El concierto está anunciado para las once de la noche, en la mítica Sala El Sol. Este local, en el número tres de la Calle Jardines, abrió sus puertas en el setenta y nueve, lo que significa que comenzó con la movida. Jardines queda en un lugar céntrico, próximo a la Gran Vía y a la Puerta del Sol. Uno de sus extremos desemboca en la calle de la Montera, algunas de cuyas fachadas las custodian varias hileras de prostitutas, que aguardan a los clientes mientras sus traseros van desgastando las esquinas de los comercios y de los soportales. Montera es un tramo por el que pasaban, según datos oficiales, unos mil vehículos al día: pero a principios de mes la mitad sur de la calle fue cortada al tráfico, excepto para los coches de los residentes y los camiones de carga y descarga.
A las once es la apertura de La Sala. En torno a las once y media los teloneros salen al escenario: se trata de Frida, un cuarteto de pop-rock que en estos meses concluye la grabación de su primer disco. Media hora después continúa entrando gente: chicos y chicas, parejas, patillas y peinados pop, algún chaval con un piercing en la nuca. La Sala, a la que se accede tras bajar una escalera de caracol, se llena. Es una nave dotada de escenario, gradas, ropero, un palco, dos barras para servir bebidas y una especie de hall en una de cuyas paredes han colgado un gran marco con cristal, que contiene un montaje de fotografías de la fiesta de celebración de los veinticinco años de existencia del garito; en muchas de las imágenes aparecen músicos célebres. Del techo penden varios ventiladores, bolas de discoteca y focos para alumbrar la pista y el escenario. Cuando los teloneros se van el pinchadiscos pone, de música de fondo, el “Sgt. Pepper’s” de The Beatles, cuyas canciones logran que la espera parezca más corta. Cerca de las doce y media aparecen los componentes de Deluxe.
El solista, y auténtico alma de la banda, es Xoel López, un gallego espigado, flaco, de barba corta y gafas de montura fina. Sus primeros discos tenían letras escritas en inglés. En su tercer disco, y posiblemente el más famoso de sus trabajos hasta la fecha, apostó por letras en castellano, que han conferido al grupo otra dimensión, otra fuerza, un ritmo distinto. Algunos de los temas, como “Que no”, “Los jóvenes mueren antes de tiempo”, “Tanto rollo con el infierno” o “Cientos de mentiras” constituyen himnos del pop español actual. Durante todo el concierto Xoel López muestra al público su entusiasmo y su humor festivo. A mitad de una de las canciones incluso baja del escenario y toca la guitarra en medio del gentío; empieza a saltar y contagia al personal de toda la pista, que imita sus botes. Entre los temas escritos por él intercala, de vez en cuando, versiones de grupos legendarios; así: “Hallelujah”, de Leonard Cohen, “Bridge Over Troubled Water”, de Simon & Garfunkel, “Perlas ensangrentadas”, de Alaska, y algunos acordes sueltos de U2, Bob Marley y de canciones de bandas británicas, entre otros. La letra de “Los jóvenes mueren…” está basada en un periodo concreto de la vida del cantante en su ciudad natal, La Coruña, e incluye frases lapidarias, relativas al frío, al suicidio, a los sueños que se tiñen de negro; pero fácilmente se podría aplicar ese espíritu algo gris a otras ciudades de España; tal vez esa universalidad, unida a su ritmo pegadizo, sea una de las claves de su éxito. Deluxe da un potente concierto. Diez minutos antes de las dos de la madrugada termina la actuación. En el exterior, una fina lluvia empapa las aceras. En la calle hay pocas fulanas, muchos taxistas y algunos chalados.