El sábado por la mañana entré en la edición digital de este periódico para ver los titulares y me llevé una grata sorpresa. El poeta y cantautor Ángel Petisme, a quien conozco de algunos proyectos comunes y de algunos fastos literarios de Madrid, había ganado el VII Premio de Poesía Claudio Rodríguez, organizado por el Florián de Ocampo. El libro se titula “Cinta Transportadora” y mezcla prosa y poesía. Me alegré mucho. Esta noticia me facilita la excusa ideal para hablar hoy de Ángel. Yo no sé si en mi ciudad la gente conoce sus discos y sus libros, pero deberían.
Recomiendo leer, por ejemplo, el último poemario que ha publicado (también incluye algunos textos en prosa): “Demolición del Arco Iris”, donde tan pronto nos introduce en Lavapiés y las calles mojadas por la lluvia como nos lleva a territorios que le sirven de denuncia o dedica páginas a la actriz Eva Mendes, una de las hembras indispensables del cine actual. Éste último es uno de mis textos favoritos del libro. Leamos un fragmento: “He caminado en sueños con Eva de la mano en una tarde lluviosa de Nueva York con su traje de tweed y su melena recogida bajo el sombrero. Eva subida en una vespa en una campaña de Revlon, Eva de rojo con un escote vertiginoso hasta el ombligo, Eva en braguitas tumbada sobre un piano blanco, Eva apoyada en un altar leyendo la prensa con sandalias atadas a las pantorrillas”. Es un libro extraño, misceláneo, en el que el autor demuestra una de sus señas de identidad: el compromiso con los desfavorecidos y con quienes han soportado las injusticias. Petisme es un tipo curtido ya en mil historias (viajes, conciertos, libros, carreteras) y sabemos que el galardón no se le subirá a la cabeza. En su blog afirmaba el otro día: “El premio es vuestro. Seguro que lo merecían más muchos de los que se presentaron, pero por una vez me tocó a mí la lotería. Gracias por estar ahí”. Siempre que me lo he encontrado en las presentaciones literarias iba a tocar la guitarra sin cobrar nada a cambio. Eso lo hace muy poca gente, y menos si tiene tantos discos a la espalda. A Petisme le pedimos que aparezca en Fnac con su guitarra para tocarse un par de temas y lo hace. O que se presente en cualquier garito de vanguardia, en el que jamás ponen los pies los chicos de la prensa, y aparece y da lo mejor de sí mismo. Lleva su guitarra, se sienta en un taburete y nos ofrece un par de canciones. Repito que eso lo hace muy poca gente sin pedir talegos. Es, además, y como otros escritores de su generación a los que conozco, un juerguista incansable. Aunque tiene once años más que yo, juro que no es fácil seguirle el ritmo. Y aunque en las fotos salga serio, con turbante en el desierto, o con cara de comprometido con causas humanitarias (y lo es, y mucho), yo aseguro que en el trato de tú a tú brilla por su humor, que es un cachondo.
Ángel recibió la noticia del premio en la misma fecha en que le dijeron que había fallecido un primo hermano suyo (así lo contó en su bitácora). Una de cal y otra de arena. A menudo viaja a países pobres para colaborar en ayuda humanitaria, y escribe en su blog cosas tan contundentes como esta: “África expoliada, ultrajada, enferma de paludismo, sida y poliomielíticos en sus sillas de ruedas devoradas por el óxido, desposeída de sus riquezas por Francia, Holanda, Portugal, Bélgica, Gran Bretaña, Estados Unidos… y ahora por sus líderes políticos revolucionarios aferrados al poder y convertidos en caudillos absolutistas”. El libro galardonado lo publicará Hiperión. Yo espero celebrarlo con él en una fiesta literaria del día siete de diciembre, en la Sala Gruta 77 de Madrid. Espero que acuda.