Hace unos meses vi la versión antigua de Valor de ley, con John Wayne (ganador de un Oscar por este papel), una película bastante notable que poca gente de mi generación recuerda. Muchos ni siquiera sabían de su existencia. Pero la nueva versión de los Coen Bros. no es un remake de aquella, sino una nueva adaptación de la novela en que se inspiraba, el True Grit original escrito por el autor de culto Charles Portis (aunque de la película antigua han tomado, por ejemplo, el detalle del parche, que el protagonista de la novela no lleva). Aprovechando su reedición, con motivo del estreno del True Grit de los Coen, me hice con un ejemplar hace unos días. Se trata, como lo era el filme de Wayne, de un western con toques sarcásticos protagonizado por tres personajes: un comisario gruñón, un ranger cretino y una adolescente testaruda, tan dura de roer como los forajidos a los que persiguen para vengar la muerte del padre de la chica. La historia está narrada por este último personaje, algo poco habitual en las historias de cowboys y bandidos. Muy entretenida, me la devoré en una tarde y aquí os dejo la descripción del comisario Rooster Cogburn (a quien interpretaron Jeff Bridges y John Wayne, éste en dos ocasiones: Valor de ley y El rifle y la biblia):
Estuve allí sentada casi una hora antes de que llamasen a Rooster Cogburn a declarar.
Me había equivocado al suponer que mi hombre era un joven alto y delgado con una chapa prendida de la camisa, y me sorprendí mucho cuando un viejo tuerto que se parecía mucho a Grover Cleveland avanzó hacia el sillón y prestó juramento. He dicho “viejo”. Tenía unos cuarenta años. Las tablas del suelo crujieron bajo su peso. El hombre vestía un polvoriento traje negro, y, cuando se sentó, vi que llevaba la placa en el chaleco. Era un pequeño círculo de metal plateado con una estrella en el centro. Cogburn llevaba bigote, también a lo Cleveland.
[Traducción de Eduardo Mallorquí]