No sería raro que Colin Firth ganara un Oscar por este personaje: el del irascible y tartamudo Duque de York que se convertiría en el Rey Jorge VI. También está espléndido Geoffrey Rush, en su papel de mentor y logopeda, el hombre que le ayudó a controlar sus balbuceos en público en una época marcada por los sucesos que condujeron a la Segunda Guerra Mundial. Resulta increíble que, de una historia en apariencia tan simple, el director y los actores extraigan tanta miga y tanta elegancia británica: porque El discurso del rey es, en realidad, una película sobre nuestros miedos infantiles y cómo marcan nuestra identidad, sobre la convicción de las palabras y el poder de la voz en quienes representan al pueblo.
"En lo que me concierne, no soy un escritor, soy alguien que escribe…" (Thomas Bernhard)
miércoles, enero 12, 2011
El discurso del rey
No sería raro que Colin Firth ganara un Oscar por este personaje: el del irascible y tartamudo Duque de York que se convertiría en el Rey Jorge VI. También está espléndido Geoffrey Rush, en su papel de mentor y logopeda, el hombre que le ayudó a controlar sus balbuceos en público en una época marcada por los sucesos que condujeron a la Segunda Guerra Mundial. Resulta increíble que, de una historia en apariencia tan simple, el director y los actores extraigan tanta miga y tanta elegancia británica: porque El discurso del rey es, en realidad, una película sobre nuestros miedos infantiles y cómo marcan nuestra identidad, sobre la convicción de las palabras y el poder de la voz en quienes representan al pueblo.