lunes, julio 30, 2012

El escritor gonzo. Cartas de aprendizaje y madurez, de Hunter S. Thompson



Hunter S. Thompson es uno de los autores más divertidos y feroces que he leído, y también de los más competentes y suicidas, y baste leer las obras suyas publicadas en lengua española: Los Ángeles del Infierno, Miedo y asco en Las Vegas, El diario del ron, Mescalito, La gran caza del tiburón. Todas muy recomendables.

El escritor gonzo recoge la correspondencia escrita entre 1955 y 1976 (con algunas excepciones, como nos anuncian en el prefacio), y abunda en destinatarios famosos en aquel entonces: editores (de Ballantine Books…), escritores (William Kennedy, Tom Wolfe, Nelson Algren, William Faulkner…), políticos (Lyndon B. Johnson…), periodistas (Jann Wenner…), amigos (Óscar Acosta), poetas (Allen Ginsberg), cantantes (Joan Baez). Estas cartas son imprescindibles para todo admirador de Hunter, al menos admirador de su prosa (en persona parecía un poco difícil de tratar): resultan ilustrativas, aclaran ciertas oscuridades de su obra, nos permiten aprender del maestro del periodismo gonzo… Lo más divertido lo constituyen la rabia, la mala leche, los exabruptos y los tacos, la visceralidad que suelta el autor en casi todas sus misivas. Thompson no se cortaba un pelo, y utilizaba la palabra como si fuese una escopeta o un hacha, rebanando cabezas por doquier, tanto las de sus enemigos como las de los amigos que se la jugaron. Abajo, algunos ejemplos:

[A Jack Scott, del “Vancouver Sun”. Extracto]
Por lo que a mí respecta, es una vergüenza que un terreno tan potencialmente dinámico y vital como el periodismo esté plagado de zoquetes, inútiles y cagatintas, dominado por la miopía, la apatía y la complacencia, y en términos generales estancado en un lodazal de mediocridad inmovilista. Si el Sun quiere apartarse de todo esto, creo que me gustará trabajar para usted.
Casi toda mi experiencia se limita a las crónicas deportivas, pero soy capaz de escribir de todo, desde propaganda belicista hasta críticas de libros. Soy capaz de trabajar veinticuatro horas al día si es necesario y de vivir con un salario razonable, y me importan un sucio comino la seguridad en el trabajo, las ideas políticas de la redacción y las relaciones públicas adversas. Preferiría estar en el paro a trabajar para un periódico del que me avergonzara.

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[A H. Lawrence Lack, del “Los Angeles Free Press”. Extracto]
Esa reseña estaba más podrida que cualquier cosa que haya podido concebir la revista Time. Toda la idea de “prensa underground” se basa en la confianza que se establece entre las publicaciones y las personas que las compran… y ustedes defraudan esa confianza cuando publican mentiras descaradas. La “prensa underground” sólo cuenta con una ventaja fundamental sobre la “prensa establecida”, y es la libertad de publicar cualquier cosa que los directores consideren verdaderas e importantes, a pesar de las posibles consecuencias.

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[A Bernard Shir-Cliff, de Ballantine Books. Extracto]
Querido Bernard…
¿Cómo cojones puedo conseguir ejemplares de mi libro? Los he pedido en librerías, los he pedido directamente a Ballantine y hay gente en ambas costas que ha prometido enviarme los primeros ejemplares que encuentre. Es la tercera o cuarta vez que te los pido a ti directamente. Joder, estoy dispuesto a pagarlos. Mándame cincuenta (50) ejemplares y descuéntalos de mis derechos de autor. Estaba a punto de disculparme por las calumnias que vertí sobre tus técnicas de venta…, pero entonces me di cuenta de que la mitad del importe que me mandaste era por los derechos sobre la edición en tapa dura. ¿Dónde, por todos los putos santos, has escondido los 550.000 ejemplares que me dijiste que habíais lanzado? Si yo dirigiera esa empresa, tu culo estaría en el paro en menos de 24 horas.


[Traducción de Antonio-Prometeo Moya]

Reeditan La gran caza del tiburón


Mi reseña de hoy sobre un libro de Hunter S. Thompson (ver arriba) coincide con una gran noticia: Anagrama reedita La gran caza del tiburón (eso sí: en edición de bolsillo), un libro que me costó muchísimo encontrar; desde que lo reseñé en este blog han sido legión los lectores que me han escrito para saber dónde lo había comprado, dónde podrían conseguirlo e incluso para rogarme que les enviara las páginas escaneadas o se lo vendiera directamente. No hice nada de eso. Ahora esos lectores tienen la oportunidad de acceder a este libro de artículos y reportajes, uno de los mejores de su autor. Lo publicarán después del verano. Un consejo: no lo dejen escapar.

Trailer de Freelancers



Con Robert De Niro, Forest Whitaker y Curtis “50 Cent” Jackson: aquí.

viernes, julio 27, 2012

Cuerpo a cuerpo. Radiografías del cine contemporáneo, de Domènec Font



Los lectores más antiguos de este blog saben que, desde hace unos años, no reseño libros de autores en español, sino que me limito a colgar extractos de sus obras. Tomé esta decisión porque hubo un tiempo en que esta bitácora estuvo abierta a los comentarios y, entre las acusaciones habituales de algunos comentaristas anónimos (con mucha imaginación para inventarme una vida paralela), se deslizaban las siguientes: si escribía favorablemente del libro de un amigo o conocido, me acusaban de “amiguismo”; si me gustaba la obra de algún autor español famoso, me acusaban de “peloteo”. Al final me harté de aquello y decidí no juzgar esos libros.

En el caso de Cuerpo a cuerpo esta vez quiero añadir unas palabras a los fragmentos elegidos. Y, sin que sirva de precedente, lo hago por varias razones de peso: No conocí a Domènec Font, de tal manera que nadie puede aludir amiguismo. Pero es que Domènec Font, además, está muerto, de tal manera que es un poco tarde para hacerle la pelota. Pero hay una tercera cuestión… y es que este volumen, este ensayo sobre el cine contemporáneo, es uno de los mejores libros sobre el tema que he leído. Una auténtica maravilla. Font no sólo era un especialista que buscaba paralelismos entre el cine y la filosofía, entre el espectáculo y la metafísica: también tenía buen gusto, era capaz de discernir el talento allá donde muchos críticos cegatos no fueron capaces de ver nada. Y el tiempo le ha dado la razón. No era un cinéfilo con prejuicios, que es una tara que afecta a muchos intelectualoides: es decir, parece que Font lo veía todo, sin miedo a tragarse incluso los remakes más chungos o las secuelas más disparatadas. Porque él pertenecía al gremio de los que saben que, para hablar de algo, para criticarlo o ensalzarlo, primero hay que conocerlo.

Domènec Font, además, habla muy bien de películas que para mí son de culto, filmes que adoro, que me compré en dvd y que he visto un montón de veces, y que no todos los críticos respetaron (al menos en la fecha de su estreno): Dark City, El resplandor, Eyes Wide Shut, Inteligencia Artificial, Minority Report, Crash (la de Ballard & Cronenberg), Death Proof, Elephant… Analiza películas de (sólo voy a citar unos cuantos nombres) Wong Kar-wai, Steven Spielberg, Lars von Trier, Stanley Kubrick, David Fincher, Quentin Tarantino, David Lynch, Hideo Nakata, Abbas Kiarostami, David Cronenberg, Abel Ferrara, Michael Haneke o Tim Burton. El resultado es un lujo, un disfrute de principio a fin para el cinéfilo. E incluye dos joyas al final: una filmografía seleccionada (he apuntado varias películas que no he visto) y una bibliografía exhaustiva (que mezcla ensayos de cine con libros filosóficos, con narrativa, con biografías y con textos sobre películas y sociología). Un último apunte: cuando Domènec Font estaba escribiendo este libro, le diagnosticaron un cáncer que acabaría llevándole a la tumba. Fragmentos:     

El tumor era real y no un asunto de mise en scène. De ahí que junto a la convivencia con las neoplasias malignas, se iniciara a las pocas semanas la microgestión de una enfermedad que había dejado ya de leerse como metáfora. En los meses sucesivos, los fotones, la quimioterapia y la radiación electromagnética, las biopsias y los TAC atravesarán mi cuerpo para generar imágenes del corazón, los pulmones, el tórax, los vasos sanguíneos, las vías respiratorias, los huesos de la columna… El cuerpo convertido en un circuito de exploración digital, en una permanente pantalla de imágenes. Pero sin cine.

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De modo que aclimato la escritura del cuerpo en el cine contemporáneo con las visitas hospitalarias y las quimioterapias, los medicamentos destinados a combatir los efectos secundarios “y esa sensación general de no ser ya disociable de una red de medidas, de observaciones, de conexiones químicas, institucionales, simbólicas, que no se dejan ignorar como las que constituyen la trama de la vida corriente y, por el contrario, mantienen incesante y expresamente advertida a la vida de su presencia y su vigilancia”.

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El cine enfrenta al hombre ante sus propias complejidades existenciales y el modo fantástico, con más peso que otros, es una experiencia de fronteras dentro de nosotros mismos que contribuye a la comprensión de lo humano. Pero lo fantástico en el cine registra, y no siempre para bien, el paso del tiempo, y su respuesta, aunque la civilización tecnológica quiera olvidarlo, es una mutación del cuerpo como paisaje.

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Hay una secuencia en De Grote vakantie que me afecta particularmente: aquella en la que el cineasta, cámara en mano, filma sus pasos remontando un camino pedregoso con el sonido de su respiración a tope para demostrar que todavía puede sobreponerse a la enfermedad que lo corroe. La imagen-vídeo tiembla por el debilitamiento del cuerpo pero la película intenta fijar esa respiración, este esfuerzo. Se trata de reflejar la dureza del rodaje como experiencia vivida para el cuerpo que se filma. Recoger el acto respiratorio como instinto de supervivencia, pero también como balón de oxígeno. Los planos del sol y las montañas en su periplo en el Nepal, las imágenes en delta plano volando por el cielo de Río, las bellísimas imágenes de Bután, el reino del Himalaya o de Mali junto al Níger son ligeras bocanadas de aire para proyectar algo tan intenso como el sentimiento de una fusión con el mundo físico y la conciencia de una despedida.

Trailer de Cloud Atlas



Basada en El atlas de las nubes, de David Mitchell, que en España publicó Tropismos. Con Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess, Doona Bae, Ben Whishaw, James D’Arcy, Zhou Xun , Keith David, David Gyasi, Susan Sarandon y Hugh Grant. Tras las cámaras, tres directores de culto:  Tom Tykwer y los hermanos Wachowski. Trailer extendido: aquí.

miércoles, julio 25, 2012

The Dark Knight Rises



Fui hace unos días a ver el cierre de Batman dirigido por Christopher Nolan y hasta hoy no me he puesto a escribir sobre la película, que me parece espléndida (aunque, es obvio, no tan redonda como su predecesora, The Dark Knight, pero sí tan buena como Batman Begins). Pese a sus irregularidades, la trilogía de Nolan le da cien vueltas al cine de superhéroes de los últimos años, ya sean Spidermans, Vengadores o Ironmans: sí, puede que Los Vengadores sea más fiel al espíritu cómic que los filmes de Nolan, pero tenemos que plantearnos que no estamos hablando de tebeos, sino de cine (es decir, de otro lenguaje; y ese lenguaje, el cinematográfico, lo domina Nolan a la perfección).

No me he puesto a escribir hasta ahora sobre esta tercera entrega porque, pese al shock en que quedé tras la proyección (como me ocurre siempre con las películas de este director, un maestro de la planificación, del espectáculo y de la complejidad emocional), creo que cada filme de Nolan es tan complejo que debemos reflexionar cuanto podamos antes de situarnos ante el teclado. Esta entrega ofrece tantas tramas paralelas y personajes y dobles lecturas que tendría que volver a verla un par de veces más para abarcarla del todo (y es lo que espero hacer: volver a verla pronto). También es cierto que resulta complicado analizarla sin caer en el spoiler (ya aviso: soltaré algunos spoilers, aunque se conocen por los trailers).

He leído por ahí críticas en las que algunos bloggers denostan el filme aludiendo tufillos fascistas e ideología filosófica y no sé qué más: ok, muy bien, pero aquí estamos hablando de cine, repito, y en cuanto al lenguaje cinematográfico Christopher Nolan es un maestro, un alumno aventajado de Michael Mann (y a menudo se “come” a su maestro: no me digan que la trilogía de Batman no es superior a Miami Vice y Enemigos públicos…). Y él mismo se ha encargado de negar cualquier lectura política: véase estaentrevista en castellano.

El mayor desafío de esta tercera parte era el villano, algo de lo que todos éramos conscientes. Heath Ledger y su Joker son insuperables: la riqueza de matices del actor y del personaje ya forman parte de la historia del cine. Pero Nolan ha sido muy listo. Si Ledger y su Joker se basaban en el rostro, en los tics de una mente desequilibrada, con su Bane ha hecho lo contrario de lo que esperábamos: ocultar el rostro para potenciar la voz y el cuerpo, en una aleación que remite a un cruce entre Darth Vader (la voz y la máscara) y el Humungus de Mad Max 2 (el cuerpo hinchado y las cicatrices que lo recorren y ese cráneo calvo), sin olvidar que habla como un asesino de Shakespeare, con cierta musicalidad en el tono. De tal manera que no podemos compararlos porque, para empezar, la interpretación de Tom Hardy se basa en la voz y en la mirada. En cualquier caso, Bane me parece un bad guy más interesante que Ra’s Al Ghul.

Lo más seductor de Bane es, como suele suceder en los malos de cómic, su pasado, la historia que lo sustenta y que lo ha convertido en el engendro que es, una especie de Monstruo de Frankenstein que se erige en caudillo de una ciudad aterrorizada por el miedo a la bomba nuclear y sumida en las falsas esperanzas: alguien que sabe golpear duro y matar cuando le fallan, pero también pronunciar discursos eficaces ante las masas. Y el pasado de Bane reside en un pozo, en una cárcel a la que apenas llega la luz natural, y en la que los presos mantienen viva la esperanza de superar sus muros para alcanzar la libertad. En ese pozo, como un topo, como un bicho leproso, encuentra Bane su futuro y su identidad. En pocas críticas se ha hablado de este agujero, y a mí me parece uno de los grandes aciertos de la película: metáfora de cómo, a veces, tenemos que caer hasta lo más bajo para ascender luego a lo más alto, de cómo, a veces, es necesario recluirse en las tinieblas para aprender a venerar los resplandores, de cómo el alma y el cuerpo deben disociarse y sufrir para alcanzar la libertad. Los límites entre la luz y la oscuridad, el anochecer y el amanecer, las sombras y las luminosidades… son constantes en la trilogía de Nolan.

Bane desmonta la ciudad tal y como la conocemos y quiebra el orden social: libera a los presidiarios de la cárcel, entrega las riquezas a los pobres y a los criminales, encierra a la policía, concede derechos para hacer juicios rápidos acompañados de penas de muerte e inocula el terror en el cuerpo a sus habitantes. En este sentido, me encantan las frases de guión, muy de tebeo, pero a la vez con el toque propio de una obra de teatro: No hay verdadera desesperación sin esperanza / El miedo volverá a encontrarte / Soy el Apocalipsis de Gotham / La máscara no es para ocultarte. Es para proteger a los tuyos, etc.

Pero hablemos de Batman, que siempre parece relegado a un segundo plano por el magnetismo de los villanos. A mí me parece el mejor superhéroe que hemos visto hasta ahora, e incluso su personaje mejora en esta entrega con respecto a la anterior: es un hombre fracasado, con múltiples complejos de culpa, absorbido por muertes que no pudo evitar… Alguien que, además, soporta las consecuencias de aquella decisión con que culminaba The Dark Night: asumir el rol de asesino mientras Harvey Dent era convertido en el héroe de Gotham. Batman ha asumido ese papel, y por culpa de ello Bruce Wayne se ha convertido en una especie de Howard Hughes alrededor del que sólo giran leyendas y rumores, un tipo que quiere redimir sus errores salvando a su ciudad.

Es el choque entre esos dos personajes el que centra la atención principal de la película. Pero las tramas secundarias y el resto de personajes también nos fascinan: el joven policía con olfato hiperdesarrollado (Joseph Gordon-Levitt), el agente torpe y cobarde (Mathew Modine), el inspector veterano que aceptó contarle un bulo a la ciudadanía (Gary Oldman), el mayordomo con trazas de Pepito Grillo (Michael Caine), la Selina Kyle aka Catwoman capaz de arreglárselas en un mundo dominado por los hombres (Anne Hathaway)… Sin olvidarnos de los breves pero importantes personajes de Marion Cotillard, Morgan Freeman, Tom Conti o Ben Mendelshon… O los cameos, de los que sólo voy a desvelar el que abre la película porque el actor no es tan famoso fuera de la televisión: Aidan Gillen, el Meñique de Juego de Tronos y el alcalde blanco de The Wire.

The Dark Knight Rises contiene también algunos altibajos narrativos y a menudo abarca más de lo que debería, amén de unos cuantos agujeros de guión, pero ahí quedan momentos épicos, brutales e impactantes, rodados de una manera que siempre golpea al espectador: cada aparición de Bane, todo lo que concierne al pozo-prisión y sus historias legendarias, la primera irrupción de Batman, los enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre los dos antagonistas, los planos de Gotham siendo sacudida por ese Apocalipsis en forma de explosivos, las persecuciones y los tiroteos… Repito que no todo es tan redondo como en la segunda parte. Pero le da cien vueltas a otras películas de superhéroes y también habla de algo que no suele tratarse en el cine de espectáculo: el desencanto. Y a mí, junto al impacto visual y sonoro del filme, me vale. El cine de Christopher Nolan nunca deja indiferente a nadie: guste o no, siempre te obliga a replantearte su narrativa.

[Postdata: esto es lo que opina el director de los temas tratados en la trilogía (lo he recogido del último número de Imágenes de Actualidad): “Nolan ha añadido que si el tema principal de Batman Begins era el Miedo, y el de El caballero oscuro, el Caos, el de El caballero oscuro: La leyenda renace es el Dolor”].


          
  

Trailer de Side by Side



Documental sobre el cine y el futuro digital, producido por Keanu Reeves, y en el que participan James Cameron, David Fincher, David Lynch, Robert Rodriguez, Martin Scorsese, Steven Soderbergh, Christopher Nolan, George Lucas, Danny Boyle, Richard Linklater, Lars von Trier, Joel Schumacher y los Wachowski Bros. Casi nada. El trailer: en este enlace.

Bélgica, de Chantal Maillard



Escribo sin mirar el cuaderno. Granjas. Árboles recortados sobre el cielo, cielo reflejado en el río. Verde y gris, ocres en los pequeños jardines. Y tierra arada, limo de terrones oscuros, grasos. En este trayecto de Bruselas a Ostende, soy eterna. Soy eterna en mi estirpe y en éstos que aquí me son sin conocerme, y no es preciso: un pueblo se hace con pequeños gestos aprendidos y repetidos por todos, gestos ínfimos, cumplidos en la intimidad de cada cual, pero sabidos por todos. Un pueblo se hace con ese saber del otro acerca de todos. Lo demás es aquello donde la soledad se fragua. La locura como individualidad remitida a sí misma. La libertad es saber preservar, en soledad, los márgenes.

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La solidaridad, como valor o como norma, en una sociedad donde se prima la competitividad es un contrasentido. Si pretendemos educarnos en la solidaridad, sería conveniente, ante todo, reemplazar los modelos de competición por otros más igualitarios. Trocar el paradigma vertical (jerárquico, ascendente y descendente: éxito-consideración/fracaso-desprecio) por otro, horizontal. La igualdad de oportunidades no ha de confundirse con la igualdad social. Pero el sistema de consumo se contrapone radicalmente a los valores de equiparación o igualitarismo; no se sostiene sin las diferencias porque necesita de individuos que quieran distinguirse y consuman, para ello, productos de toda índole. La desigualdad es la piedra angular del sistema de consumo. Virtudes como la modestia o el recato no tienen, por ello, lugar en él. Son valores designados como obsoletos porque, simplemente, no convienen.

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Nos vamos, pero las cosas permanecen, y otras personas siguen viviendo entre ellas y utilizándolas. Los pomos de las puertas, por ejemplo, esos pomos característicos de las casas belgas. Durante años, después de habernos ido, otros siguieron cerrando la mano sobre ellos, hicieron funcionar su mecanismo sin reparar en aquello que los hace especiales. En la memoria del que se va, las cosas quedan congeladas. Después de medio siglo, si vuelve, las encuentra convertidas en señales.

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En el camino de vuelta, desde el tren, contemplo ventanas cuyos visillos nunca descorrí, fachadas cuya solidez nunca me amparó, umbrales que nunca cruzaré. Imagino vidas que me son ajenas, recorro sendas que no me pertenecen y hago recuento de las pérdidas. Soy uno de esos personajes de hierro, viviendo en mi carcasa; mi corazón es el eco de lo que pasa fuera, su latido se expande en mí sin que nadie repare en ello, sin que nadie lo sepa. Ciega, pero sonora.

Trailer de Beloved


Con Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve, Ludivine Sagnier, Louis Garrel, Milos Forman y Paul Schneider. Aquí.

lunes, julio 23, 2012

Después del cine. Imagen y realidad en la era digital, de Ángel Quintana



La unión entre la épica de las masas cibernéticas y la simulación de los gestos humanos dentro de un entorno artificial se ha convertido en la clave de una propuesta que ha propiciado algunos de los principales modelos de la épica visual del cine espectáculo de la última década. Entre los años 2000 y 2010 los cuerpos cibernéticos han sido los protagonistas de todas las películas más taquilleras.

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Las películas de Michael Mann parecen ofrecernos la posibilidad de repensar la imagen figurativa en el cine contemporáneo a partir del uso consciente de las posibilidades tecnológicas del medio digital tanto como instrumento de rodaje como instrumento de posproducción. Algunas escenas de acción rodadas por Michael Mann proponen nuevos valores coreográficos en los que la intensidad de la captura de la luz genera curiosas coreografías.

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[David] Lynch no hace más que advertirnos de que el arte de lo virtual quizá se haya extinguido antes de llegar a su madurez porque el ilusionismo tecnológico no es sino un pozo sin fondo de inversiones millonarias. Lynch nos advierte de que la figura del cineasta es en el siglo XXI la de un creador multimediático que recicla, reelabora y recompone las imágenes con residuos o restos de lo real.

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El cine del presente es un cine que redefine su relación con el tiempo porque las nuevas tecnologías de la comunicación han cambiado la relación que los espectadores mantienen con el fluir de dicho tiempo.

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Al principio de De grote vakantie (2000), la voz del cineasta Johan van der Keuken nos confiesa que le ha sido diagnosticado un cáncer. Antes de que se extiendan los efectos de la enfermedad, Van der Keuken decide realizar un último viaje acompañado de su mujer. La película es la crónica de ese viaje por un mundo que es observado desde una pequeña videocámara digital. El cineasta contempla los paisajes y las gentes con la conciencia de que quizá sea la última vez. Reflexiona sobre el valor de la imagen como testimonio de lo visible y sobre su poder para capturar el tiempo que a él se le está acabando. Un plano de la salida del sol se convierte, bajo la mirada de Van der Keuken, en un milagro. Es el certificado de que aún vive y de que puede seguir filmando, conservando todo lo que está viendo.

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El uso progresivo de la tecnología digital ha permitido la creación de muchos canales de exhibición paralelos que han incrementado el uso doméstico del cine en el hogar. […] Del mismo modo, una película no es sólo aquello que se ve en la penumbra de una sala, sino algo que está en el ciberespacio, que se puede descargar por los sistemas de intercambio P2P, que se proyecta en las galerías y los museos y que circula por todo tipo de pantallas. La imagen proyectada parece vivir un cambio radical de sus sistemas de difusión, cambio que ha permitido el surgimiento de múltiples modos de repensar la relación entre el espectador y las imágenes.

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Hoy, mientras que la creación y la lectura de imágenes de todo tipo viven un curioso proceso de renovación, la exhibición cinematográfica atraviesa un marcado proceso de crisis. Ir al cine ha dejado de ser un acontecimiento en unos sistemas en que la presencia de la cultura en la esfera pública parece guiada sobre todo por la creación de nuevos modos de relación social.

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El nuevo espectador es básicamente un individuo solitario, instalado en su ámbito doméstico, cuya obsesión básica no reside, como en los años dorados de la cinefilia, en verlo todo, sino en poder tenerlo todo. Su herramienta básica es el ordenador, desde el que puede explorar y buscar todo tipo de imágenes perdidas en el ciberespacio, edificando su propia cultura individual.    


After Earth: primer cartel


Will Smith protagoniza la nueva película de M. Night Shyamalan.

Cartel de Life of Pi


La nueva película de Ang Lee. 
Basada en la novela de Yann Martel.

Próximamente: Ciudad abierta


De Teju Cole. En Acantilado.

domingo, julio 22, 2012

Man of Steel: primer trailer


Con Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Kevin Costner, Diane Lane, Laurence Fishburne, Antje Traue, Ayelet Zurer, Christopher Meloni y Russell Crowe: aquí.

viernes, julio 20, 2012

Travesti, de John Hawkes



Otro libro del gran John Hawkes (de quien ya recomendé El caníbal y La pata del escarabajo). Monólogo de un hombre acompañado de su hija y del amante de ésta mientras se dirigen por carreteras hacia la extinción. Prefiero no desvelar más y os emplazo al epílogo de su traductor, Jon Bilbao, y a lo que apunta sobre el sentido metafórico de la narración. No me gustó tanto como los otros dos libros, pero engancha en seguida. Un extracto:
 
Sí, creo que una de las cosas más gratificantes de conducir de noche es, precisamente, lo poco que puedes ver, y al mismo tiempo lo mucho que ves. El niño que habita dentro de nosotros vuelve a despertar cuando conducimos de noche; las antiguas sensaciones de miedo y seguridad hormiguean una vez más. El coche está oscuro, oímos voces que no provienen de ningún sitio, los indicadores del salpicadero relucen, y simultáneamente nos movemos y no nos movemos, repantigados en los cómodos asientos igual que una noche, mucho tiempo atrás, nos repantigábamos en la cuna, con la diferencia de que la suave textura de la tapicería nos transmite la espeluznante vibración del viaje que hemos emprendido. Cuando éramos niños teníamos confianza absoluta en el conductor, aunque siempre existía la deliciosa posibilidad de un giro equivocado, de un fallo mecánico, de lo mucho de desconocido que alberga la noche. Y entonces veías algo, a un lado del vehículo o enfrente del mismo, siempre dependiendo de los faros, y cuanto más reducida y fuera de tu control fuera la visión, más significativo y placentero era lo que veías. 


[Traducción de Jon Bilbao]

Próximamente: Glaciares



De Alexis M. Smith. En Alpha Decay.

Antiviral: el debut del hijo de David Cronenberg



Ayer supe de la existencia de esta película, debut de Brandon Cronenberg, aplaudido por la crítica en los festivales y, al parecer, heredero de las obsesiones y las huellas de su padre, David Cronenberg, y de David Lynch, sin duda dos de los mejores y más perturbadores cineastas de nuestro tiempo. La primera línea de la sinopsis dice así: Un vendedor que trabaja para una clínica que se dedica a replicar enfermedades de famosos para el consumo público... Promete.

jueves, julio 19, 2012

The Amazing Spider-Man



Como fan de Spiderman fui a ver esta película, producto de reciclaje al más puro estilo blockbuster, que dirige con entusiasmo y un enfoque más juvenil el director de la agradable 500 días juntos. Se nota el cambio de director y de equipo: parece otro filme totalmente distinto de los que hiciera Sam Raimi. Yo prefiero a Raimi, cineasta más personal, más gamberro y más especializado en el fantástico. The Amazing Spider-Man, sin ser redonda, no es desdeñable. A mi juicio, la lastran unos cuantos errores (el guión está cogido con pinzas al principio, cuando los personajes principales confluyen en tantos puntos; Marc Webb, el director, no explota el lado de las mutaciones y de los muñones, algo que para David Cronenberg sería oro puro; como señalé antes, allí donde Raimi se centraba en el público adulto, Webb apuesta por contentar a los teenagers), pero se beneficia de unas cuantas virtudes (Andrew Garfield compone un personaje más entusiasta, muy dinámico y expresivo; los efectos especiales han mejorado, hasta el punto de que los paseos de Spiderman por los aires ya no parecen un videojuego; y aparecen varios actores de culto en papeles secundarios o cameos, tales como Sally Field, Martin Sheen, Campbell Scott o C. Thomas Howell). El resultado es ameno, espectáculo al más puro estilo de Hollywood. Pero no supera a la trilogía de Sam Raimi.   


La noche así, de Sofía Castañón




EL CIELO DE LOS ÁNGELES, 2019

En la ciudad del anuncio constante
los neones no avisan del peligro.

Los restos del día han de reciclarse:
el futuro se parece a aquello que hoy
desperdiciamos.

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ROY BAJO LA LLUVIA

Tú también has visto cosas.
Te preguntas si al decírmelas
con la metáfora de una paloma o de la lluvia
podré llegar a alcanzarlas.

Como si pudiese mirar a través de otros ojos
o entender el momento en que decir adiós
es de verdad despedirse.