Encontré este libro (subtitulado La visión de un director sobre el spaghetti western, editado en
Argentina y con prólogo de Fernando Martín Peña) en una librería de Madrid
especializada en cine. Fue una sorpresa por tres razones: no sabía que existía
dicho libro; es sobre uno de mis géneros favoritos; y lo ha escrito Alex Cox,
cineasta rebelde y vanguardista.
Cox analiza las películas más importantes del género y lo
hace por años. Nos ofrece la sinopsis, los detalles de la trama y del rodaje,
algunas particularidades del filme y su importancia en el tiempo. Consigue no
sólo contagiarnos su pasión por el spaghetti western, sino revelarlos anécdotas
que yo no conocía, pese a que es uno de mis géneros predilectos. Así, pasan por
estas páginas los análisis de películas como la trilogía de Leone con Clint
Eastwood (sin olvidar Hasta que llegó su
hora y ¡Agáchate, maldito!), las
sagas de Django o Sartana, las comedias de Trinidad, los títulos de culto en
los que participaron Gian Maria Volonte, Lee Van Cleef o Tomas Milian y rarezas
del calibre de Si estás vivo, ¡dispara!
(Oro maldito, en España), Cara a cara o El halcón y la presa. Como curiosidad: los mejores directores del
género se llamaban Sergio, como lo demuestran los filmes de Sergio Leone,
Sergio Sollima o Sergio Corbucci.
Un festín absoluto. A Cox sólo le reprocho dos cosas: que
se extienda tanto en las sinopsis y que le tenga tanta aversión a Eastwood. Un
fragmento:
Como su dinero venía
de productores italianos y de arreglos de coproducción europeos, Sergio Leone
no tenía que hacerle caso al Código Hays. Y, como no había guardianes, podían
existir films transgresores como Django,
Si estás vivo, ¡dispara!, o El
gran Silencio. Como no había tratos de
coproducción con el Pentágono, estas películas podían ser críticas y hostiles
con los militares y criticar los horrores de la guerra. Los spaghetti westerns
son, en gran parte, películas anti-capitalistas, anti-intervencionistas y
radicales que, disfrazadas de films de vaqueros, criticaban severamente la
política exterior e interior de una superpotencia: Estados Unidos. Incluso
Leone, que llegó a ser enormemente popular en aquel país, continuó con su
discurso de que los hombres de negocios y su dinero eran la semilla del mal.
Damiani, Petroni, Corbucci, Questi y otros fueron mucho más lejos, explorando
los territorios más oscuros del género.
[Traducción de Nicanor Loreti]