Aunque en España se han publicado dos de los ensayos de Stewart Home (El asalto a la cultura y Acelerados al máximo), son sus novelas las que me interesan. Por fin se ha publicado una de ellas, Memphis Underground, que además viene avalada por tres gurús de la cultura contemporánea: Kiko Amat (que escribe el prólogo), Javier Calvo (de quien incorporan un elogio hacia Home) y Antonio J.Rodríguez (que ha traducido el texto original); sin olvidar, después de la publicación, el artículo/post que José Luis Amores le dedicó al autor. Home sostiene, lo dice en el libro, que no se puede escribir novela tradicional después de Joyce. Por eso, en su novela, rompe los esquemas, mezcla autobiografía, ficción y álter egos, es capaz de introducir hacia la mitad una entrevista con él mismo en la que le hacen preguntas sobre religión y él responde con sus obsesiones literarias. Home habla de música, de literatura, de autores y cineastas reales (y, además, famosos y amigos suyos, o enemigos), de calles de Londres, de viajes por el mundo… Y, como por ejemplo hizo John Hawkes en El caníbal (la menciono porque tengo fresca su lectura), salta hacia atrás en el tiempo para hilar pasado y presente. El resultado es una obra explosiva, que nunca aburre a pesar de su extensión y de sus derivas mentales o descriptivas (de vez en cuando hay una buena ración de ambas), una anti-novela que fractura las tramas tradicionales y nos acerca a un autor muy actual, muy en conexión con lo que estamos viviendo, políticamente incorrecto y tan revulsivo como Chuck Palahniuk (algo que no sé si a él le gustará). Uno de los mejores fragmentos:
Entre otras cosas, no puedo evitar integrar en mis libros lo que ocurre en y alrededor de mi escritura, pues mi ficción surge de ahí. Mucha gente piensa que los escritores se sientan en casa y escriben, pero como cualquier otra persona, pasan la mayor parte de su tiempo metiéndose prisa. Como siempre, y ahora también, escribo sobre escribir, no creo que tenga mucha importancia dar una descripción detallada incluyendo que estoy en una silla de oficina azul y negra, vestido con unos pantalones Levi’s y una camisa Ben Sherman de cuello abotonado, frente a mi Powerbook aporreando las teclas. Las palabras parecen fluir de mis dedos. Este fetiche me ha acompañado desde que empecé mi primera novela, Pure Mania, una preocupación por la investigación que indicaba que la memoria se encuentra dispersa en todo el cuerpo y no queda restringida sólo al cerebro. Mi escritura fluye de mis dedos y no de ningún lugar profundo, cosa bastante improbable ya que el interior y el exterior interactúan y se contrarrestan entre sí. Esto es lo que hago, lo que hacemos, tan simple y misterioso como respirar. Pura superficie. Tanto el lector como el escritor ESTÁN “implicados”.
[Traducción de Antonio J. Rodríguez]