Acaso
en este desapego
con el que asisto cada tarde
a la defunción
del día,
…………no haya
en el fondo
sino la desconfianza, el recelo
de quien le pasó la mano
–muchas veces–
por el lomo
a la vida,
y probó
sus colmillos.
Karmelo C. Iribarren, Otra ciudad, otra vida