Buena novela sobre personajes heridos, disconformes, zozobrando entre lo que desean y lo que quizá podrían obtener. RL, que vive divorciado, que se siente gordo y viejo, que está solo y cree que no ha logrado una conexión con su hija, Layla, a la que un novio engañó con otra, y que ahora flirtea con Edgar, un hombre casado y amigo de RL, y Layla encuentra en June a su mejor amiga, June es también amiga de su padre y añora al marido que murió años atrás, y no cree que lo suyo con Howard tenga futuro, y también está Betsy, una antigua novia de RL que padece cáncer y que también está casada y tiene hijos, lo que no es obstáculo para que RL sueñe con un futuro junto a ella, con una nueva oportunidad de pasar página y cambiar de vida. Personajes que beben mucho, que tratan de curar sus heridas, manejados por su autor con una prosa que es, a la vez, sutil y poética (y del que acabo de encontrar, en una librería de viejo, su libro de cuentos Ajenos a este mundo, que publicó Emecé años atrás). Un extracto:
Todas esas vidas sensatas y razonables desplegándose a su alrededor, todo ese predecible leer el periódico, preparar el almuerzo y despedir a los niños con un beso. Preparar tostadas y café. En algún lugar de esa ciudad un marido y una esposa soñolientos estaban haciendo el amor, medio despiertos, lentos y callados y debajo del edredón para no despertar a su bebé. Era un mundo de amor, el que le rodeaba. Edgar se desplazaba a través de él, frío y solo, pero no había nacido para eso. El amor brillaba por encima de todo, y en ese momento era como una noche de invierno, larga y fría, pero eso no significaba que no acabara. El sol volvería a salir, como siempre. Solo que él ahora estaba vuelto hacia un lado, eso era todo. El mundo del amor lo rodeaba.
[Traducción de Damià Alou]