jueves, octubre 25, 2012

El cuaderno francés, de Ramón Eder



Entre la torre de marfil y el circo mediático un escritor debe encontrar un lugar digno.

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Si un libro no consigue que se escriba sobre él es un libro muerto.

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Oír nuestro nombre por los altavoces de un aeropuerto nos asusta. Parece que nos llaman del cielo.

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¿Usted se fiaría de una persona como usted?

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Las nuevas generaciones siempre inventan nuevas indecencias.

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El arte del elogio consiste en no quedarse corto, ni pasarse de la raya.

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Todo escritor es una mezcla de su talento, su canon literario y su biografía.

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Crimen perfecto: matar a alguien a disgustos. No se dejan pruebas.

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A veces se comete un error reparable y para arreglarlo se comete un error irreparable.

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Entender todo lo que nos pasa como lecciones nos ayuda a soportarlo.

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Una de esas frases que comienzan con un relámpago y terminan con un trueno.

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Si uno se descuida, poco a poco, se va quedando sin enemigos.

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Cambió su recorrido habitual para no encontrarse con cierta persona y esa persona hizo lo mismo para no encontrarse con él, y se volvieron a encontrar.