Uno de los entretenimientos favoritos de la gente en mi ciudad es inventar historias, falsear la realidad. De vez en cuando me llegan esos rumores. El último dice que soy un yonqui de pelo largo que vaga por Zamora a punto de caerse. Me declaro yonqui de la literatura, pero me parece que el inventor de esa leyenda y yo no coincidimos. Mientras otros piensan que aún vivo allí y que recorro la ciudad como un fantasma en pos de drogas, aquí sigo, en Madrid, luchando a brazo partido contra las teclas, leyendo cuanto puedo y riéndome del patético esfuerzo de esos inventores de bulos.