HOMENAJE I
Me moriré en Madrid
un día cualquiera
me moriré sin
aguacero
me moriré
sin que suceda nada
sin que nadie me
pegue
sin causa sin motivo
me moriré
de un silencio mayor
que yo
mayor que el mundo.
Y se me irán
quedando
marchitas las
palabras
y se me irán cayendo
como las hojas de
los árboles
y el silencio
como un musgo veloz
me irá invadiendo
hasta dejarme muerta
y silenciosamente.
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TESTIGO DE EXCEPCIÓN
Un mar, un mar es lo
que necesito.
Un mar y no otra
cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño,
insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo
que necesito.
No una montaña, un
río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero
flores, manos,
ni un corazón que me
consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro
corazón.
No quiero que me
hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un
mar:
yo sólo necesito un
mar.
Un agua de
distancia,
un agua que no
escape,
un agua
misericordiosa
en que lavar mi
corazón
y dejarlo a su
orilla
para que sea
empujado por sus olas,
lamido por su lengua
de sal
que cicatriza
heridas.
Un mar, un mar del
que ser cómplice.
Un mar al que
contarle todo.
Un mar, creedme,
necesito un mar,
un mar donde llorar
a mares
y que nadie lo note.