Tony Gilroy ya nos causó una grata impresión con su anterior película, Michael Clayton. El espectador tardaba un poco en enterarse de la trama por los constantes saltos en el tiempo, pero luego disfrutaba con los chanchullos de las empresas y los intentos de George Clooney para librarse de la mierda y que no le salpicara. En Duplicity, el director vuelve a hacer lo mismo, pero dándole un toque de comedia: giros inesperados, trampas, sorpresas. La película no tiene mucho que ver con lo que venden en el trailer. Trata del espionaje y contraespionaje de las empresas, capaces de cualquier cosa con tal de robar las ideas de la competencia y sacar al mercado productos revolucionarios que depararán un montón de millones a sus directivos. Gilroy te mantiene tenso en la butaca. Julia Roberts no me entusiasma, pero aquí no está mal en su papel de zorra sin escrúpulos. Clive Owen aporta su ruda y elegante presencia de siempre, y se le da muy bien ese toque canalla que caracteriza a sus personajes. Por si fuera poco, aparecen dos secundarios de lujo: Tom Wilkinson y Paul Giamatti. Vale, no es Michael Clayton, pero me entretuvo mucho.