miércoles, noviembre 28, 2012

Cabot Wright vuelve a las andadas, de James Purdy



Ya recomendamos aquí otra novela de James Purdy, El sobrino, también publicada por Escalera. Es curioso el caso de este autor porque ha quedado a medio camino entre el escritor maldito y el escritor secreto que, como dice Antonio Bordón en el prólogo, “es un secreto muy bien guardado, cuyo destino consiste en ser descubierto una y otra vez cada generación”. Purdy, por si me leen los cinéfilos, es uno de los autores predilectos de John Waters. Cabot Wright vuelve a las andadas es una novela rarísima, pero muy gratificante. Empieza con un escritor en ciernes al que su mujer convence para que escriba un libro sobre Cabot Wright, un violador que acaba de salir de la cárcel. Y el escritor, Bernie Gladhart, decide viajar a Nueva York para encontrarlo y documentarse mejor. Es entonces cuando entra en escena el verdadero Cabot, y cuando al lector se le ofrecen dos narraciones: el presente del ex convicto y su pasado descrito por Bernie. La novela también sirve para criticar ciertos tejemanejes de la industria editorial: libros escritos por encargo, negros literarios, suplantaciones y búsqueda de novelas con fórmula… Os dejo con dos fragmentos: 

Bernie Gladhart estaba enfadado y se sentía abatido porque la señora Bickle había pasado las últimas semanas en compañía de Cabot Wright, sin hacerle ningún caso. Salió a la calle con una rabieta a buscar problemas, como en los viejos tiempos, cuando era libre y aún no había estado en la cárcel. Casi a la altura del Iron Kettle, una oscura cafetería donde los fracasados de Greenwich Village intentaban empezar una nueva vida, le llamó la atención un sorprendente hombre de color que llevaba un sombrero de paja inusualmente blanco con una banda rosa, desconocida por estas latitudes. Su semblante, su piel, la perfección perlada de sus dientes, indicaron a Bernie de inmediato que no podía tratarse de un negro americano de Brooklyn de locura incierta. El hombre caminaba como un príncipe y era obvio que nada le impresionaba, a excepción de sí mismo.

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Después de todo, la risa es el mayor bien que la Naturaleza ha concedido a la miserable y desgraciada humanidad. La liberación, el único consuelo del dolor que tiene un ser humano, mortal, feo, limitado, agónico, viendo el culo de la Muerte desde el momento que emerges de la raja parpadeante que se encuentra por encima del trasero materno, sacado al mundo de entre el pis y la mierda, la pena y la falta de sentido, el arduo trabajo y el espejismo, la pasión, el dolor, la pronta pérdida de la juventud y el vigor, de todo lo que había hecho merecer la pena, con la eternidad de la tumba, la última palabra sobre el hambre de Dios, la saciedad de la tierra y el cieno, el grito del océano en los oídos de la muerte. El significado es que no hay significado, pero la risa del momento casi hizo que mereciera la pena. Eso es todo lo que hay. Estuvimos aquí y finalmente reímos.


[Traducción de Ana Lima]