Los libros de Andrés Caicedo (1951 - 1977) no se distribuyen en España. Pero yo he conseguido un ejemplar de sus memorias inéditas y de otra de sus obras en una librería latinoamericana de Madrid. Caicedo es un ídolo absoluto en Colombia. Alberto Fuguet prepara una especie de biografía-antología sobre él.
Estas memorias breves son un conjunto de cuadernos que se publicaron tras su muerte. No le gustaba llamarlos diarios. En ellos habla de su soledad y de su sufrimiento. Caicedo era un gran escritor y un gran cinéfilo. Bajo el entusiasmo y la burla de la foto de portada se escondía un hombre torturado: Sufro porque es domingo y estoy muy solo.
Un día fue a Los Ángeles a vender guiones y no consiguió nada. La derrota lo dejó molido. Intentó suicidarse tres veces. Lo consiguió la tercera, ingiriendo 70 pastillas de Seconal, el mismo día en que recibía un ejemplar de su primera novela publicada. Con 25 años.
Los cuadernos incorporan, al final, dos cartas escritas en la fecha de su suicidio. Una, a Miguel Marías en España. La otra, demoledora y muy angustiosa, a Patricia, su pareja, que aquel día se fue de casa dejándole en la incertidumbre de si sería un enfado pasajero: Te adoro, te idolatro, si no puedo vivir sin ti llevaré, supongo, una especie de antivida, de vida en reverso, de negativo de la felicidad, una vida con luz negra. Pero brilla el sol, tú puedes estar cerca.
Mañana o pasado hablaré más sobre Caicedo, en un artículo para el periódico.