El caso es que desde
muy pequeño lo tuvo claro: él quería ser director de cine. Y para lograrlo,
primero tenía que conseguir una beca para poder entrar en una escuela de cine.
Por eso, el joven Bob, en 1970, con apenas 18 años recién cumplidos y un año
antes de terminar sus estudios en el instituto, hizo un pequeño vídeo musical
con una canción de The Beatles y se lo mandó a la University of South of
California (USC). Pese a su entusiasmo juvenil, fue rechazado porque el trabajo
no tenía suficiente calidad, pero el futuro director no se dio por vencido y al
verano siguiente lo volvió a intentar mandando un nuevo trabajo con un acabado
mucho mejor. Esta vez lo consiguió. “Como en cualquier otro arte, no creo que
la universidad te dé el talento, sino que te da las herramientas para usarlo.
Te enseña el lenguaje de los maestros pasados y te da la oportunidad de
desarrollar tu propio talento”.