Llaman al portero automático. Cuando el hombre sube a casa y le abro la puerta, me trae un pedido de la Casa del Libro. Se supone que es Para el alivio de insoportables impulsos, de Jonathan Englander, que llevo meses buscando. Le pago, cierro la puerta y abro el paquete. En su interior no está lo que esperaba, sino una novela rosa: Sólo trabajo, de Nora Roberts. Llamo para reclamar y me dicen que lo solucionarán, que todo obedece a una confusión en los pedidos. Reprimo el insoportable impulso de abroncarles, y callo. Nora Roberts… Eso sí que podría ser insoportable. Pero, de momento, me falta el alivio.