Cuando era niño, tuve que salirme a mitad de la proyección de una película (creo que bastante mala) sobre el Triángulo de las Bermudas. No salí porque fuera pésima, sino porque me aterrorizó. Las cabezas de las muñecas antiguas que había en uno de los camarotes se movían y todo empezaba a cobrar misterio. Según parece, en Triangle, Melissa George revive esos horrores.