Mientras esperamos a que Un dios salvaje llegue a las librerías, si no lo ha hecho ya (y, más tarde, se estrene Carnage, la película de Roman Polanski basada en ese texto), empiezo a leer algunas piezas de Yasmina Reza. La más breve y conocida es Arte, una obra de teatro en la que se juntan tres amigos. Uno de ellos ha comprado un cuadro blanco por 5 millones. Otro le censura este comportamiento: pagar tanto dinero por una obra en la que, a su juicio, no hay nada. El tercero trata de mediar. Ese punto de partida sirve a la autora para meter el bisturí en conceptos como la objetividad, el arte contemporáneo, las opiniones, la amistad o la sinceridad. Gran obra, repleta de tensiones:
SERGIO: Es una obra maestra.
MARCOS: ¿Por qué te mosqueas?
SERGIO: Pareces insinuar que digo obra maestra continuamente, porque sí.
MARCOS: No es verdad…
SERGIO: Lo dices con tanta ironía…
MARCOS: ¡No, señor, en absoluto!
SERGIO: Sí, sí, dices obra maestra con un tono…
MARCOS: ¡Está loco! ¡No es cierto!... En cambio, tú sí que has dicho, has añadido la palabra modernísimo.
SERGIO: Sí. ¿Y qué?
MARCOS: Has dicho modernísimo, como si moderno fuera el non plus ultra del halago. Como si, hablando de algo, no se pudiera llegar a más, lo máximo, lo más alto: moderno.
SERGIO: ¿Y bien?
MARCOS: Y bien, nada.
Y que conste que no he hecho escarnio de tu “ísimo”, te has dado cuenta… ¡Modern-íísimo…!
SERGIO: Hoy me estás buscando.
[Traducción y versión de Josep María Flotats]