Karmelo Iribarren me recomendó a este autor de novela negra, poco conocido en España. He decidido empezar por un ensayo. Un ensayo magnífico y compuesto de una introducción sobre la novela de bolsillo y la literatura pulp y tres piezas breves, dedicadas a tres autores del género: Jim Thompson, David Goodis y Chester Himes. Sallis escribe sobre sus principales obras, sobre sus obsesiones, sobre sus vidas (torturadas por el alcohol, el fracaso, el éxito y, luego, el olvido). Así, al hablar de este gran trío, Sallis también se retrata como escritor y como lector. Esta vez he escogido un pasaje de Sallis sobre cada autor. Pasajes que me gustaría compartir porque hablan del oficio, del olvido, demuestran que a estos escritores los recuperaron en Francia. Allá van:
-Sobre Jim Thompson: Cuando Jim Thompson murió en 1977, a los 70 años, tras más de cincuenta trabajando como escritor profesional, todas y cada una de sus veintinueve novelas estaban descatalogadas.
-Sobre David Goodis: Todas las mañanas, Goodis se retira a su cuarto y se pone a trabajar, sale solamente para almorzar y hacer una siesta, y vuelve al trabajo hasta última hora de la tarde. Su madre, que le prepara el almuerzo a diario, es la guardiana del tiempo de su hijo y dice a todo aquel que lo llama que "David está trabajando". Él jamás habla de su trabajo, salvo para decir cosas como "necesito terminar lo que estoy haciendo para Fawcett" o "hoy he tenido un día duro".
-Sobre Chester Himes: No es que sea triste, es incomprensible que no haya ediciones vivas de esos libros. Se trata de algo con lo que un escritor debe contar, por supuesto, viendo a menudo cómo lo mejor de su obra desaparece bajo las olas; aprende a vivir con ello. Pero le abate como ninguna otra cosa que le pueda suceder, algo que sabía muy bien Chester Himes, autor de Si grita, suéltale y El fin de un primitivo. "Se requiere muy poco para destruir a un hombre", escribía Artaud; "sólo necesita la convicción de que su trabajo es inútil".