Yo soy, fui un hombre vulgar, un trabajador, por decirlo así. La felicidad de las gentes sencillas no es un problema político, hijo mío. Ya sé que el mito de llegar a ser alguien sigue activo en España y que ese mito da contenido al tiempo de las vidas de la gente. Y que fuera de ese mito no hay consistencia. Sin ese mito, todo sería ficción. La felicidad de las gentes sencillas sí es un problema político, hijo mío. Ya lo creo que lo es. Cuídate. Buenas noches, hijo mío, dejaré encendida la luz del cuarto de baño para que no tengas miedo. Sigue escribiendo. Recuérdales de dónde vienes: de los ahorcados, de los ejecutados, del campesinado español, del proletariado irredento, de la pobreza insuperable. Recuérdales que vienes del analfabetismo, del hambre y de la enfermedad.