Se cumplen ahora 10 años desde la aparición de uno
de mis primeros libros: Monólogo de un
canalla. Lo publicó una editorial de Barcelona y, desde el mismo proceso de
la aceptación del manuscrito, me topé con una serie de problemas y decepciones que
aprovecho para contar hoy.
La primera decepción la ocasionó el retraso en la
salida de la imprenta. Y sospecho que no fue culpa de los impresores, sino de
los editores. Recuerdo que, una vez fijaron una fecha en la que el libro
estaría disponible, organicé una presentación del mismo en el salón de actos de
la Biblioteca Pública de Zamora. Juan Manuel de Prada, con quien por aquel
entonces contactaba a menudo, iba a ser el presentador. Él ya vivía en Madrid y
lo tuvo difícil para encontrar una fecha libre para desplazarse a Zamora. Pero la
encontró. Se imprimieron unas cuantas tarjetas de invitación. Apenas unos días
antes del evento, uno de los editores me llamó para decirme que iban con
retraso y que la novela no saldría de imprenta a tiempo. Al final cancelamos la
presentación con Juan Manuel porque no le quedaban fechas libres y acordamos
que lo haríamos en Madrid.
La segunda decepción fue más grave. Más dolorosa. Me
llamaron para decir que, por algún error de imprenta, faltaban las tres
primeras páginas de mi libro en los ejemplares. Esto es: la dedicatoria, la definición
de “canalla” y las citas oportunas. Para subsanar por encima el error y
contentarme, hicieron algo efectivo pero cutre: en la mitad de los ejemplares (eso
dijeron ellos…) pegaron una página que contenía las palabras perdidas (citas,
dedicatoria, definición). Sí, has leído bien: pegaron la página de algún modo.
Siempre pensé en la cantidad de lectores que comprarían el libro sin esa
página. El libro amputado. O el libro (mal) reconstruido.
La siguiente decepción la conocen ya un montón de
escritores de este país: estaba mal distribuido. Para quienes vivían fuera de
Zamora (o de Barcelona, cuna de la editorial), era casi imposible encontrar
ejemplares.
La cuarta decepción. El editor trataba de organizar
una presentación en Madrid (la de Zamora la hice, finalmente, en la Feria del
Libro de mi ciudad, sin ayuda de los editores, y con Rufi Velázquez, directora
de la Biblioteca Municipal como maestra de ceremonias). Tras varios días de
marear la perdiz, y con alguna excusa que no recuerdo, me dejaron colgado. A
última hora, y gracias a Nacho Fernández, de Literaturas.com, organizamos una
presentación apresurada en la que contamos con Juan Manuel de Prada. Fue en un
garito próximo a la Calle de la Madera.
La quinta decepción ya la habrás adivinado. Como no
había ejemplares por Madrid y los editores no enviaron una caja a dicha ciudad,
tuve que depositar unos cuantos en una mochila (me los cedió Luis González, de
la Librería Semuret) y cargar con ella desde Zamora: el viaje de ida y vuelta
en autobús, los paseos por Madrid, etcétera. Por supuesto, a mi cargo quedaron
todos los gastos.
La sexta decepción. Aunque al acto acudieron
bastantes amigos y conocidos, creo que sólo vendí un par de ejemplares. Y me
tocó volver como había venido: cargado de libros.
Y la séptima (aunque igual se me olvida alguna)
decepción: las erratas de imprenta y los consabidos duendecillos. También, lo
reconozco, hubo algunos errores de mi cosecha en el texto.
Pero Monólogo
de un canalla también me deparó algunas alegrías: en Zamora se vendió muy
bien, lo que significa que tuvo bastantes lectores; el libro solía prestarse
entre amigos, y eso, aunque reste ventas, siempre es motivo de satisfacción;
algunas personas me dijeron que era mi mejor obra, y otras lo mantienen hasta
la fecha (aunque no estoy de acuerdo); algunos lectores me recuerdan aún por
esa novela; hubo unas cuantas recensiones en prensa y en revistas digitales, de
las que me quedo con la que escribió Alejandro Pérez Prat, de Literaturas.
Diez años después los editores de Nowtilus han querido
reeditarlo en digital (ebook y todo eso), con opción a impresión en papel bajo
demanda., dentro de su nuevo sello, Tombooktu. Aparte de esa segunda opción,
decidieron imprimir 100 ejemplares para tenerlos en la Feria del Libro de
Madrid. Dado que parece ser un libro maldito, al salir de imprenta los editores
no estuvieron conformes: el cuerpo de letra del texto es muy pequeño y apenas
tiene márgenes. Esa edición será descartada en beneficio de otra que saldrá en
breve y que contará con otra maquetación, con la letra más grande y márgenes en
condiciones. Yo os aconsejo que lo pilléis en digital, si no lo habéis leído. Sobre
todo por el precio: en torno a 3 euros.
Monólogo
de un canalla, así, se adapta a los nuevos tiempos.
Al soporte digital. Y en una edición en la que, por fin, aparecen las tres
páginas que amputaron, limpia de erratas y de errores. Es la oportunidad para
hacerse con un libro que sufrí mucho escribiendo (no es un tópico: meterse en
la mente de un psicópata y narrar desde ahí acaba fatigando; es más: hubo un
punto en el que odié la novela porque odiaba al protagonista). Desde aquí
agradezco a los editores de Nowtilus la idea y el esfuerzo: con ellos todo ha ido como la seda. Abajo, algunos
enlaces y la cubierta original: