Fui a ver una de las últimas funciones de la obra de teatro “Homebody / Kabul”, o “En casa / en Kabul”, como prefieran. La representaban en el Teatro Español, con dirección de Mario Gas. Ya no es posible verla, y es una lástima porque habrá gente que no se haya enterado de la bajada definitiva de telón. Yo mismo me enteré de casualidad, y conseguimos entradas en la segunda fila. El autor del libreto es Tony Kushner, cuyo nombre tal vez les suene porque fue uno de los guionistas de la película de Steven Spielberg, “Munich”, junto a Eric Roth. Kushner es famoso por otra obra de Broadway, “Ángeles en América”, sobre el sida. Existe una versión televisiva, con dirección de Mike Nichols y un reparto de lujo: Al Pacino, Meryl Streep, James Cromwell, Emma Thompson, Patrick Wilson, Mary-Louise Parker y Michael Gambon (la voz de este hombre es impresionante, profunda y cavernosa, pero dotada de elegancia, como si fuera un antiguo sabio de un filme de capa y espada). Como suele suceder cuando acudo al teatro, entre el público había unos cuantos actores y actrices: Tristán Ulloa, Eloy Azorín, Enrique Alcides, Irene Visedo, Ana Risueño…
Para conocer el texto de “Homebody / Kabul” resulta imprescindible este dato: la obra fue escrita antes de los atentados del once de septiembre. Tras el estreno, parece que Kushner recibió críticas de los talibanes. Su texto agita conciencias y es una ataque tanto a los talibanes como a la responsabilidad occidental, ya saben, los norteamericanos y sus invasiones y sus bombardeos, y un Clinton que, en el año en que se ambienta la obra, acababa de ser infiel a su mujer para luego ordenar el ataque contra Afganistán. Son numerosos los retos a los que se enfrentan los intérpretes y el propio director de la función. Para empezar, la obra dura tres horas y cinco minutos, que, sumados a los veinte del intermedio, obligan al espectador a estarse en el teatro algo más de tres horas y media. Anoto los nombres del reparto: Vicky Peña, Mohamed El Hafi, Hamid Danechvar, Roberto Álvarez, Jordi Collet, Elena Anaya, Mostaza El Houari, Mehdi Ouazzani, Hamid Krim, Gloria Muñoz y Driss Karimi. Me sorprendieron los actores marroquíes y argelinos, que dominan dos idiomas.
La primera parte, “En casa”, es un extenso monólogo que una extraordinaria Vicky Peña resuelve con oficio, con toques de humor y melancolía. Un monólogo plagado de palabras difíciles que ya no solemos escuchar, y por eso mismo el reto de la actriz es mayor. Tal vez sea esa abundancia de palabros lo que aporta excesiva densidad a esta primera parte. Pero Peña lo salva con divertidas apostillas en las que su personaje se reprocha esa pasión por las palabras perdidas y por las digresiones inútiles. Durante su soliloquio, sentada en una habitación de su casa en Londres, habla al espectador de su interés por Afganistán, su historia, sus costumbres, pero también hay lugar para las lamentaciones: se trata de una mujer que no es feliz en su matrimonio. La segunda parte, “En Kabul”, nos traslada a esta ciudad. Allí, su marido y su hija buscan a esta mujer inglesa, tras su desaparición. La versión oficial es que viajaba sola y la asesinaron los talibanes. Pero el cadáver no ha aparecido. Su hija, inconformista, decide buscar el cuerpo, muerto o vivo, de su madre, mientras su padre se dedica a calmar el dolor con opio y heroína. Aquí Kushner inserta un segundo monólogo. Una mujer afgana, antigua bibliotecaria, enfurecida, arremete contra talibanes y anglosajones. Utiliza tres o cuatro idiomas y uno cree que es una actriz de Afganistán. Pero no, es española: Gloria Muñoz. Soberbia en su papel. Admirable.