El viernes pasado, la cadena “UGC Ciné Cité” proyectó en varias sesiones y en diversas ciudades de España los tres cortometrajes de Eduardo Chapero-Jackson. Dado que el público español apenas conoce estos cortos, decidieron darnos una oportunidad proyectándolos el mismo día y en orden cronológico. Como una trilogía (así lo anunciaban en los periódicos y en los carteles): “A contraluz”, formada por “Contracuerpo”, “Alumbramiento” y “The End”. En Madrid los ponían en los cines que hay junto a la estación de Méndez Álvaro. Pensé que los estrenarían en una de esas salas tan diminutas como el salón de cualquier casa y me equivoqué: la sala donde los proyectaron es enorme, lo cual hizo que disfrutáramos el triple porque la pantalla no era precisamente pequeña. Pensé que estaría lleno o casi lleno y también me equivoqué: a las diez y media de la noche de un viernes, en un multicentro de la capital, estábamos en torno a diez personas (contando conmigo) en el patio de butacas. Diez personas para una ración de cortos de un director afamado y premiadísimo, en hora punta, una trilogía de la que hablaron en los principales periódicos nacionales y en algunos telediarios. Tres obras por las que, en taquilla, sólo pagabas tres euros: precio reducido. Una oportunidad única de ver algo que ni siquiera está colgado en la red (o, si lo está, no ha sido bien pirateado), y que, por lo que yo sé, tampoco han editado en dvd. Pues nada. Diez personas. La sala vacía. Tristísimo. Los tres cortos, como dicen en la publicidad, acumulan “más de 40 premios internacionales”. La mayoría corresponden a festivales del extranjero, porque nadie es profeta en su tierra, y tal.
“Contracuerpo” es, a mi juicio, el mejor. Está protagonizado por Macarena Gómez, cuya vis cómica se aprovecha bien en televisión. Aquí Macarena ofrece un tour de force interpretativo, en la piel de una chica enferma de anorexia que adelgaza lo suficiente para meterse dentro de uno de esos maniquíes de las tiendas. El director ha filmado y montado el corto como si fuera un cuento. Un cuento macabro, por supuesto, con ecos de “Seven” en los créditos y en la música. Nadie pronuncia una palabra en sus diecisiete minutos de metraje. La fuerza de las imágenes, de la música, de la narración plano a plano y el rostro de la actriz se encargan de deslumbrarnos. Si este corto es trágico, más asfixiante aún resulta el segundo, “Alumbramiento”, con Mariví Bilbao (la inolvidable fumadora de “Aquí no hay quien viva”) en el papel principal: el de una anciana que se está muriendo en su cama. Son alrededor de veinte minutos durísimos, con la familia alrededor de la enferma, ayudándola a sobrellevar la agonía y el dolor. Un tema universal por el que todos hemos pasado. En el tercero, “The End”, hay un cambio de registro: sigue habiendo drama, pero esta vez el director nos lleva hacia espacios abiertos, hacia los desiertos americanos propios de las películas de terror de carretera, con un reparto de extranjeros (aparte del cameo de Miguel Ángel Silvestre, El Duque de “Sin tetas no hay paraíso”) y una trama futurista que recuerda a “Guerreros del espacio”, una película de los 80 en la que la Tierra es un secarral en el que escasea el agua. En este corto sucede lo mismo.
Tres cortos apasionantes, rodados de manera magistral por Chapero-Jackson. Pero con apenas espectadores. Lo cual acarreará consecuencias: que nunca habrá futuro para el cortometraje en España. No creo que los empresarios quieran dedicar otro día completo, con todas sus sesiones, a un género al que el público da la espalda: perderían dinero. Una verdadera pena. Made in Spain.