no, ya no se trata
de ser
o no ser
sino
de estar
o no estar
porque tú puedes ser, madre:
ser un alma errante
un espíritu del bien
una presencia
un fantasma
un hálito…
pero no estás
no estás aquí, con nosotros
en esta terraza de verano
a la sombra, tomando una cerveza
no estás presente, no te veo
aquí, paseando entre los bosques
besando mi mejilla tras mis peregrinaciones
estrechando en tus brazos al nieto
que no conociste
puede que seas, madre
y que nos mires y nos acompañes
cada día de nuestro futuro
pero no estás,
y ésa es la hiel de la muerte
su tragedia y su horror
lo espantoso de la extinción
el nudo de martirios que te comen
cuando piensas en quienes se fueron
y en quienes se irán
y en ti mismo,
que también dejarás de habitar este cuerpo
no estás, madre:
y algún día a mí tampoco me veréis aquí
pero entonces
estaré contigo.
José Angel Barrueco, El amor en los sanatorios
[Cuelgo este poema porque hoy mi madre hubiera cumplido 60 años]