viernes, septiembre 12, 2008

Postales de invierno, de Ann Beattie


Laura está allí, en algún lugar del chalecito suizo, en una de las habitaciones iluminadas. Da media vuelta en el camino de entrada a una casa y pasa otra vez por delante de la de Laura, todavía más despacio que antes. Los árboles se mecen al viento. Él no se parece a Jay Gatsby: Gatsby esperó toda su vida y Daisy se le escapó. Charles sólo ha pasado dos años esperando y la recuperará. Tiene que recuperarla. La recuperará y se la llevará a las Bermudas. “¿Las Bermudas?”, le preguntará Laura. A Laura las cosas que él decía siempre le parecían raras. Será que no es un buen conversador, ¿quién sabe? Y no puede culparla por pensar que era un poco peculiar cuando le dijo que tenía que deshacerse del calendario. Pero en general, Laura nunca lo encontró raro; en general, lo amaba. Si todavía lo ama, la recuperará. Tiene que seguir amándolo. Tiene que amarlo, no queda otra.