martes, agosto 21, 2012

Tony Scott (1944 - 2012)



Tony Scott escribió una nota de suicidio, la dejó en su despacho y se subió a su coche. Condujo hasta un puente de la zona portuaria de Long Beach, en Los Ángeles. Abandonó el vehículo, trepó por la verja de tres metros y se arrojó hacia una muerte segura. Lo vieron algunos testigos. La policía identificó el cadáver y los rumores empezaron a dominar la red. Dijeron que padecía un tumor inoperable en el cerebro. Ahora su viuda lo ha desmentido: dice que estaba sanísimo. Con su fallecimiento hemos perdido a uno de esos directores de la cofradía de los "placeres culpables". Todos hemos disfrutado en alguna ocasión de alguna de sus películas (o de varias), aunque los críticos siempre le dieran palos. He visto muchos de sus filmes un montón de veces; algunos me los aprendí de memoria. Otros los aborrecí. Y un par de películas suyas fueron una influencia notable en mis libros: es el caso, por ejemplo, de Amor a quemarropa, que inspiró pasajes de Vivir y morir en Lavapiés.

La muerte de Tony Scott me ha pillado en mi tierra, sin posibilidad de conexión a internet hasta hoy mismo, y me ha sacudido, como suelen hacerlo los suicidios de Hollywood y los fallecimientos rodeados de circunstancias misteriosas o incomprensibles. No he podido anunciar aquí la noticia ni escribir al respecto. Y me gustaría comentar algo sobre sus películas, a modo de homenaje.


Descubrí El ansia gracias a mi madre. Como todas las de Scott, la vi en el cine. Vampiros, mujeres lesbianas y David Bowie: una combinación ganadora. No he vuelto a verla, y espero que mantenga su poder de seducción.





Confieso ahora que Top Gun me tuvo fascinado. Es comprensible: yo tenía 14 años. A las chicas que a mí me gustaban sólo les gustaba Tom Cruise. Compré la BSO (curiosamente, la estuve escuchando sólo unos días antes de la muerte de Scott), me aprendí los diálogos, tuve envidia de los protagonistas. No quería ser piloto, sino tener su estilo, su chulería: la clase de Cruise, Val Kilmer y compañía. No veo el filme desde hace años. Temo que me decepcione.





También me obsesionó un poco Superdetective en Hollywood II. No eran tan buena como su predecesora... sin embargo, fue una secuela digna. Recuerdo que Eddie Murphy lucía más cool que en Beverly Hills Cop I. Estuve loco por el cartel durante unos años e incluso me compré la BSO, llena de tracks ochenteros. 





¿Y qué decir de Revenge? Una película repleta de altibajos narrativos, pero con algunas secuencias que me volvían loco: sobre todo desde el momento en que el personaje de Kevin Costner trama su venganza. La primera mitad, lo admito, era un pastel de merengue. Pero a partir del momento en que apalizaban al protagonista y se llevaban a la chica a un prostíbulo, Tony Scott nos metía en una de sus habituales montañas rusas. 

 


True Romance (Amor a quemarropa): creo que es indiscutible que fue su mejor película, inspirada en un guión de Tarantino. No sé cuántas veces la he visto, cuántas he escuchado la BSO, cuántas he recitado los diálogos ante mis atónitos amigos (en especial el monólogo de Gary Oldman, imprescindible en VO). El duelo verbal entre Walken y Hopper, la paliza que Arquette recibe de Gandolfini, la aparición fugaz de Kilmer poniendo la voz a Elvis, el colocón de Brad Pitt... Amo esta película. Sigo viéndola de vez en cuando, y me sigue gustando.

No olvido las demás películas... Días de trueno tuvo su punto en su momento, pero no era Top Gun. El último boy scout es un divertimento especial, sobre todo con ese Bruce Willis sucio y herido y malhablado. En Marea roja también me enganchó, gracias a Gene Hackman y a Denzel Washington; pero no era El submarino, mi obra favorita sobre el tema. Odié Fanático; y Enemigo público me pareció del montón. Spy Game, Domino y Asalto al tren Pelham 1, 2, 3 son irregulares y se dejan ver por sus actores; cumplen, pero no me volvieron loco. Me dio pereza ir a ver Dèjá Vu e Imparable y son las dos únicas películas que me faltan de su filmografía. Creo que, en los últimos años, Scott se estaba estancando. Sin embargo... entre 1996 (después de Marea roja) y 2010 (estreno de Imparable) dejó una joya: El fuego de la venganza. Un filme brutal, violentísimo y extremo, con un Denzel Washington espléndido. Por estas películas lo recordaremos. Películas para divertirse, para emocionarse, nada que ver con las filmotecas.