Han sacado a la bella, frágil y escuálida Kate Moss en los medios de comunicación consumiendo cocaína. La prensa amarilla, fundamentalmente, se ha lanzado sobre ella y sus hábitos nada saludables, apresando su nombre y su imagen con unas garras propias de buitre ávido de carroña. La droga siempre vende periódicos. Hemos visto a Kate Moss, una de las pocas modelos que me gustan, haciéndose unas rayas. La han bautizado incluso con un mote. Lee uno la prensa y contempla la televisión: el personal está asustado, se lleva las manos a la cabeza. No puede creer que en el mundo de la moda, que representa altos ideales estéticos, pase esto. Parecen decir: Dios mío, una modelo metiéndose una raya, qué escándalo. Pero no es ningún escándalo. ¿Hace falta decir que los entornos de la moda, al igual que los de la música o el cine, son de los más corruptos del planeta? En las fiestas de Hollywood, privadas o públicas, y en las fiestas y reuniones de los músicos más célebres no faltan nunca la satisfacción de todos los vicios. En pocas palabras: se ponen todos hasta el culo, salvo que sean de ésos que prefieren no ir a fiestas y pasar la velada en su granja o con su familia. Pues en la moda ocurre lo mismo.
Un periódico londinense investiga ahora la Semana de la Moda. Dicen que el caso de Kate Moss no es único y que vieron rastros de cocaína en los servicios. Pues claro, ¿qué esperaban? Esto es el espectáculo, el poder, el dinero, la fama, la presión, los nervios, no el cuento de la Cenicienta. A la pobre Moss, tras las fotos y el escándalo consiguiente, le han dado la patada algunas firmas prestigiosas con las que tenía contrato. Ha tenido la desventaja de que las cámaras la cazaran desprevenida. Ese fue su error. Por otra parte, es lógico: no es la mejor imagen para esas muchachas que leen la Ragazza e imitan a las modelos en todo, comenzado con la delgadez que a veces concluye en anorexia. Pero, si lo que pretenden las firmas es darle puerta a todas las modelos de quienes se sospechen indicios de consumo de droga, tendrán que despedir a la mayoría. Ojo: que en los ambientes corruptos de la moda ofrezcan a las chicas drogas, alcohol y sexo no significa que todas piquen. Las hay que saben muy bien lo que quieren. Una modelo zamorana, que ha viajado mucho por el mundo a causa de su profesión, me contó en una entrevista para este periódico, durante las pasadas navidades, que el de la moda es uno de los mundillos más sórdidos y corruptos. Te ofrecen de todo. Principalmente, por supuesto, droga. La cocaína suele estar presente en fiestas, saraos y demás celebraciones. A ella, me confesó, no le gusta ese mundillo tan podrido. Me dijo que todo el envoltorio de la moda, tan bonito, oculta unas capas de sordidez y corrupción bastante densas: fotógrafos que tiran los tejos a las modelos, jetas por doquier, envidias y engaños, fiestas llenas de posibilidades...
Acabo de encontrar, mientras termino estas líneas, la declaración de una modelo (encubierta por el anonimato) al periódico de Londres que anda investigando ahora en las pasarelas de la Semana de la Moda, y corrobora lo que digo: “Todas (las modelos) consumen. No pueden beber porque engordan. El único error que cometió Kate es el de dejarse sorprender”. Estoy de acuerdo en la segunda y tercera frase, no así en la primera: decir que todas las modelos consumen es generalizar. También las habrá que no se dejen tentar en esas fiestas y viajes. Aunque sean casos aislados. Por otra parte, dudo que las modelos esnifen porque no puedan beber: más bien será por las presiones que lleva aparejadas su profesión, más dura de lo que creen.