Dicen que esta novela tiene un tono narrativo del estilo
de El guardián entre el centeno; no
les falta razón. Peter Cameron nos cuenta la historia de un muchacho al que
aterroriza juntarse con la gente; un ser asocial, del que su familia espera que
vaya a la universidad y congenie y conviva con los compañeros. Pero James
Sveck, simplemente, huye de eso. Quiere escapar de lo establecido, de lo que
todo el mundo intenta asignarle, del puesto que se supone que le corresponderá
en la sociedad. Pese a todo, se relaciona con las personas que conforman su
entorno: sus padres, su hermana, su abuela, el empleado que tiene su madre en
la galería en la que James echa una mano…
Cameron no sólo analiza la adolescencia junto a sus dudas,
sus pasiones y sus incertidumbres: también esboza lo que significa la Nueva
York de estos años, tras los atentados del 11-S. Con estructura de diario, me
ha interesado mucho cómo el narrador, el propio James, retrocede en algunas
entradas al pasado para aclararnos ciertos puntos. Tres extractos:
Sentí tal cercanía y
ternura por aquel muchacho que había muerto aproximadamente a la edad que yo
tenía entonces que creí que de alguna manera yo debía ser su sucesor: juré amar
el edificio con el ardor de Howard e incluso tuve fantasías en las que me imaginaba
muriendo joven (pensé en arrojarme desde la ventana de nuestra sala de estar a
fin de aterrizar en la acera que hay delante del árbol para que me dedicaran una
placa que colocarían al lado de la de Howard: james
dunfour sveck, segundo presidente del edificio, 1985-1997. también amó este
edificio).
**
-¡Una pérdida de
tiempo! ¿La universidad?
-Para mí sí. Estoy
convencido de que puedo aprender por mí mismo todo lo que desee saber leyendo
libros y buscando el conocimiento que me interesa. No veo la utilidad de pasar
cuatro años, cuatro años muy caros, aprendiendo un montón de cosas que no me
interesan especialmente y que sin duda olvidaré, tan solo porque eso es lo que
se debe hacer. Y, además, no soporto la idea de pasar cuatro años en compañía
de estudiantes universitarios. Me aterra.
**
Solo habían
transcurrido tres días, pero parecía mucho más tiempo. Es increíble la lentitud
con que pasa el tiempo cuando estás abatido.
[Traducción de Jordi Fibla]