Este número incluye mi cuento La tripulación del puente ferroviario, que ya apareció en la Renacimiento. Por si a alguien le picara la curiosidad, dejo aquí el principio:
Aquel puente ferroviario estaba tripulado por los cadáveres ahogados de la ciudad, pero sólo lo supe al soñarlo varias horas después, porque es en el sueño, entre la fiebre de las sábanas y la zozobra de lo onírico, donde hallamos la verdadera cara de esa moneda que es lo cotidiano. Reparé al despertar en que ella lo sabía pero no me lo advirtió, o sólo lo hizo veladamente para comprobar si aún me quedaba un rasgo de inocencia.
Regresaba yo a mi ciudad tras una breve temporada de viajes y reclusiones en barcos, una peregrinación o encarcelamiento por algunos lugares remotos en los que pensaba desenterrar tesoros inéditos y así extender la leyenda que habían forjado mis antepasados, casi todos aventureros y coleccionistas de piezas únicas y descubridores de regiones vírgenes, talentos que a mí me faltaban y me hicieron volver a casa, abatido y un poco avergonzado, consciente de mi inutilidad pero repuesto del fracaso.