Mi vida antes de Google
Marie se tira por la
ventana y minutos después alguien sale del cine. Es mil novecientos noventa y
ocho y yo tengo diez años y quien nace hoy tiene trece, como los que tenía yo
cuando empecé mi primer diario. Aún sin Internet. Avergonzada tanto por
jugar –aún– con barbies.
Nunca lo escribí. Que no lo sepa nadie. Mis barbies no sobrevivieron a
Internet. No sobrevivieron a la literatura. No sobrevivieron a la adolescencia
No hace mucho de mi vida antes de Google.
Dos mil seis. Verano. Noche. Chat de Terra. Sala de autor en la categoría cine
del chat de Terra. Madrugada. Una cuadrilla de freaks con nicks pedantes
improvisando guiones de madrugada. Antes de eso, la nada. Nadie sabía qué
escuchaba si no le pasaba mix tapes. Qué retro te pones a finales de los
noventa principio de los cien. Qué sientes ni qué me importa tu ruptura
emocional tus versos gilipollas en blog. Tus estados de Facebook tus Tweets o
tu estado civil. Mi vida antes de Google
no rimaba / ni siquiera conocía / la poesía contemporánea. Mi vida antes
de Google tenía sus noches, sus
licores, sus despertares post virginales aún inexpertos sin foto Tuenti del día
después como píldora anticonceptiva. Tenía libros de biblioteca; trabajos donde
sí se citaba una fuente que no fuera la jodida Wikipedia. Mi vida antes de Google aspiraba a un futuro pero no a
un presente. Sacar dinero de hasta debajo de los cojines del sofá para el
último disco de los Red Hot o la súplica del “bájatelo de Internet” al colega
friki que ya tenía novia por Internet y que aún sigue siendo virgen. Mi vida pre-Google conocía la intimidad sin necesidad de buscarla o
evitarla. Mi vida antes de Google no
necesitaba seudónimo porque era anónima con mi propio nombre. Mi vida antes de Google era menor de edad y no
necesitaba Adsl para escribir mi intimidad de ficción bajo llave.
**
El miedo
Un delirio estúpido,
taquicardia o sugestión, un dolor nuevo y un temor vergonzoso a morir.
Un temor obsceno. Un
temor repugnante.
Un miedo cobarde.
Sepsis.
Búsqueda
interminable, señales. Lesión psicosomática o dolencia real en cérvix.
Impotencia. De
verdad o ficticia. Ausencia de aire al dormir. Temor a la noche, a la
inconsciencia. Sueños rápidos estando despierta. Los pensamientos se presentan
en fotogramas. Por cada latido un nuevo clic. Clic. Clic. Aceleración del
hardware. Miedo a un ataque. Miedo a morir. Absurdo y simple. Vocación de
sobrenatural. Algo me come.
Algo me come. Lo
siento.
¿Me lo merezco?
Enciendo todas las
luces. Busco mi reflejo
deformado en el
espejo pero estoy despierta.
Mi cama tiene
dientes. Mis sueños son la enfermedad que grita mi nombre. Que golpea mi pecho.
Que me asfixia y me retiene. Una parte de mí cae y se rompe. La otra trata de
mantener la calma pero ya no queda aire. Solo miedo y nuevos síntomas. Solo
miedo y oscuridad.