Me ha costado innumerables pesquisas conseguir este libro. Al final, y por correo electrónico, logré que me lo mandaran desde la espléndida Librería Víctor Jara de Salamanca. Leer a David siempre es un placer. Aquí se mezclan poemas y relatos, ofreciendo al lector esa mirada dura y propia del superviviente. Baste decir que anoche, en un botellón casero, les pasé algunos libros del autor a mis amigos, para que leyeran varios fragmentos mientras tomábamos una copa. Por supuesto, en seguida se engancharon.