domingo, septiembre 04, 2016

Cartas a Hawthorne, de Herman Melville


En Playtime / El Plural se publica hoy mi comentario sobre este libro, del que aquí dejo dos muestras:

Lo que me impulsa a escribir, está vetado: no da dinero. Y sin embargo, por lo general, escribir de otro modo no puedo. Así que el resultado final es una chapuza, y todos mis libros son un estropicio. Tal vez parezca por esta carta que estoy dolido, pero tendría que ver mi mano: cuatro ampollas en esta palma por culpa de la azada y del martillo con los que he trabajado los últimos días.

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Pero hablaba de la "Ballena". Como dijo el pescador, "estaba aturullada" cuando la dejé hace tres semanas. En cualquier caso, la voy a agarrar de la mandíbula dentro de no mucho y acabaré con ella de algún modo u otro. ¿Qué sentido tiene afanarse tanto en algo con una vida tan efímera como es un libro moderno? Aunque escribiera los Evangelios de este siglo, moriría en la miseria. No dejo de hablar de mí mismo, y eso es egoísmo y egotismo. Se lo concedo. Pero, ¿cómo evitarlo? Le escribo; sé poco de usted, pero sé algo de mí mismo. Así que escribo sobre mí mismo, por lo menos a usted. No se moleste, con todo, en escribir; y no se moleste en visitarme; y cuando de verdad me haga una visita, no se moleste en decir nada. Yo me encargaré de escribir, de hacer la visita y de hablar.


[La Uña Rota. Traducción de Carlos Bueno Vera]