David O. Russell recrea, con ritmo y brillantez y una potente banda sonora, los 70, y el espíritu propio de aquellos años. Y lo hace mediante una historia de estafadores, de gente que miente y es infiel a su pareja, de vidas dobles y de situaciones en las que la amistad, el deseo, la confianza y el amor penden de un hilo, siempre en frágil equilibrio. En este sentido la primera escena establece claramente sus intenciones: uno de los protagonistas se cubre la calva con una cortinilla de pelo, y se ayuda con pegamento, y se peina como puede, lo que transmite al espectador la idea de que todo en él es una fachada, un truco, un artificio. Que todo es mentira.
American Hustle es una de las películas polémicas del año, como habitualmente suelen serlo las de David O. Russell. No por el tema o por lo que digan los personajes, sino porque suele tener dos bandos enfrentados: detractores y defensores. Para mí, American Hustle es una buena película, entretenida y, como apunté antes, con un ritmo endiablado. Pero no es un filme con el que yo haya flipado como flipé con, por hablar de otras candidatas al Oscar de este año, El lobo de Wall Street o 12 años de esclavitud. Creo que eso obedece a dos razones (y creo que, por esas razones, Russell levanta últimamente tantos odios):
-La primera es que me parece un director, principalmente, de actores. Es decir: el reparto de sus películas siempre destaca tanto, es tan potente, que las actuaciones se comen la película, que los personajes se comen a la dirección. ¿Qué recordamos de The Fighter, Silver Linnings Playbook, Tres reyes o Extrañas coincidencias? Recordamos lo mucho que brillaban Mark Whalberg, Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, George Clooney o Jason Schwartzman. Y de American Hustle recordaremos algunas escenas memorables, pero sobre todo se quedarán en nuestra memoria Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner y un actor que tiene un cameo importante (y que no voy a desvelar, pues la sorpresa es parte del juego de la película).
-La segunda es que, en sus películas, Russell suele hablarnos de personajes con los que es prácticamente imposible empatizar. Por ejemplo, en El lobo… de Scorsese hay personajes negativos, pero son guapos, son estilosos e incluso son simpáticos a ratos. En el caso de American Hustle, tenemos a tíos muy mal peinados, vestidos con ropa hortera, que siempre engañan, que apuestan al doble juego, que son antipáticos en sus reacciones y en sus decisiones, y tenemos a mujeres muy guapas, pero que también suelen ser bordes, caprichosas y horteras. Recordemos otros personajes de Russell: desequilibrados, drogatas, perdedores, boxeadores atados al fracaso, delincuentes… Cuando pienso en las películas de Russell, aunque en general me han gustado (unas más, otras menos), no siento la necesidad de volver a verlas. Y eso, creo yo, es porque pone en danza a personajes antipáticos y desagradables.
Ahora que, en algunos círculos se está cuestionando la valía de este director, es buena oportunidad para dejar los prejuicios a la entrada y pasar dos horas y veinte de entretenimiento puro y personajes llenos de fracturas emocionales.