Otro libro de Peter Stamm, un autor al que hasta hace unas semanas no conocía. Aquí se reúnen varios de sus relatos, ambientados en diversos países, lo que añade esa condición de cosmopolita a las narraciones, condición que ya se advierte en la biografía del autor, que ha vivido en varios países.
Quizá el mejor de los cuentos sea “Lo que sabemos hacer”, cuya lectura deja un sabor amargo y melancólico.
Sutileza, minimalismo y un talento natural para describir el silencio y la quietud de los bosques, los pueblos en verano, los lagos… todo eso que me recuerda estancias en sitios parecidos durante julio y agosto. No se pierdan a Peter Stamm.
Dijo que el miedo era como perder el equilibrio. Como cuando uno está a punto de caerse y tiene la sensación de que va a romperse en mil pedazos, a reventar y desperdigarse en todas direcciones. Y que unas veces era como el hambre, como ahogarse, y otras, como si a uno lo aplastaran. Hablaba deprisa y me pareció que quería contarme todo lo que había pensado en esos últimos meses. Como si quisiera convertirme en testigo y contarme toda su vida para que la apuntara.
Me levanté y me despedí de ella. Preguntó si iría a su entierro, y dije que no, que probablemente no. Cuando en el umbral de la puerta me volví hacia ella por última vez, vi que miraba al televisor. Por la tarde emprendí el viaje de regreso.
[Traducción de Richard Gross y Mª Esperanza Romero]