jueves, abril 23, 2015

Cosas raras que se oyen en las librerías, de Jen Campbell


Jen Campbell trabaja en una librería de viejo y también es escritora y ensayista: ha publicado relatos y ensayos y poemas y trabaja ya en una novela. Su libro, una recopilación de conversaciones suyas y de otras personas, me ha recordado a algunas de las anécdotas que, en Twitter, cuentan de vez en cuando mis amigos libreros. Porque en las librerías ocurren situaciones rocambolescas y diálogos absurdos, de una manera que, por ejemplo, creo yo que no se da en las carnicerías o en la tienda de la esquina. El problema principal es que hay demasiada gente inculta, desinformada, que ni siquiera está segura de lo que es una librería o para qué sirve (no es coña, existen ejemplos al respecto), que cree que en el mundo habrá unos 20 libros y por eso piensan que el librero siempre encontrará lo que piden: basta (creen ellos) con decir que el libro que buscan tiene una cubierta de tal color y un título de tres palabras. Así de mustio es el panorama. Terrible, ¿verdad?

Como digo, Jen Campbell ha recopilado esos diálogos absurdos, esas peticiones dignas de una peli de Monty Python (de hecho, trabajó en una librería cuyo nombre homenajeaba a un sketch del grupo cómico), y ha incorporado chismes de otros libreros, y además los editores de Malpaso nos ofrecen, como regalo y apéndice, un muestrario de "Cosas raras que se oyen en las librerías españolas", en el que han colaborado varios libreros de este país. Me alegra comprobar que la gente suelta magníficos despropósitos en las librerías de todo el mundo, sostiene Campbell en la nota de Agradecimientos.

Cosas raras que se oyen en las librerías es, pues, un compendio divertidísimo, en sintonía con volúmenes como Los libros en The New Yorker (que ya recomendé aquí): un manual de disparates para soltar la carcajada cada poco, pero al mismo tiempo me parece un libro de terror, pues revela la podredumbre mental y la ignorancia general de nuestra sociedad. Revela que, si mucha gente no sabe qué venden exactamente los libreros, el problema obedece a una educación incompleta: padres que nunca leen, que no han llevado jamás a sus hijos a una librería o a una biblioteca, que no han sido capaces de crearles hábitos relacionados con la cultura...

Y ahora vamos con algunas anécdotas (y aquí puedes leer las primeras páginas):

CLIENTE: Leí un libro en los años sesenta. No recuerdo el autor ni el título, pero la cubierta era verde y me reí mucho. ¿Lo tenéis?

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LIBRERO: ¿Puedo ayudarlo en algo?
CLIENTE: Sí, ¿dónde están los libros de ficción?
LIBRERO: Ah, en la pared del fondo. ¿Busca alguno en particular?
CLIENTE: Cualquiera de Stefan Browning.
LIBRERO: No lo conozco, ¿qué tipo de libros escribe?
CLIENTE: Ni siquiera sé si ha escrito… Verá, yo me llamo Stefan Browning y me gusta entrar en las librerías para ver si alguien con mi nombre ha escrito un libro.
LIBRERO: Ya…
CLIENTE: Porque así lo puedo comprar, llevarlo encima y decirle a la gente que tengo una novela publicada. Todo el mundo pensará que soy la hostia, ¿no le parece?

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CLIENTE: Puede que esto suene un poco estrambótico, pero ¿vendéis leche?
CLIENTE: ¿Vendéis billetes de lotería?
CLIENTE: ¿Vendéis destornilladores?

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CLIENTE: Estoy buscando un libro para mi hijo. Sólo tiene siete años, pero está muy avanzado: tiene un cerebro de como veinte años. ¿Qué le recomendáis?

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CLIENTE: ¿Qué tipo de librería es ésta?
LIBRERO: Bueno, somos una librería de viejo.
CLIENTE: ¿De qué?
LIBRERO: Somos como… como anticuarios de libros.
CLIENTE: ¡Ah! Así que vendéis libros sobre peces…

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CLIENTE: Hola, mi mejor amiga vino la semana pasada y compró un libro que le gustó mucho. ¿Tenéis otro ejemplar?
LIBRERO: ¿Cómo se titula?
CLIENTE: ¡Mira tú por dónde se me olvidó preguntárselo!

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CLIENTE: ¿Tienen libros sobre el Siglo de las Luces?
LIBRERO: Bastantes.
CLIENTE: Estupendo. Mi hijo está a punto de estudiarlo en el colegio. Si mal no recuerdo, comienza con la invención de la bombilla…

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CLIENTE (mostrando a su amiga un ejemplar de El señor de los anillos): Mira, tiene un mapa al principio.
AMIGA: ¿Ah, sí? ¿Un mapa de qué?
CLIENTE: De Mor… Mordor.
AMIGA: ¿Y eso por dónde queda?

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CLIENTE: ¿Qué libros puedo comprar para que la gente los vea y diga "¡joder, qué tío más listo!"?


[Malpaso Ediciones. Traducción de Bernardo Domínguez Reyes]