Steven Soderbergh, pese a que anunció su retirada del
cine, está rodando unas dos películas al año. Por eso no me da tiempo a verlas
todas: algunas duran un suspiro en la cartelera, como la anterior (Magic Mike),
que me perdí. Al menos he visto Efectos secundarios, con dos actores magníficos
(Jude Law y Rooney Mara). Soderbergh rueda dos clases de filmes: los pequeños,
sin apenas presupuesto; y aquellos más grandes, más caros, con repartos
espectaculares. Side Effects pertenece al segundo bloque. Y me gustó porque el
ritmo de la película (como si fuera una cinta de suspense), el clima (parecido
al que consiguió en Contagio) y el montaje (cruzando a varios personajes) nos
acercan a esos títulos de los 70 en los que nos contaban historias sobre
sociedades y empresas corruptas. Pero no es redonda: en el último tercio del
filme el guión da un giro y la trama, aunque más cercana al thriller, pierde un
poco de interés y entra dentro de lo convencional.