viernes, junio 22, 2018

Minué para guitarra (en veinticinco disparos), de Vitomil Zupan



La novela de Vitomil Zupan sobre la Segunda Guerra Mundial abarca dos tiempos, que el autor esloveno va mezclando en su narración: los años 40, cuando el narrador se une a los partisanos en su lucha contra el ejército nazi; y el 73, cuando está en Mallorca y charla sobre conflictos bélicos con un antiguo soldado alemán. Es uno de los libros de guerra donde con más precisión se refleja lo que, a menudo, otras narraciones ocultan o pasan por alto o no mencionan: el estado del cuerpo y de la mente de los soldados mientras respectivamente van acumulando mugre y alucinaciones, sudor y pesadillas, hambre y visiones terroríficas; lo incómodo que uno está consigo mismo mientras camina con calcetines sudados, ha dormido poco y mal, tiene piojos y sed y un cansancio infinito. En ese estado no es difícil volverse loco:

En el ejército, los locos actúan con cordura, mientras que somos los otros los que la perdemos. En el ejército, los enfermos del corazón se curan, las úlceras de estómago desaparecen y el dolor causado por el reuma se desvanece.

Los protagonistas de Minué para guitarra buscan a menudo huecos entre la maleza para poder defecar. Algunos tienen almorranas por culpa del estreñimiento. Es una necesidad que, con el miedo y la mala y escasa alimentación, en el escenario de guerra se convierte en una tortura. En pocas novelas sobre el género hemos leído sobre esto. Sólo se me ocurren ahora los libros de Céline. Quizá porque a Vitomil Zupan se le nota cierta influencia, en algunos pasajes, del maestro que escribió Viaje al fin de la noche. Como la novela está escrita en los 70, en vez de en los 50, se perciben también ciertas técnicas postmodernistas en su estructura, en algunos tramos de su estilo, y en todas esas abundantísimas citas literarias que preceden los capítulos, y esto es algo que se agradece mucho porque la narración huye de ciertos modelos un poco típicos. Vitomil Zupan capta en estas páginas, con algunos párrafos verdaderamente memorables, todo el horror de una guerra y el absurdo de la misma. Quizá le sobren algunas páginas, pero en realidad da igual: el escritor trata de reflejar la música de la guerra y lo que nos devuelve es la música de la literatura. Unos extractos:  

Los hombres se parecían cada vez más unos a otros. Encorvados, empapados, sucios y sin afeitar. Estaban perdiendo su identidad. De vez en cuando tenía que fijarme en la cara y los ojos de alguien a quien creía conocer para recordar de qué lo conocía. También había tipos gallardos que mantenían la cabeza alta y los pies separados en actitud heroica. Admiraba su determinación por no mostrarse débiles.

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Supongo que todos piensan que los soldados sufren horrores. Pero el soldado no tiene tiempo para sufrir, ni siquiera para pensar en su familia. Sobrevivir es lo único que le importa. Todo lo que lleva dentro, todos sus sentimientos, quedan reducidos a un ovillo… y cuanto más tiempo pasa en el frente, más duro se hace el ovillo… Hay quien dice: "Si he salido con vida tres veces, puedo aguantar una cuarta". Y otros piensan que no hay ninguna razón que les garantice la supervivencia. Lo que quiero decir es que los pesimistas, los melancólicos y los pacifistas lo pasan muy mal cuando están de servicio. Es algo que se hace evidente en el escenario de la retaguardia. Algunos son capaces de olvidar y cantan, bromean, se desahogan… y otros se limitan a observarlos sumidos en el desconcierto.

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Cuesta describir la rapidez a la que un ser humano es capaz de recuperar las fuerzas. Basta con un poco de comida, un sorbo de sopa, un pequeño descanso, un cigarrillo y un rato de charla, para que vuelva a la vida.

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Así es como avanzan los ejércitos. Tan pronto te encuentras en medio del caos, con el mundo desmoronándose a tu alrededor, acompañado de hombres que caen, resbalan, corren, matan y mueren; como te despiertas en una mañana tranquila, sin rastro de muertos ni heridos, sin huellas de la batalla, avanzando por un agradable y tranquilo camino que serpentea hacia el valle. No importa si conoces o no a tus acompañantes. El caso es que avanzáis juntos para cumplir con vuestro cometido. Y así pasa otro día.


[Sajalín Editores. Traducción de Xavier Farré. Traducción revisada y corregida por Ana Crespo. Traducción de fragmentos en alemán: Josep Clusa. Traducción de fragmentos en ruso: Luis Marcelino]