertidos en caudillos absolutistas”. El libro galardonado lo publicará Hiperión. Yo espero celebrarlo con él en una fiesta literaria del día siete de diciembre, en la Sala Gruta 77 de Madrid. Espero que acuda.
lunes, noviembre 24, 2008
Appaloosa
Ed Harris, director de la película, apuesta por un realismo poco frecuente en el western: detenciones, juicios y condenas, cuando lo habitual suele ser que lo resuelvan todo a tiros. Pero también hay lugar para los duelos, los asesinatos y la aparición de los indios, claves propias de algunos de los western más célebres de la historia. Sobresalen Viggo Mortensen y Ed Harris en la piel de dos tipos duros. Creo que Jeremy Irons está desaprovechado y cada día aguanto menos a Renée Zellweger (prefiero a Ariadna Gil, que aparece tres o cuatro veces en el filme). Sobresalen los diálogos, con algún toque de humor por parte de los personajes. Pero me faltó algo. Quizá la profundidad de El asesinato de Jesse James o la intensidad de El tren de las 3:10, por citar dos de los últimos estrenos del género.
Angel Petisme: VII Premio de Poesía Claudio Rodríguez
Por el libro Cinta Transportadora. Un premio que ha ganado, además, en mi tierra. Enhorabuena, compañero. Noticia: aquí.
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De los comentarios del blog de “Hank Over” rescato una frase estupenda del limeño Miguel, “el dueño de los cajones”: “Veo que acá se reúnen los malditos, los genios y los locos”.
Ese instante de debilidad
Las cafeterías de las estaciones de servicio, los bares y restaurantes de carretera y demás locales situados entre una y otra ciudad son tierra de nadie. Tienen algo de frontera, de sitio donde todo puede ocurrir y donde al final nada ocurre porque la gente va de paso y sólo quiere detenerse a echar una meada, poner gasolina y tomarse un café o un pincho de tortilla. A veces uno tiene que parar el coche, no puede hacer el viaje de una sola tacada y necesita repostar. Necesita que el cuerpo tome alimento y bebida y que el vehículo trague ese combustible cuyo precio está por las nubes. Y uno entra en una de esas cafeterías donde la gente con aspecto somnoliento y cansado hace cola para comer una porción de tarta de chocolate o un bocadillo de lomo con pimientos, o para entrar a los servicios, que siempre están recién fregados o, por el contrario, malolientes y llenos de desperdicios. Allí están los viajeros, han hecho su pausa, deben tomar aliento y seguir on the road. En algunos locales de carretera hay división entre fumadores y no fumadores. Los segundos parecen apestados, recogidos en salas diminutas donde hiede a humo y a ceniza, donde los confinan como a enfermos.
Uno pide su café. Solo. Con leche. Cortado. Lo que sea. Se lo lleva a una mesa, a beberlo con calma. Tal vez uno sea el copiloto o el conductor de un coche o puede que sea un pasajero de autobús, harto de la calefacción y de la mala película que han puesto en el televisor del vehículo. Pero, en cualquier caso, uno está cansado y necesita un respiro. Y no es por el viaje, aunque también. Sino porque, en la carretera, uno tiende a hacer recuento. De los problemas diarios, de las angustias nocturnas, de los escollos semanales, del trabajo, de esto y de aquello. Uno se sienta, rasga el sobre de azúcar, lo echa en el líquido y le da vueltas con una cucharilla. Entonces mira alrededor y todo el mundo tiene la misma expresión. Cansancio. El viaje purifica en cierto modo porque los ojos se ensanchan mirando cielos y paisajes, pero también resulta agotador debido a ese recuento mental de escollos y tribulaciones. Los problemas se acumulan en los hombros y en la base del cuello y es en ese instante, sentado allí, en una mesa con manchas de un restaurante de carretera, con otros viajeros en torno que asumen también las duras noticias de su rutina, dando vueltas con la cucharilla a un café de máquina, cuando uno se pregunta por el sentido de su vida.
En esa tierra de nadie, en esa frontera donde todo parece estancado, a pesar del vaivén de los viajeros que vienen y van, no hay problemas. Allí, el viajero no tiene jefes ni horarios de trabajo ni compañeros de oficina ni vecinos ni conocidos con los que cruzarse. Allí no hay electrodomésticos que se estropeen, ni un buzón con facturas, ni correos electrónicos con noticias pésimas, ni los malos rollos que uno ve en la calle o en la cola de la pescadería. Allí no hay nada de eso. Sólo está la gente de paso, gente que emplea apenas unos minutos en esa pausa y luego retoma el camino. Sólo está tu café, los pensamientos dando vueltas y la carretera ahí fuera. Tal vez entonces pienses en aquel vagabundo al que viste un día, quizá en este mismo local en el que estás sentado. Se dedicaba a vivir por aquí, en esta frontera entre ciudades, con los ojos puestos en alguna ensoñación y una manada de moscas en torno a sus hombros y a las migas prendidas en la barba. Tal vez pienses, en un instante de debilidad, que deberías apagar el móvil o arrojarlo al arcén, y empezar a vivir en la frontera, como el vagabundo, encerrado en tu mundo. Luego acabas el café de un trago, te pones en pie y sales en busca del coche o del autobús. A seguir viajando. A seguir luchando.
domingo, noviembre 23, 2008
El gaucho insufrible, de Roberto Bolaño
Este libro me lo regalaron tres personas muy especiales. Incluye cinco relatos escritos bajo la influencia de Borges, de los que destaco Jim, El gaucho insufrible y Dos cuentos católicos, que une de manera admirable dos historias que confluyen en un punto. Y termina con dos conferencias sobre la literatura en las que Bolaño emplea toda su acidez para criticar a unos cuantos escritores y poetas. Grandísimo autor, Bolaño.
Gomorra
Buena e impactante película, rodada con el estilo realista y documental de Ken Loach, lo que acerca más al público la historia y la atmósfera decadente y sórdida del libro de Roberto Saviano. El único pero que, a mi juicio, tiene la adaptación es que opta por representar a los soldados a pie de calle, apenas tocando el tema de las altas esferas y jefes de la Camorra. Es decir, acaba siendo un retrato de lo que ocurre en el exterior (chavales que venden droga, bandas que se matan, chicos que roban), sin que veamos a esos capos que aparecían en el libro, viviendo en las mansiones. Pero la película golpea y su director crea algunas escenas memorables.
Carnaza
A nadie asombra ya la capacidad de la televisión para convertir las tragedias en culebrones, los dramas en reality shows, el dolor ajeno en carnaza, las lágrimas en un festival de amarillismo. Saben que lo que vende (y lo que ofende) es sacar el plano de una madre llorando, de una novia destrozada hablando ante los micros, de una abuela tirándose de los pelos. Se aprovechan de ese estado inconsciente en que las personas, trituradas por el dolor, no son capaces de advertir que las va a ver toda España en televisión porque lo que les importa de verdad es que han perdido a alguien. Tal vez unos días después, con más calma y algunas horas de sueño reparador, se darán cuenta de cómo las cámaras las capturaron no para informar, sino para vender carne. Carnaza. Como la que le daban Quint, Hooper y el jefe Brody al tiburón blanco de Steven Spielberg: tajadas gruesas de carne como cebo eficaz. Los espectadores somos los tiburones, los peces que engullimos la carnaza. O no. Porque en realidad muchos preferimos cambiar de canal. De hecho, nos basta con ver el anuncio de marras en el que han convertido los asesinatos en un culebrón para decidir cambiar de canal (nadie apaga la televisión cuando no quiere ver algo, como nos muestran las series y el cine: en la realidad, sólo pasamos a otra cadena).
El fin de semana pasado asesinaron a un chaval de dieciocho años en una discoteca de Madrid. Se le vinieron encima los porteros. Le dieron una paliza mortal. Todo el mundo conoce el asunto y no hace falta que insistamos más. Pero debemos hacer un inciso antes de retomar el hilo del primer párrafo. Los búhos de la noche odian a los porteros. La gente que sale de copas detesta que no le dejen entrar en un garito porque tiene el pelo largo, o porque usa zapatillas. Detesta que las chicas pasen gratis y los hombres tengan que pagar entrada, como si fueran tontos. Pero estas reglas del juego no las imponen los porteros, sino sus jefes. El que está en la puerta obedece. Hay dos tipos de cancerbero: están los que sobrepasan los límites y los que prefieren no cruzar la línea. Abundan los primeros. Y hay unos pocos con sentido común, incluso se puede charlar y bromear con ellos y también suelen aguantar mucha mierda, mucho desvarío de borracho, bromas y vaciles. Otro inciso: hace años, en un viaje de fin de semana a Madrid, vi cómo tres porteros/armarios sacaban a un beodo de una disco, lo tiraban entre dos coches y decidían hacer con sus costillas el baile que se marca Álex en “La naranja mecánica” con el viejo indefenso al que dejan en silla de ruedas. Un último inciso: hay algunos pubs de Zamora en los que no he vuelto a entrar, gracias a la mala educación de sus porteros. Su regulación profesional nos va a venir bien a todos. Para que ningún chaval tenga que morir en la calle, ni agonizar en el suelo mientras sus agresores lo patean.
Tras la muerte de este chico, en televisión (no voy a mencionar la cadena, y en realidad da igual) cogieron unas cuantas imágenes de llanto y dolor de los familiares y amigos, le dieron el enfoque amarillo que parodiaba Oliver Stone en “Natural Born Killers”, pusieron una voz en off con el tonillo dramático que se emplea para anunciar telefilmes de embarazos no deseados y traiciones conyugales, y ofrecieron un paquete de carnaza. Trataron el asunto como si fuese un telefilme de sobremesa. Es lamentable. Sólo vi el anuncio. No hizo falta más. Con eso basta para saber que estaban haciendo (una vez más) el juego sucio con el dolor ajeno. Que convertían una tragedia en un festín televisivo, una suma de morbo y lágrimas.
sábado, noviembre 22, 2008
Poema doce
.......................................................................A David González
En tu rincón del cuadrilátero dormitas. Esperando.
Estudias al adversario: sus oscuros rincones
( todos los tenemos )
Observas, siempre observas.
En silencio.
Estudias al adversario:
Sus acciones, sus palabras, sus movimientos…
Sobre todo sus miradas.
Siempre en silencio.
Meditas tu acción. Al fin te levantas.
Y respondes al contrario con poemas, con vida plasmada en ellos.
Tu vida, su vida, nuestra vida reflejada en el papel.
Toda tu vida escribiendo, toda la vida observando.
La vida, hermano, es un inmenso ring.
Hagamos de ella un poema.
Nuestro, vuestro poema.
En tu rincón del cuadrilátero dormitas. Esperando.
Estudias al adversario: sus oscuros rincones
( todos los tenemos )
Observas, siempre observas.
En silencio.
Estudias al adversario:
Sus acciones, sus palabras, sus movimientos…
Sobre todo sus miradas.
Siempre en silencio.
Meditas tu acción. Al fin te levantas.
Y respondes al contrario con poemas, con vida plasmada en ellos.
Tu vida, su vida, nuestra vida reflejada en el papel.
Toda tu vida escribiendo, toda la vida observando.
La vida, hermano, es un inmenso ring.
Hagamos de ella un poema.
Nuestro, vuestro poema.
El Kebran, Satélite de inhóspito planeta
Jess Franco
En el asunto cultural español la cosa suele funcionar así: a veces hay que llegar a viejo para que a uno le reconozcan los méritos. Conocemos cientos de casos, pero voy a hablar del más actual. Leemos que la Academia de Cine va a entregar el Goya de Honor a Jesús Franco (el tío Jess) por “su larga, rica y variada filmografía, así como por su absoluta entrega a la profesión”. Ahora. Justo ahora, cuando este hombre polifacético pasa de los setenta años y todo este circo de los premios y los homenajes en realidad le importará un bledo. Él ha dicho: “Nunca esperé reconocimiento de mi carrera”. Ahora, después de años de luchar en la sombra, de poner en pie proyectos sin un duro, teniendo que encargarse él mismo del guión, la dirección, la música o el montaje, rodando siempre sin subvenciones ni ayudas de ninguna clase, siendo homenajeado en otras tierras pero no en España, soportando los tiempos de la censura, las prohibiciones y la falta de apoyo de la crítica española, ahora, justo cuando ya le da igual, viene la Academia y le dice que le da un premio porque es un referente.
Tuvo que llegar Quentin Tarantino a decir que era fan de las películas de Jess Franco para que le hicieran caso las altas instituciones. Para que no pensaran que era sólo un loco empeñado en rodar película tras película a pesar de la falta de apoyos y de ayudas y de reconocimiento. En España, a menudo hay que atravesar un calvario para que a unos cuantos les reconozcan oficialmente su trabajo. Es como si dijeran: “Bien, ha vivido en el infierno durante toda su vida. Ya podemos compensar sus esfuerzos”. A Jesús Franco siempre le dieron calabazas en este país, pero nunca se rindió. Hace años leí su autobiografía, “Memorias del tío Jess”, esclarecedora y divertidísima, y hacia el final del libro hablaba de un filme que había rodado en París: “La película tuvo muy buena acogida, de crítica y público, y hasta la crítica oficial habló bien de nosotros. En España nunca se ha estrenado”. Es sólo una muestra del trato que ha recibido aquí y en el extranjero: muy diferente en ambos casos. En los últimos pasajes de estas memorias escribe: “A mi alrededor han ido naciendo, madurando y pudriéndose muchas falsas bahianas, estancadas en su glotonería y en su estupidez. Le han pedido al cine fama, gloria y dinero, olvidándose de que el cine es, sobre todo, una cuestión de amor, del que sea, y que el amor es generoso”. Hace casi un año, mi colega Andrés Ramón Pérez Blanco entrevistó a Jesús Franco y a su mujer, la actriz Lina Romay, para el fanzine “Creatura”. El tío Jess, hablando de las preferencias de su filmografía, le contaba: “He realizado 206 películas. De entre ellas destaco “Necronomicon”, “Ángel Negro”, “Justine”, “Drácula contra Frankenstein” y “Lucky el intrépido”. Casi todas las películas que he hecho me gustan menos que éstas”.
Jesús Franco es un hombre indomable, maldito, rebelde. No se ha vendido y España nunca se lo perdonó. Ha hecho lo que ha querido. Con pocos medios, casi siempre, y sin posibilidad de estreno en la mayoría de nuestras salas, las más de las veces, y soportando la calificación de “S” y “X” que convertía sus películas en obras prohibidas, de modo a que los chavales de mi tiempo, a mí al menos, nos eran vedadas. Teníamos que conformarnos con mirar las carteleras y las fotos en las fachadas de los cines de barrio. Le dan un Goya de Honor a Jess. Imagino que estará flipando. Riéndose por dentro, aunque es humilde y lo aceptará. No quiero perderme el discurso. Y que la Academia no olvide que Tarantino es fan de otro español maldito: Paul Naschy. Que vayan preparando el siguiente galardón. Ambos lo merecen.
viernes, noviembre 21, 2008
Red de mentiras
Tras varias películas algo flojas (Los impostores, Un buen año) o simplemente malas (El reino de los cielos), Ridley Scott regresó con fuerza en American Gangster. Sin alcanzar la maestría de esta última, Body of Lies contiene ese vigor y esa tensión que un filme de estas características necesitaba. No está mal. Lo mejor: los actores. Sobresale un Leonardo DiCaprio convertido en el peón de juego de guerra y espionaje de un tablero que los peces gordos manejan desde sus despachos, mientras los hombres de a pie apuestan el pellejo y se bañan en sangre, suya y ajena.
Dos novedades y un premio
Nórdica Libros publica estos dos libros a la vez. Quisiera llamar la atención sobre los mismos:
-El capote, de Nikolái Gógol, se reedita con ilustraciones de Noemí Villamuza y una nueva traducción de Víctor Gallego. Leí hace muchos años este magistral relato, que ha influido en la obra de tantos autores. Durante un tiempo estuve obsesionado con esta sencilla historia, la de un pobre al que roban el abrigo que acaba de comprarse. Está incluido en el volumen La nariz y otros cuentos, que, casualidades de la vida, contenía un extenso apéndice de Constantino Bértolo, nuestro editor de Hank Over. Lo diré sólo una vez: nadie que ame la literatura debe dejar de leer El capote. Es imprescindible. Yo voy a releerlo en esta edición.
-Chavales del arroyo, de Pier Paolo Pasolini, es otra reedición de la más célebre novela de este poeta, escritor y director de cine asesinado en Ostia. Para mí supone la ocasión perfecta para leerlo. Nueva traducción de Miguel Ángel Cuevas y una gran portada, con el rostro atormentado de Pasolini en primer plano.
Aprovecho para comentar que las editoriales Nórdica Libros, Periférica, Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta y Sexto Piso han recibido el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial 2008. Una gran noticia, sin duda, que da un respaldo a las editoriales independientes. Recordemos que estas siete editoriales formaron juntas el proyecto Asociación de editores Contexto.
Trailer de Coraline
Basada en la novela de Neil Gaiman. Del director de Pesadilla antes de Navidad y James y el melocotón gigante. Tiene buena pinta. Aquí.
Cuartos viejos y sucios
Una situación muy deprimente es pasar la primera noche en un piso cochambroso en el que vas a alojarte durante unos cuantos meses. Volvemos hoy a otra de las historias de Aleksandar Hemon: en el relato “Blind Jozef Pronek & Dead Souls”, de claro corte autobiográfico, el protagonista llega a Chicago y se aloja en casa de una amiga a la que conoció en Ucrania. El piso es de ella, y lo comparte con un novio con el que ya ni siquiera mantiene relaciones. Incluso se atreve a llevar amantes, ante la estupefacción de su pareja. Pronek, álter ego de Hemon, entra en un piso dominado por la mugre y la cochambre. Con el salón atestado de cajas de hamburguesas vacías y de recipientes de refrescos, con ceniceros de los que rebosan colillas, con manchas de ketchup en las paredes, el fregadero de la cocina atascado por el moho y la vajilla sucia. Mediante esa descripción notamos el desamparo de Jozef. Está claro que salir de su tierra, viajar a un país con otra lengua y alojarse en un piso lleno de basura mientras en los noticiarios sale su pueblo masacrado por los obuses y las balas de los francotiradores, no es un paso hacia la felicidad. Más adelante, busca trabajo, reúne algún dinero y alquila por su cuenta otro pequeño apartamento, con pocos muebles y una prole de cucarachas que corretean por la casa.
Dichos pasajes del relato recuerdan a los lectores lo que significa meterse en casas ajenas, en pisos de alquiler para estudiantes, en buhardillas que nos prestan y cosas así, cuando esos pisos son ricos en grietas, platos sucios, agujeros en las paredes y valerosos insectos. Porque la primera noche es la más dura. Cuando uno apaga la luz y el peso de las sombras y la tristeza de las paredes se le cae encima y lo ahoga, impidiendo que duerma un sueño plácido y reparador. En muchas películas vemos esa situación. El hombre (o la mujer) que alquila un piso barato y luego, una vez recibido el juego de llaves, se planta en medio de la soledad y el desamparo del cuarto principal y se deprime. Lo más duro es soportar la primera noche. A la mañana siguiente, conviene salir a comprar productos de limpieza y algunos adornos para las paredes. Cualquier cartel o foto que encubra un poco los muros. Esa situación también se da en “El puente desafinado. Baladas de Nueva York”, del que hablé hace poco. En cuanto se hace uso de la escoba, la bayeta y la fregona, y se ponen los pósters en las paredes, la cosa cambia. Uno ha convertido un agujero infecto en una especie de simulacro de hogar. Lo justo para no desmoronarse y seguir adelante.
En los pisos que habité cuando era estudiante en la universidad, la sensación del día inicial era idéntica. En el primer piso en el que estuve me deprimí un poco, al principio. La ventana de mi cuarto daba a un patio interior sucio y maloliente. Las paredes de la habitación estaban acribilladas de grandes agujeros. Daba la sensación de haber sido tiroteada por un gangster con metralleta. Pero la realidad era que los agujeros provenían de los anteriores estudiantes: jóvenes que instalaron sus estanterías, hicieron agujeros en los muros y más tarde, cuando abandonaron la casa, se llevaron esos muebles y dejaron la pared como un colador. En las esquinas había grietas. La persiana se estropeó el primer día, y tuve que repararla por mi cuenta y sin apenas herramientas. No había adornos. Los muebles eran viejos. Uno llega, deja el equipaje, mira alrededor, admite que debe vivir allí durante los próximos nueve meses y se deprime. La primera noche es horrible. Al día siguiente se pone manos a la obra. Y con unos cuantos carteles y un poco de limpieza transforma aquello en algo habitable.
jueves, noviembre 20, 2008
Cartel de Disgrace
Basada en Desgracia, la gran novela de J. M. Coetzee. John Malkovich interpreta al profesor David Lurie.
El laberinto de Noé, de Esteban Gutiérrez Gómez
Así es, amigo. Busque usted esas ciudades, esos pueblos, esa gente orgullosa de su mar y de sus tradiciones. Mézclese con ellos, viva con ellos y empápese de ellos por un tiempo. Recordará cientos de paisajes y muchas personas. Ganará incluso amigos que acudirían a su ayuda con sólo una llamada de teléfono. Sin prisa, usted es joven, unos días aquí, unos meses acá. Unos años si está tan a gusto que piensa que ha encontrado su dorado. Y no deje de leer, y de visitar tantos museos como tascas y teterías, y tantas ciudades como mercados, y sorpréndase cuando, de noche, acostado sobre alguna de sus playas, descubra miles de estrellas brillando como nunca fue capaz de imaginar. Y recuerde siempre que, si en una ciudad se siente agotado, como exprimido, habrá otra que le esté esperando al amanecer, con sus calles recién regadas y sus lonjas y bazares a punto de abrir.
Crossroads (y 2)
Basta que uno se dé una vuelta por Santa Clara, o por la Plaza Mayor, o por algunos garitos nocturnos de Zamora, para encontrarse a la gente del pasado. Amigos con los que has perdido el contacto, antiguos compañeros de clase, colegas de la misma generación, tipos con los que un día compartiste confidencias, botellas y chistes. Pero, de entre todas esas amistades del pasado, siempre faltan unas cuantas caras a las que a menudo echas de menos. Son las personas que han emigrado y con quienes ya no es fácil encontrarse. ¿Qué fue de aquel tipo con el que salíamos en panda, cuando sólo éramos unos críos que montaban en bicicleta?, se pregunta uno. ¿Por dónde andarán mis colegas de pupitre de los tiempos del instituto? ¿Habrán encontrado trabajo en algún periódico aquellos compañeros con los que antaño me divertí y confabulé en la universidad? ¿Quiénes se han casado y quiénes no? ¿Quiénes dan tumbos y cuántos han detenido su marcha para echar raíces en otras tierras? ¿Tienen hijos? Yo me hago estas preguntas a menudo. Ahora es más fácil encontrarse unos con otros. Ahora tenemos Facebook, por ejemplo. Tenemos los blogs, la prensa digital, las páginas web, el Flickr, los fotologs. Y aún así no siempre hallas los girones del pasado, los rostros de quienes se mudaron de ciudad hace tiempo.
Uno de mis colegas de instituto fue José Luis Calvo. Un amigo que entonces siempre tenía una sonrisa en la boca, alguna propuesta ingeniosa en la mochila y, con el tiempo, un entusiasmo casi febril por el montañismo. Dejamos de encontrarnos hace muchos años, no sé cuántos. La gente cambia de ciudad y los caminos terminan separándose. A veces, en Zamora, me encuentro a Julián Calvo, su hermano. Ambos siempre me han parecido gente sana, gente con carisma, gente agradable. Le pregunté un día por José Luis. Me dijo que andaba por el sur, que su novia era poeta, que escribía muy bien: ella había publicado algunos libros. Quedamos en que me escribiría para darme las señas de su hermano y los datos de su chica. La historia quedó ahí, en espera, con ese e-mail pendiente. Todos posponemos este tipo de cosas, así que no le culpo. A mí me sucede a menudo. Me sucede incluso con la familia, que me reprocha que no llamo ni escribo. Tienen razón. Todos somos un poco olvidadizos.
Ahora es cuando damos un pequeño salto en el tiempo, hacia delante. La red de amigos con intereses literarios comunes crece. Conozco a más gente relacionada con la literatura. Un día, David González y Vicente Muñoz Álvarez nos dicen: ambos han concebido sendas antologías de mujeres poetas. La de David saldrá en Bartleby Editores, con el título de “La manera de recogerse el pelo. Generación Bloguer”. La de Vicente, “23 Pandoras”, en Baile del Sol. Dada mi amistad impagable con ambos, decido hacer un par de vídeos con fotos de las chicas, para que se vayan asociando los nombres y las caras de las participantes. Descubro sus rostros. Una tarde, en Madrid, Carla Badillo, aún por tierras españolas, me cuenta que ha conocido en un recital a una de las escritoras de “23 Pandoras”: Carmen Camacho. Y que su chico es de Zamora. Carla le contó que ella conocía a varios zamoranos. Cuando dio mi nombre, él dijo que me conocía, que habíamos estudiado juntos. “¿Cómo se llama?”, le pregunté a Carla. No lo recordaba. Así que busqué el contacto de Carmen y probé suerte. Y sí: su pareja es José Luis Calvo. ¡Extraña manera de reencontrarnos! Es el toque de sal de la vida, cuando ocurren estos azares tan increíbles. Y aún hay más: Carmen publicará en Baile del Sol, donde yo también tengo un hueco para el próximo año.
miércoles, noviembre 19, 2008
Narrativa de Eclipsados
Estas son las propuestas que trae Ignacio Escuín en su flamante nueva colección: Patxi Irurzun, Jorge Riechmann, Nacho Abad, Vicente Muñoz Álvarez, Alfonso Xen Rabanal y Gabriel Oca (más una sorpresa, al parecer). Para flipar. Para que luego vayan pregonando algunos editores en la prensa que los escritores españoles quizá no tengan nada que decir. Yo espero estos libros de narrativa con ansia. Y a sus autores, en uno u otro momento, he tenido la suerte de conocerlos. Esta es la nueva página de Eclipsados.
Luz en ruinas, de Itzíar Mínguez Arnáiz
Este poemario recorre los momentos en que un hombre regresa al pueblo de su familia, sin saber exactamente lo que busca. Lleva el pasado en una maleta y descubre el efecto de la luz sobre lo antiguo, sobre las ruinas de la vieja casa del hogar, la luz de la verdad. Para los habitantes de la localidad sólo es un extraño, alguien al que miran con recelo, un médico. Os dejo con uno de los espléndidos poemas:
No sabes a quién llamar
Pero quieres decir que has llegado bien
Coges tu teléfono móvil
Esto es precioso
Es todo luz
Y silencio
Echo un poco de menos el barullo
La contaminación
Chocar con otros hombres o mujeres
Y no pedir disculpas
Absortos como vamos en nuestra propia prisa
No se parece a nada este lugar
Es extraño pensar que procedo de aquí
Que mi sangre corre por estas venas de luz
Eso te hubiera gustado decir
Que este lugar lo tiene todo
Excepto cobertura
Pero quieres decir que has llegado bien
Coges tu teléfono móvil
Esto es precioso
Es todo luz
Y silencio
Echo un poco de menos el barullo
La contaminación
Chocar con otros hombres o mujeres
Y no pedir disculpas
Absortos como vamos en nuestra propia prisa
No se parece a nada este lugar
Es extraño pensar que procedo de aquí
Que mi sangre corre por estas venas de luz
Eso te hubiera gustado decir
Que este lugar lo tiene todo
Excepto cobertura
Noticias sobre El demonio te coma las orejas
1- Algunas personas me han preguntado dónde conseguir el libro en Zamora. Ya tengo la respuesta: de momento, sé que lo venden en la Librería Mil Hojas (San Torcuato, 48).
2- La presentación en Oviedo contó con bastante público. Arriba se puede ver una foto del acto, con el editor, Daniel Álvarez Prendes, y el autor, David González.
3- La editorial ha hecho un vídeo con la lectura de dos de los poemas de David en ese acto. Aquí.
Patxi Irurzun: La virgen puta
Mi colega Patxi Irurzun ha abierto dos nuevos blogs: Ajuste de cuentos y La virgen puta. Este último es la publicación on line de su primer libro. Copio y pego las palabras de Patxi:
Hace ahora once años que publiqué mi primer libro, con tapas duras, una parodia de novela negra, protagonizada por un detective punk. Apareció con el nombre de Cuestión de supervivencia, pero su verdadero título era La virgen puta. Nunca debí dejar que le cambiaran el nombre, nunca, y es un peso, como un muerto, que he arrastrado durante mucho tiempo, preguntándome si acaso mi suerte como escritor habría sido otra de haberme mantenido firme: tal vez algún meapilas se habría escandalizado, me habría hecho gratis la promoción, convertido en un maldito...
Sin embargo, no titulé ese libro de ese modo por ello, simplemente ese ERA su título, y si lo cambié solo fue porque era un pipiolo, porque se trataba de mi primer libro con una editorial de verdad, porque quizás nunca volviera a tener la oportunidad o porque –me decían- si sale con ese título, en el Diario de Navarra (que es algo así como el Boletín Oficial de mi provincia) no van a decir ni mú…
Hoy, que el Diario de Navarra y tantas otras cosas me la traen bien floja y aprovechando que en estos días Eclipsados también publicará el que en realidad debería haber sido mi primer libro, Ajuste de cuentos (una colección de relatos aparecidos en revistas y fanzines en los años 90), me apetece hacerle el boca a boca a este cadáver que, creo, está tan vivo, sacarlo de su tumba y dejarlo en brazos de todo aquel al que le apetezca hurgar en la basura.
Por ello, voy a publicar La virgen puta, con su título original, por capítulos (no son muchos, ni muy largos), en este blog http://lavirgenputa.blogspot.com, con portada e ilustraciones de mi amigo, mi hermano Juan Kalvellido, compañero de fatigas durante esta década prodigiosa en la que los dos hemos aprendido que el éxito no es salir en el Diario de Navarra sino aguantar, creer en uno mismo, seguir on the road, siempre adelante, y que se jodan los que escupen y tiran piedras desde las cunetas…
Por lo demás, los capítulos han sido revisados (sobre el original se hicieron algunos pequeños cambios de estilo que yo, que no tengo carácter, admití, sin comprender que de ese modo podían llegar a cargarse mi estilo, o mejor dicho, el del narrador, Felisín) y al final de todas las entregas colgaremos un PDF para que quien lo desee lo descargue.
En cuanto a la edición impresa de La virgen puta, la que lleva por título Cuestión de supervivencia, la editó Altaffaylla kultur taldea (se puede conseguir en www.gureliburuak.com), a quien siempre estaré agradecido por su apoyo y por ser los primeros en confiar en mí. Sé que su recomendación para cambiar el título fue de buena fe, para protegerme y que en esta ciudad mojigata y cortapichas, con tantas piedras y cadáveres en las cunetas, nadie me inflara a hostias, nada más sacar la cabeza de la alcantarilla.
Crossroads (1)
La vida parece a veces una novela de Paul Auster, aunque la gente no se crea la red de azares que contienen los libros de este autor. Gracias a la presencia de internet en los hogares, hay infinitas posibilidades de cruzarse. A principios de agosto estuve en la Alcarria. Concretamente en Pastrana. De aquel breve viaje dejé constancia en algunos artículos, para resquemor de mis enemigos. La primera noche estuvimos buscando por entre las callejuelas de esta noble localidad el Cenador de las Monjas, que como apunté entonces está en el Convento de San José. Sentía curiosidad por aquel sitio. Al llegar a la puerta no vi ninguna pizarra o papel con el menú y, al no saber el contenido de la carta ni los precios, decidimos no entrar. Antes de irnos del hotel le pregunté al encargado por aquel comedor. Y me dijo que me lo recomendaba, pero ya teníamos las maletas en la mano y era hora de regresar a casa. Me arrepentí de no haber entrado. De vuelta, lo conté en la columna.
El mismo día de su publicación en este periódico recibí un correo electrónico de una chica llamada S.P. Me contaba que había encontrado en la red, y por casualidad, mi artículo. Luego buscó mi e-mail para escribirme. Porque ella es la jefe de cocina del Comedor de las Monjas, y también la persona de contacto del restaurante. S.P. me dijo que era zamorana. Zamorana emigrada a Pastrana. No sólo compartíamos ciudad de nacimiento, sino también el año en que vinimos al mundo. Cosecha del setenta y dos. Mi fecha exacta de nacimiento se puede encontrar en varios rincones de la red. S.P. me puso al corriente en otro correo: habíamos nacido no sólo el mismo año, sino también en el mismo mes y en el mismo día. Diecisiete de noviembre. Una de esas historias que la gente no se cree cuando aparecen en las novelas y en las películas. Y que algunos, supongo, tampoco se creerán en esta ocasión. Pero aún hay más. El otro día me escribió de nuevo, para felicitarme. Y me enseñó la fotografía de su hijo, que acaba de cumplir un año. Su hijo nació el mismo día que ella y que yo. La misma fecha (pero muchos años antes) en que nació uno de los mejores directores de la historia: Martin Scorsese. Tal vez por eso me gustan tanto sus filmes. Y también nació ese día la bella actriz Sophie Marceau, además de otra gente del mundo del espectáculo: Danny DeVito, Rachel McAdams, los fallecidos Rock Hudson y Jeff Buckley, etcétera. Me gustan las historias de gente que nació el mismo día que yo en la misma ciudad y quizá, quién sabe, en el mismo hospital. Mi madre a veces me habla de compañeros de generación: tal o cual persona nació el mismo día que tú, me dice. Madres que sufrieron juntas el dolor del parto y compartieron planta, tal vez incluso habitación.
Así que ahora estoy, por así decirlo, en deuda con S.P. Una deuda moral. Porque un día de estos volveré a Pastrana y haré lo que no hice entonces: cenar en el Comedor de las Monjas. Y, de paso, conocer a S.P. Me entusiasman estos cruces de caminos. Estas situaciones que, ya digo, vistas en una película o leídas en un libro de Paul Auster, la gente no se cree. Hace unos meses llamé a un amigo zamorano por teléfono. Lo echaba de menos, llevamos años sin vernos y quise saber por dónde andaba (también emigró de Zamora, como casi todos). Al otro lado contestó una voz desconocida. “¿Está Carlos?”, pregunté. “Sí, soy yo, dime”, respondió el tipo. Pregunté por su apellido. Pero no era el mismo apellido. No era la misma persona. Al parecer, mi colega había cambiado de número de móvil y se lo asignaron a otro hombre (más o menos de nuestra edad, me pareció). También se llamaba Carlos.
martes, noviembre 18, 2008
La cuestión de Bruno, de Aleksandar Hemon
- La cuestión de Bruno es uno de los mejores libros de relatos que he leído este año. En ellos, el bosnio Aleksandar Hemon nos desvela episodios de su vida: la infancia, la emigración, la guerra de los Balcanes vista en una tele en USA. En Islas utiliza la narración fragmentaria para contar un viaje que hizo de niño a la isla de Mljet.
- Fragmentario, pero de párrafos más breves, es el relato Vida y andanzas de Alphonse Kauders, donde un personaje sirve de nexo entre algunos de los protagonistas de las guerras mundiales.
- En El acordeón, Hemon hace algo muy original: divide el cuento en dos. En la primera parte, narra los instantes previos al asesinato del archiduque Francisco Fernando (lo cual desencadenó la Primera Guerra Mundial), en los que éste vio al bisabuelo de Hemon, quien acababa de comprarse un acordeón y estaba de paso en Sarajevo. En la segunda, el autor afirma que la historia anterior es fruto de una imaginación irresponsable, y que se basa en anécdotas y capítulos de Historia para recrear aquel asesinato.
- Una moneda vuelve a dar un giro narrativo. Hay dos historias: las cartas que una mujer escribe desde Sarajevo, mientras se encarga de montar las imágenes de guerra que luego envían a los telediarios; y las cartas del narrador, metido en un apartamento de Chicago repleto de cucarachas.
- La infancia vuelve a aparecer en Imitación a la vida, un relato donde las películas del cine y la televisión dominan esos años iniciales del protagonista.
- A. H. es un escritor al que le interesan mucho la historia y los orígenes de sus antepasados, lo que encontramos en Charlas agradables, donde los Hemon deciden convidar a sus parientes lejanos, los Hemun, a una fiesta de música, comida, bebida y baile.
- El autor se mudó a los Estados Unidos a principios de los 90. Allí se estableció, aprendiendo a escribir en inglés y a meterse en trabajos esporádicos mientras su tierra caía bajo las bombas. Todo esto aparece en el cuento Blind Jozef Pronek & Dead Souls, aunque es más bien una novela corta donde los olores, los detalles, los objetos, las sensaciones, adquieren un cometido fundamental en el choque entre culturas. Pronek llega a Chicago y todo es nuevo para él. Los norteamericanos que conoce creen que es ruso.
- No debemos olvidar uno de los mejores: La red de espionaje de Sorge, donde se nos cuentan dos historias verdaderas de forma paralela. Hemon es, para mí, una sorpresa. Uno de los más exquisitos narradores en lengua inglesa. De este último relato hay más información abajo, en el artículo de hoy.
Octubre
Suele ser octubre el más negro de los meses
para el teatro de verdad.
El último telón incita al suicidio
, la muerte y la ruina de nuevo compañeras de viaje
-de la panadería al local de ensayoes
la deuda que hay que pagar
, fría e incansable,
para recibir más y más cumplidos
la próxima temporada.
Igual que el esclavo
es llamado a la insurrección
yo pertenezco a la tarima
y al borde amarillento de las carreteras.
David Refoyo, Cuando fuimos los mejores
para el teatro de verdad.
El último telón incita al suicidio
, la muerte y la ruina de nuevo compañeras de viaje
-de la panadería al local de ensayoes
la deuda que hay que pagar
, fría e incansable,
para recibir más y más cumplidos
la próxima temporada.
Igual que el esclavo
es llamado a la insurrección
yo pertenezco a la tarima
y al borde amarillento de las carreteras.
David Refoyo, Cuando fuimos los mejores
Algunas citas de la semana
a) En la presentación de La Hamaca de Lona también leerá sus poemas Iñaki Echarte Vidarte, aunque no aparezca en el cartel.
b) El viernes hay una presentación especial de El laberinto de Noé en el Bukowski Club. Su autor, Esteban Gutiérrez, nos ha invitado a leer fragmentos del libro. Aún esperamos cartel y confirmación de hora.
c) Hay más eventos para esta semana, recogidos en "Poetas en Facebook", grupo que coordinan y administran los colegas Pepe Ramos y Gsús Bonilla.