Después de dos cómics del mismo autor, Pobre cabrón y Buenos tiempos, llega la tercera parte: Consumido, donde el propio Joe, ya sin novia, se dedica a matar el tiempo en su habitación con dos únicos cometidos: editar películas porno y masturbarse. Sus soliloquios de perdedor no tienen desperdicio; tampoco sus diálogos con dos de sus amigos, que le recriminan su condición de anacoreta obsesionado con hacerse gayolas. Matt, que es un tipo cachondo, ha logrado un cómic muy divertido, es cierto. Aunque sigo quedándome con Pobre cabrón, donde había más personajes y en general más variedad.