En su día se me pasó este libro y he aprovechado la reedición (que conmemora los 10 años desde que lo publicaron en EE.UU.) para leerlo. Su autor incluye algunas "fichas" de superhéroes que, al parecer, no estaban en la antigua versión.
Todos mis amigos son superhéroes no es un libro del estilo a los cómics o las películas de Los Vengadores, X-Men o Los 4 Fantásticos. No hay combates ni grandes batallas entre forzudos ni, en realidad, muchas heroicidades. Con bastante sorna, pero respetando y homenajeando al género, los personajes de Andrew Kaufman destacan por alguna cualidad, algo que los hace especiales y distintos a los demás: el Hombre sin Sombra, Suertudo, el Saltador, la Alarmista, Pereza… En realidad son como cualquiera de nosotros, sólo que su característica se ha agravado tanto que es igual que si fueran superhéroes. El libro demuestra, como digo, que todos podemos ser superhéroes a nuestra manera, lo cual, en la trama de Kaufman, no supone necesariamente una bendición para algunos personajes: a menudo, en cambio, es una tara.
La novela cuenta lo que ocurre cuando la Perfeccionista se propone abandonar a Tom, su marido, un tipo normal y corriente al que ella ya no puede ver ni oír porque Hipno, un ex novio de la chica, la hipnotizó de tal forma que ella no logra ver a Tom. Creyendo que la abandonó hace tiempo, se dispone a cambiar de ciudad. Lo que significa que a Tom se le acaban los minutos para lograr que ella sienta que sigue a su lado. Igual a primera vista suena a comedia chunga romántica, pero no es así. Insisto en que en el libro hay mucha sorna, y que no faltan los pasajes cómicos. Es uno de esos libros perfectos para los días de vacaciones. Unos fragmentos:
EL CALIENTASOFÁS
Dotado del poder de sobrevivir sin trabajar, sin pareja estable y sin un domicilio fijo, al Calientasofás se lo puede ver en el sofá del apartamento de cualquiera de sus amigos diseminados por toda la ciudad.
El Calientasofás no solo es capaz de soportar largos períodos de pobreza extrema, sino también de alimentarse a base de puñados de copos de cereales, rebanadas de pan reseco y condimentos diversos. Curiosamente, nunca le faltan cigarrillos.
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La dificultad de encontrar un buen nombre de superhéroe reside en parte en el hecho de que puede que haga referencia a algo que no te gusta a ti. Es más, podría hacer referencia a la parte de ti que más odias, a algo de lo que te librarías gustoso aunque fuese pagando. A la Perfeccionista no le resultó fácil aceptar su superpoder. El Jugador, Rollo de una Noche y Sinceridad Demoledora tardaron años en aceptar sus superpoderes.
El momento decisivo en la búsqueda de un nombre de superhéroe es aceptar la poca importancia que tiene. Vale, eres capaz de hacer tal cosa, una cosa que haces como nadie en el mundo. Eso te convierte en alguien especial, pero ser especial no significa nada. Aún tienes que seguir vistiéndote por las mañanas, se te siguen rompiendo los cordones de los zapatos y, si no la tratas bien, tu pareja te dejará por otro.
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David Duncan nació invisible. Cuando la enfermera limpió la sangre y la placenta, se encontró con que allí no había nadie. De pequeño, se escapaba de los pañales. Sus padres tenían que esperar a que llorase de hambre para encontrarlo. Muertos de preocupación, optaron por una solución drástica, y decidieron pintarlo de azul.
Siguieron pintándolo de azul con una pintura al agua no tóxica hasta que cumplió cinco años. El primer día de clase, sus padres dejaron la elección en sus manos: podía seguir siendo azul o volver a su estado natural de invisibilidad.
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EL TELEFALSO
El teléfono es su arma. Queda por teléfono para comer y para ir al cine. Hace planes para "quizá el jueves", o "te llamo el martes", o "algún día de la semana que viene". Pero llega el jueves y no tienes noticias suyas. Llega el martes y no te llama por teléfono. Llega la semana que viene y no ha concretado la cita para comer ni para ir al cine. Entonces comprendes con tristeza que el Telefalso ha vuelto a las andadas.
[Turner Libros. Traducción de Diego de los Santos]